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E n s e ñ a n z a d e l o s
D o c e A p ó s
t o l e s
(«Didaché» o «Didajé» o «Didakhé »)
1. INSTRUCCIÓN MORAL
2. EL BAUTISMO
3. AYUNO Y
ORACIÓN
4. FÓRMULAS PARA LA CENA EUCARÍSTICA
5. INSTRUCCIÓN SOBRE
LOS APÓSTOLES Y PROFETASL
6.EL DÍA DEL SEÑOR
7. OBISPOS Y
DIÁCONOS
8. 8. ESCATOLOGÍA
UN SACRIFICIO PURO. DIDACHÉ O ENSEÑANZA
DE LOS DOCE APÓSTOLES, CAP. IX Y
X
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1. Instrucción moral.
Hay dos caminos, el de la
vida y el de la muerte, y grande es la diferencia que
hay entre estos dos caminos. El camino de la vida es éste:
«Amarás en primer lugar a Dios que te ha creado, y
en segundo lugar a tu prójimo
como a ti mismo. Todo lo que no quieres que se haga contigo, no lo hagas tú a
otro.»
Tal es la enseñanza de este discurso:
«Bendecid a los
que os maldicen y rogad por vuestros enemigos, y ayunad por los
que os persiguen. Porque ¿qué gracia hay en que améis a los que os aman? ¿No
hacen esto también los gentiles? Vosotros amad a los que os odian, y no tengáis
enemigo.»
Apártate de los deseos carnales. Si alguno te da una bofetada en la mejilla
derecha, vuélvele la izquierda, y serás perfecto. Si alguien te fuerza a ir con
él durante una milla, acompáñale dos. Si alguien te quita el manto, dale también
la túnica. Si alguien te quita lo tuyo, no se lo reclames, pues tampoco puedes.
A todo el que te pida, dale y no le reclames nada, pues el Padre quiere que se
dé a todos de sus propios dones.
Bienaventurado el que da conforme a este mandamiento, pues éste es inocente.
¡Ay
del que recibe! Si recibe porque tiene necesidad, será inocente; pero si recibe
sin tener necesidad, tendrá que dar cuenta de por qué recibió y para qué: puesto
en prisión, se le examinará sobre lo que hizo, y no saldrá hasta que no devuelva
el último cuadrante.
También está dicho acerca de esto: que tu limosna sude en tus manos
hasta que sepas a quién das. Segundo mandamiento de la doctrina:
No matarás,
no
adulterarás,
no corromperás a los menores,
no fornicarás,
no robarás,
no practicarás la magia
o la hechicería,
no matarás el hijo en el seno materno, ni quitarás la vida al recién nacido.
No codiciarás los bienes del prójimo,
no perjurarás,
no darás falso
testimonio.
No calumniarás ni guardarás rencor.
No serás doble de mente o de lengua, pues la doblez es
lazo de muerte. Tu
palabra
no será mentirosa ni vana, sino que la cumplirás por la obra.
No serás avaro, ni rapaz, ni
hipócrita, ni malvado, ni soberbio.
No
tramarás planes malvados contra tu prójimo.
No odiarás a hombre alguno,
sino que a unos los convencerás, por otros rogarás, a otros los amarás más que a
tu propia alma... Sé manso, pues los mansos heredarán la tierra. Sé paciente,
compasivo, sin malicia, tranquilo y bueno, temeroso en todo momento de las
palabras que has oído.
No te exaltarás, ni entregarás tu alma a la
temeridad.
No se junte tu alma con los soberbios, sino que andarás con los
justos y humildes. Los sucesos que te sobrevengan los aceptarás como bienes,
sabiendo que no sucede nada sino por disposición de Dios. Hijo mío, te acordarás
de día y de noche del que te habla la palabra de Dios, y le honrarás como al
Señor. Porque donde se anuncia la majestad del Señor, allí está el Señor.
Buscarás cada día los rostros
de los santos, para hallar descanso en sus
palabras. No harás cisma, sino que pondrás paz entre los que pelean. Juzgarás
rectamente, y
no harás distinción de personas para reprender las faltas.
No andarás con alma dudosa de si sucederá o no sucederá:
No seas de los
que extienden la mano para recibir, pero la retiran para dar. Si adquieres algo
por el trabajo de tus manos, da de ello como rescate de tus pecados.
No
vaciles en dar, ni murmurarás mientras das, pues has de saber quién es el buen
recompensador de tu limosna. No rechazarás al necesitado, sino que tendrás todas
las cosas en común con tu hermano, sin decir que nada es tuyo propio; pues si os
son comunes los bienes inmortales, cuánto más los mortales. Tu mano no se
levantará de tu hijo o de tu hija, sino que les enseñarás desde su juventud el
temor de Dios.
No mandarás con aspereza a tu esclavo o a tu esclava que
esperan en el mismo Dios que tú, no sea que dejen de temer a Dios que está sobre
unos y otros... Vosotros, los esclavos, someteos a vuestros señores como a
imagen de Dios con reverencia y temor...
En la asamblea confesarás tus pecados, y no te acercarás a la oración
con mala
conciencia.
Este es el camino de la vida (cap. 1-5).
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2. El bautismo.
En lo que se refiere al
bautismo, tenéis que bautizar así: Habiendo dicho todas
estas cosas, bautizad en el nombre del Padre y del Hijo y el Espíritu Santo, en
agua viva. Si no tienes agua viva, bautiza con otra agua. Si no puedes con agua
fría, hazlo con caliente. Si no tienes ni una ni otra, derrama agua sobre la
cabeza tres veces, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Antes
del Bautismo, ayunen el bautizante y el bautizando y algunos otros que puedan.
Pero al bautizando le ordenarás que ayune uno o dos lías antes (cap. 7).
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3. Ayuno y oración.
No ayunaréis juntamente con
los hipócritas (es decir, los judíos), que ayunan el
segundo y el quinto día de la semana. Vosotros ayunaréis el día cuarto y el de
la preparación. Tampoco hagáis vuestra oración como los hipócritas, sino, como
lo mandó el Señor en el Evangelio, así oraréis: Padre nuestro... Oraréis así
tres veces al día (cap. 8).
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4. Fórmulas para la cena eucarística.
En lo
que toca a la acción de gracias, la haréis de esta manera: Primero sobre
el cáliz: Te damos gracias, Padre nuestro, por la santa viña de David tu siervo,
la que nos diste a conocer a nosotros por medio de Jesús, tu siervo. A ti la
gloria por los siglos. Luego sobre el trozo (de pan): Te damos gracias, Padre
nuestro, por la vida y el conocimiento, que nos diste a conocer por medio de
Jesús tu siervo. A ti la gloria por los siglos. Como este fragmento estaba
disperso sobre los montes, y reunido se hizo uno, así sea reunida tu Iglesia de
los confines de la tierra en tu reino. Porque tuya es la gloria y el poder, por
Jesucristo, por los siglos.
Que nadie coma ni beba de vuestra comida de acción de gracias, sino los
bautizados en el nombre del Señor, pues sobre esto dijo el Señor: No deis lo
santo a los perros. Después de saciaros, daréis gracias así: Te damos gracias,
Padre santo, por tu santo nombre que hiciste morar en nuestros corazones, y por
el conocimiento, la fe y la inmortalidad que nos has dado a conocer por medio de
Jesús, tu siervo. A ti la gloria por los siglos.
Tú, Señor omnipotente, creaste todas las cosas por causa de tu
nombre, y diste a
los hombres alimento y bebida para su disfrute, para que te dieran gracias. Mas
a nosotros nos hiciste el don de un alimento y una bebida espiritual y de la
vida eterna por medio de tu siervo. Ante todo te damos gracias porque eres
poderoso. A ti la gloria por los siglos. Acuérdate, Señor, de tu Iglesia, para
librarla de todo mal y hacerla perfecta en tu caridad, y congrégala desde los
cuatro vientos, santificada, en tu reino que le has preparado. Porque tuyo es el
poder y la gloria por los siglos.
Venga la gracia y pase este mundo. Hosanna al Dios de David. El que sea
santo,
que se acerque. El que no lo es, que se arrepienta. «Maran Atha» Amén.
A los profetas, dejadles dar gracias
cuanto quieran (cap. 9 y 10).
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5. Instrucción sobre los apóstoles y
profetas.
Al que viniendo a vosotros os enseñare todo lo dicho, aceptadle. Pero si el
mismo maestro, extraviado, os enseña otra doctrina para vuestra disgregación, no
le prestéis oído; si, en cambio, os enseña para aumentar vuestra justicia y
conocimiento del Señor, recibidle como al mismo Señor.
Con los apóstoles y profetas, obrad de la siguiente
manera, de acuerdo con la
enseñanza evangélica: todo apóstol que venga a vosotros, sea
recibido como el Señor. No se detendrá sino un solo día, y, si fuere necesario, otro más.
Si se queda tres días, es un falso profeta. Cuando el apóstol se vaya no tome
nada consigo si no es pan hasta su nuevo alojamiento. Si pide dinero, es
un falso profeta.
No pongáis a prueba ni a examen ningún profeta que habla en espíritu. Porque
todo pecado será perdonado, pero este pecado no será perdonado. Con todo, no
todo el que habla en espíritu es profeta, sino el que tiene el modo de vida del
Señor. En efecto, por el modo de vida se distinguirá el verdadero profeta del
falso. Todo profeta que manda poner una mesa en espíritu, no come de ella: de lo
contrario, es un falso profeta. Todo profeta que predica la verdad, si no cumple
lo que enseña es un falso profeta. Todo profeta probado como verdadero, que
trabaja en el misterio de la Iglesia en el mundo, si no enseña a hacer lo que él
hace, no lo juzgaréis, pues su juicio está en Dios. Así lo hicieron también los
antiguos profetas. Pero al que dice en espíritu: Dame dinero, o cualquier otra
cosa, no le prestéis oído. En cambio si dice que se dé a otros necesitados,
nadie lo juzgue.
A todo el que viniere en nombre del Señor, recibidle. Luego examinándole le
conoceréis por su derecha y por su izquierda, pues tenéis discernimiento. Al que
pasa de camino le ayudaréis en cuanto podáis: pero no se quedará con vosotros
sino dos o tres días, si fuere necesario. Si quiere quedarse entre vosotros,
teniendo un oficio, que trabaje para su sustento. Si no tiene oficio, proveed
según prudencia, de modo que no viva entre vosotros cristiano alguno ocioso. Si
no quiere aceptar esto, se trata de un traficante de Cristo: tened cuidado con
tales gentes. Todo auténtico profeta que quiera morar de asiento entre vosotros
es digno de su sustento. Igualmente, todo auténtico maestro merece también, como
el trabajador, su sustento. Por tanto, tomarás siempre las primicias de los
frutos del lagar y de la era, de los bueyes y de las ovejas, y las darás como
primicias a los profetas, pues ellos son vuestros sumos sacerdotes. Si no tenéis
profeta, dadlo a los pobres. Si haces pan, toma las primicias y dalas conforme
al mandato. Si abres una jarra de vino o de aceite, toma las primicias y dalas a
los profetas. De tu dinero, de tu vestido y de todas tus posesiones, toma las
primicias, según te pareciere, y dalas conforme al mandato (cap. 11-13).
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6. El día del Señor.
En el día del Señor
reuníos y romped el pan y haced la eucaristía, después de
haber confesado vuestros pecados, a fin de que vuestro sacrificio sea puro. Todo
el que tenga disensión con su compañero, no se junte con vosotros hasta que no
se hayan reconciliado, para que no sea profanado vuestro sacrificio. Este es el
sacrificio del que dijo el Señor: «En todo lugar y tiempo se me ofrece un
sacrificio puro: porque yo soy el gran Rey, dice el Señor, y mi nombre es
admirable entre las naciones» (Mal 1, 11) (cap. 14).
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7. Obispos y diáconos.
Elegíos obispos y
diáconos dignos del Señor. hombres mansos, no amantes del
dinero, sinceros y probados; porque también ellos os sirven a vosotros en el
ministerio de los profetas y maestros. No los despreciéis, ya que tienen entre
vosotros el mismo honor que los profetas y maestros (cap. 15).
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8. Escatología.
Vigilad sobre vuestra vida. No
se apaguen vuestras linternas, y no dejen de
estar ceñidos vuestros lomos, sino estad preparados, pues no sabéis la hora en
que vendrá nuestro Señor. Reuníos con frecuencia, buscando lo que conviene a
vuestras almas, pues de nada os servirá todo el tiempo en que habéis creído. si
no consumáis vuestra perfección en el último momento. En los últimos días se
multiplicarán los falsos profetas y los corruptores, y las ovejas se convertirán
en lobos, y el amor se convertirá en odio. En efecto, al crecer la iniquidad,
los hombres se odiarán entre si, y se perseguirán y se traicionarán: entonces
aparecerá el extraviador del mundo, como hijo de Dios, y hará señales y
prodigios, y la tierra será entregada en sus manos, y cometerá iniquidades como
no se han cometido desde siglos. Entonces la creación de los hombres entrará en
la conflagración de la prueba, y muchos se escandalizarán y perecerán. Pero los
que perseveren en su fe serán salvados por el mismo que había sido maldecido.
Entonces aparecerán las señales auténticas: en primer lugar el signo de la
abertura del cielo, luego el del sonido de trompeta, en tercer. lugar, la
resurrección de los muertos, no de todos los hombres, sino, como está dicho:
«Vendrá el Señor y todos los santos con él» (Zac 14, 5). Entonces el mundo verá
al Señor viniendo sobre las nubes del cielo (cap.16).
Un sacrificio
puro
(Didaché o Enseñanza de los Doce Apóstoles, cap. IX y X)
En cuanto a la
Eucaristía, dad gracias así. En primer lugar, sobre el cáliz: «Te
damos gracias, Padre nuestro, por la santa vid de David, tu siervo, que nos
diste a conocer por Jesús, tu siervo. A Ti gloria por los siglos».
Luego, sobre el fragmento de pan: «Te
damos gracias, Padre nuestro, por la vida
y el conocimiento que nos diste a conocer por medio de Jesús, tu siervo. A Ti la
gloria por los siglos».
«Así como este trozo estaba disperso por los montes y reunido se ha hecho uno,
así también reúne a tu Iglesia de los confines de la tierra en tu reino. Porque
tuya es la gloria y el poder por los siglos por medio de Jesucristo».
Nadie coma ni beba de vuestra
Eucaristía a no ser los bautizados en el nombre
del Señor, pues acerca de esto también dijo el Señor: No deis lo santo a los
perros.
Después de haberos saciado, dad gracias de esta manera: «Te damos gracias, Padre
Santo, por tu Nombre Santo que has hecho habitar en nuestros corazones, así como
por el conocimiento, la fe y la inmortalidad que nos has dado a conocer por
Jesús tu siervo. A Ti la gloria por los siglos».
«Tú, Señor omnipotente, has creado el universo a causa
de tu Nombre, has dado a
los hombres alimento y bebida para su disfrute, a fin de que te den gracias y,
además, a nosotros nos has concedido la gracia de un alimento y bebida
espirituales y de vida eterna por medio de tu Siervo».
«Ante todo, te damos gracias porque eres poderoso.
A Ti la gloria por los
siglos».
«Acuérdate, Señor, de tu Iglesia para librarla de todo mal y perfeccionarla en
tu amor y a Ella, santificada, reúnela de los cuatro vientos en el reino tuyo,
que le has preparado. Porque Tuyo es el poder y la gloria por los siglos».
«¡Venga la gracia y pase este
mundo! ¡Hosanna al Dios de David! ¡Si alguno es
santo, venga!; ¡el que no lo sea, que se convierta! Maranatha.
Amén».
Ave María
Purísima
Cristiano Católico 27-12-2012