Liturgia
San Rafael
Novena
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NOVENA DEL GLORIOSO ARCÁNGEL
SAN RAFAEL
PARA ALCANZAR POR SU INTERCESIÓN
TODA SUERTE DE GRACIAS Y FAVORES
TRADITIO SPIRITUALIS SACRI ORDINIS PRÆDICATORUM
DÍA PRIMERO
Acto de contrición
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, mi
poderoso Creador, mi dulce Padre y mi piadosísimo
Redentor; aquí tenéis postrado a vuestros pies a
este hijo pródigo, que tantas veces ha malogrado el
patrimonio de vuestra gracia con enormes pecados.
La contusión cubre mi rostro, Dios mío, y apenas
me atrevo a levantar mis ojos para miraros,
aterrado con el asombroso número de mis pecados.
Mas ¿a quién iré, bien mío, sino al que me dio el
ser, y derramó por mí toda su sangre? Levantaréme
y me iré al Padre, os digo como el primer pródigo.
A Vos, pues, vengo, cierto que me esperáis con los
brazos abiertos para abrazarme, y regar con dulces
lágrimas mi cuello.
Si para esto queréis también mi
llanto, de sangre viva quisiera yo formarlo, y daros
con esto un testimonio de mi verdadero
arrepentimiento.
Dad Vos, Señor, firmeza a mis
buenos propósitos, para que, dejando ya de ser
demonio por los vicios, sea por las virtudes un
ángel puro, semejante a vuestro querido arcángel
San Rafael.
A vos, pues, me dirijo Príncipe gloriosísimo y
ángel de la salud, Rafael, para que, a la vista de
vuestras virtudes y excelencias, salga con vuestra
protección del abismo de mis vicios y miserias, y
merezca con esto el favor que solicito en esta
Novena y que espero de aquel vuestro tierno
corazón y fondo de caridad que forman vuestro
carácter. Amén.
Rafael, gran privado del Rey Supremo
Para formar el debido concepto de la íntima
privanza y especial predilección con que honra a
Rafael el Rey Supremo, basta considerar la alta
cumbre de honor a que lo ha sublimado.
Mas ¡oh
qué altura de honor tan asombrosa! El menor do los
ángeles ocupa ya un trono incomparablemente más
excelso y brillante que el mayor de los monarcas de
la tierra: ¿cuál, pues, será la elevación de un
Espíritu que so eleva sobre millares de millones de
ángeles, por ser uno de los que honran y decoran el
celestial imperio! El mismo reveló por su propia
boca a los dos Tobías esta tan sublimo
preeminencia, cuando les dijo: Yo soy el ángel
Rafael, uno de los siete que estamos delante del
Señor, esto es, uno de los siete más allegados a su
augusto solio, prontos a desempeñar las comisiones
con que nos honra como a sus más íntimos
privados, y de aquí es, que del incalculable número
de ángeles, que, como dice Santo Tomás con el
Areopagita, es mucho más crecido que el número
de todos los seres juntos, sólo de Rafael y otros dos
espíritus angélicos ha querido Dios dar cierta e
individual noticia a los mortales: que por esto, sólo
de estos tres celebra en particular su fiesta la
Iglesia. ¡Oh excelencia de Rafael verdaderamente
admirable!
(Medítese un poco, y pídase el favor que se desea).
Coloquio
Qué grande os hizo, sublimo Rafael, la poderosa
diestra del Altísimo! ¡Ah! yo quiero levantar la
vista al refulgente solio de vuestra gloria, y los
vivos rayos de brillante luz que os rodean,
deslumbran y obligan a cerrar mis endebles ojos.
Vos sois uno de aquellos siete supremos senadores
que le forman al Rey inmortal e invisible su más
secreto gabinete y que, a la manera de
inextinguibles antorchas, arden y brillan sobro los
siete candeleros de oro que vio San Juan en el
Apocalipsis delante del Cordero de Dios.
A vos
dirige con dulce majestad sus cariñosos ojos el Rey
de la gloria, haciéndoos con su luz eterna e
increada un fidelísimo espejo de su hermosura.
A
vos confía aquellos profundos arcanos, de que no
os lícito hablar al hombre; y como a su apreciado
valido os concede todas las gracias con que, como
ángel de la caridad, queréis socorrer a los afligidos
mortales.
Ya que tan grande sois y tanto priváis al
Rey de reyes, sacadme de mi pequeñez y
alcanzadme de su Divina Majestad que se eleve mi
espíritu a las cosas celestiales y eternas, en cuya
comparación todas las grandezas y pompas do esto
mundo no son más que vanidad y aflicción de
espíritu.
Y para más obligaros, unido mi espíritu con las tres
jerarquías de los ángeles, saludo a la sacrosanta e
individua Trinidad con tres Padrenuestros, tres
Avemarías y un Gloria Patri.
Oración para todos los días
Excelentísimo príncipe del Empíreo, Rafael,
ministro del gran Rey, celador de su honra,
protector de la castidad, patrono de la limosna y
oración, conductor de los caminantes, libertador de
los peligros, proveedor en las necesidades,
iluminador de los ciegos y módico universal de
todas las enfermedades: a vos clamo, y a la sombra
de vuestro patrocinio acudo, para que os dignéis
sostenerme en todos mis peligros, consolarme en
todas mis tristezas, dirigirme en todos mis apuros y
remediarme en todas mis necesidades. Vos reunís
todas las prerrogativas de los nueve coros
angélicos.
Tenéis la pureza y candor de los ángeles
comunes; sois embajador de las cosas grandes
como los arcángeles; sobre vos descansa Dios
como en los Tronos; con las Dominaciones
señoreáis los ánimos; con los Principados veláis
sobre reyes y reinos; enfrenáis los demonios con las
Potestades; obráis estupendos milagros con las
virtudes; en vos, finalmente, se ven brillar las luces
de los Querubines y arder las amorosas llamas de
los Espíritus Seráficos.
Ya, pues, que residen en
vos tanta grandeza, poder y gloria, usad vuestra
generosa beneficencia con esta inútil criatura, que,
aunque frágil, al fin os ama con dulce pasión, para
que sea feliz en el tiempo y en la eternidad. Amén.
GOZOS
De Dios íntimo Privado y su Ministro escogido:
¡Rafael, de Dios querido, dad la salud, invocado!
Tú eres en Naturaleza un puro espíritu, y tal, que en
la Corte Celestial descuella tu grande Alteza; al sol
vences en belleza, del eterno Sol bañado: ¡Rafael,
de Dios querido, dad la salud, invocado!
En aquella antigua lid, en que el valiente Miguel
ajó al soberbio Luzbel, fuisteis invencible adalid.
Tropas del abismo, huid, pues ambos os han
hollado: ¡Rafael, de Dios querido, dad la salud,
invocado!
De los siete más vecinos al trono augusto de Dios
por uno os cuentan a vos los oráculos divinos.
Nuestros discursos mezquinos vencen tan noble
dictado: ¡Rafael, de Dios querido, dad la salud,
invocado!
Principado en dignidad, en las luces Querubín, en
las llamas Serafín, y trono en la majestad; reúnes la
autoridad del Angélico Senado: ¡Rafael, de Dios
querido, dad la salud, invocado!
Aunque tan grande en el Cielo del hombre no os
desdeñáis, de allá a la tierra bajáis para su guía y
consuelo.
De Dios tomando el modelo a nadie os
negáis, llamado: ¡Rafael, de Dios querido, dad la
salud, invocado!
Por vos Tobías el mozo libre de un susto mortal
halló bienes sin igual, halló mujer, halló gozo.
Por
vos llena de alborozo a Raguel su suegro amado:
¡Rafael, de Dios querido, dad la salud, invocado!
Sara, antes entristecida con siete maridos muertos
(por ti echado a los desiertos Asmodeo) vuelve a
vida, y a un santo marido unida prole feliz le has
logrado: ¡Rafael, de Dios querido, dad la salud,
invocado!
Tú de Gabelo el dinero para Tobías cobraste; tú
siempre caudal hallaste al que te ama con esmero.
Siempre en ti un fiel tesorero halla el bien
intencionado: ¡Rafael, de Dios querido, dad la
salud, invocado!
Tú a Tobías el mayor, ya de muchos años ciego,
con hiél de un pez diste luego de la vista el
resplandor.
Loa el anciano al Señor y ve al hijo
suspirado: ¡Rafael, de Dios querido, dad la salud,
invocado!
Tú ofreces en copa de oro al gran Rey de la alta
Sión la limosna, la oración y del pecho humilde el
lloro.
La piedad es tu decoro y hacer bien al
angustiado:
¡Rafael, de Dios querido, dad la salud, invocado!
Ángel de salud te llama la Iglesia, la cual opina que
el Ángel de la Piscina eres tú: y quien a ti clama de
tu caridad la llama presto siente remediado:
¡Rafael, de Dios querido, dad la salud, invocado!
Ya tu nombre mismo expresa que eres de Dios
medicina; de socorro rica mina todo el mundo te
confiesa.
¡Feliz el que te profesa un amor fiel y
alentado! ¡Rafael, de Dios querido, dad la salud,
invocado!
No es Córdoba solamente la que, por ti apadrinada,
se vio pronto libertada de un contagio pestilente: a
cualquiera edad y gente la salud has alcanzado:
¡Rafael, de Dios querido, dad la salud, invocado!
Pues siempre das grato oído al que te llama
confiado: ¡Rafael, de Dios querido, dad la salud,
invocado!
V). Stetit ángelus juxta aram templi.
R). Habens thuribulum aureum in manu sua.
OREMUS
Deus qui beatum Raphaelen Archangelum, Tobiae
famulo tuo comitem dedisti in via; concede nobis
famulis tuis, ut ejusdem semper protegamur
custodia, et muniamur auxilio. Per Christum
Dominum nostrum. Amen.
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PROBABLE VISITA DEL ARCÁNGEL RAFAEL
“En esta ciudad de Buenos Aires y en el año de
1804, había en el Convento de los R. P. Dominicos,
uno llamado el Padre Mansilla, sencillo y
fervoroso, el cual era devoto del glorioso Arcángel
San Rafael.
Asistía este religioso a una pobre
Señora que estaba enferma de un malísimo parto, la
que con este motivo había hecho una promesa a
San Rafael.
Ella vivía por los arrabales y se dice
era sobrina de Fray Silverio Rodríguez, dominico
ejemplar.
Llegó el 24 de octubre, día de su fiesta, y
aunque los demás Religiosos salieron a tomar
campo, el P. Mansilla fué a visitar a su enferma.
Esperaba paseándose afuera, mientras los médicos
la veían, cuando se le acercó un joven, a quien no
pudo menos do mirarlo con alguna extrañeza, con
una especie de morrión, botines, guantes, y que le
pregunta si podría ver a la enferma.
Entra luego que
salen los facultativos, fijándose todos en él, que
abre las dos puertas de la vivienda tocándolas con
las manos levantadas, un poco en alto y extendidas;
pulsa a la enferma, ve las recetas, señala cuáles de
ellas han de traer y dárselas, y asegura que se
pondrá buena. Entretanto, el P. Mansilla y los
demás que admirados presencian lo que dice y
ordena el desconocido joven, sienten una dulzura
interior cada cual de ellos, que no aciertan a
entender, y callan todos.
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Al salir se quitó uno de los guantes, con lo que se
llenó con un olor suavísimo todo aquel lugar.
Entonces salen de su estupor, corren a su alcance y
ya no lo hallan, no siendo posible que se ocultase
por estar aquello en descampado; y entonces
también acaban de conocer que el Santo Arcángel
habría visitado a sus devotos usando de su
acostumbrada piedad, pues la señora sanó, y los
demás fueron alegrados y con-, solados. Esto lo
referimos como lo hemos oído, sin anticipar juicios
sobro la autoridad de la Iglesia”.
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ADVERTENCIA
Sale a la luz este Novenario a impulsos de la
devoción ardiente que profesan a este Santo
Arcángel Rafael las religiosas del ejemplarísimo
Monasterio de Clarisas de la muy ilustre ciudad de
Tarragona. No es en vano esta dulce pasión con que
miran a tan sublime Espíritu.
Nadie debe extrañar la extraordinaria afición que
aquellas Religiosas han cobrado a tan singular
bienhechor, por las extraordinarias gracias favores
de él recibidos, y que, no contentas con el
formulario que usaban antes para sus novenas, me
hayan solicitado para la ordenación del presente.
No poco obligado yo también a este Arcángel de la
salud y de la providencia, he aceptado con gusto
ente encargo, con la idea de que todo el mundo
conozca la sublimidad, beneficencia y mérito de
aquel excelso Príncipe, y se proporcione con esto
toda suerte de gracias y mercedes.
Así será, sin
duda, si se hace este novenario con espíritu
humilde, devoto y confiado, especialmente si en
uno de sus días se procura recibir los santos
Sacramentos y ejercitarse en actos de virtud,
mayormente de caridad y oración, de las que Rafael
es especialísimo amigo y protector.
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