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Avisos Espirituales
para almas que aspiran a la santificación
CAPÍTULO VI
LA SAGRADA COMUNIÓN
100. Foco del amor de
Jesucristo--La Eucaristía
es el foco del fuego sagrado del amor divino. En efecto, se enciende en
nosotros el amor con el uso de este incomparable alimento, en el cual el
Dios de misericordia ha puesto todas sus maravillas; el divino Redentor
inmola en el altar su carne y su sangre al amor de las criaturas, y se
nos da en alimento; allí se convierte en alma de nuestra alma, dándonos
la prueba más incomprensible de su caridad sin límites. El Salvador nos
comunica insensiblemente algo de sus divinas cualidades para movernos a
amar lo que Él 'ha amado y buscarle a El mismo; para ayudarnos a dominar
nuestras aficiones, sometiendo la carne al espíritu, y acomodando a sus
máximas los pensamientos, deseos, sentimientos, palabras, acciones y
afectos.
Jamás ha habido ni habrá unión más estrecha que la que se establece
entre Jesucristo y nuestra alma por medio de la santa comunión. No
vacilemos, y puesto que es el amor el que nos llama al banquete
eucarístico, acudamos con amor. La comunión, frecuente, transformará
nuestro corazón en inextinguible hoguera de amor a Dios. ¿Dónde fueron
los mártires a buscar la fuerza que les sostuvo en los combates y en los
suplicios? En la sagrada comunión que había desarrollado en ellos el
sentimiento heroico de amor de Dios.
Sin embargo, si al
aproximarnos a la sagrada Mesa. No experimenta nuestro corazón este amor
de una manera sensible, no nos entristezcamos; ofrezcamos a Jesucristo
el deseo de amarle, de sentir los inefables efectos de su amor; démosle
por entero nuestro corazón, diciéndole que disponga de él a su placer y
que dirija todos nuestros movimientos, asegurándole que solo a EL
queremos pertenecer. Pero procuremos someternos al Señor por grande que
sea nuestra congoja. En tal caso, bástennos íntimos y fervorosos
coloquios con Jesucristo, entregándonos confiados a su bondad.
La Eucaristía es el más augusto de todos
los sacramentos.
No
encierra solo la gracia de Dios, sino al mismo Autor de la gracia, a
Jesucristo, Dios y hombre, su cuerpo, su sangre y su alma que han sido
formados en el seno de la bienaventurada Virgen María. Qué atracción
ejerce sobre nuestros corazones Jesucristo en la Santa Eucaristía Como
imán divino lo atrae elevándolos hasta sacarlos del mundo. Si el imán
natural no tiene poder bastante para atraer una piedra en que está
metida una barra de hierro, obra sobre el mismo hierro y poco a poco lo
separa de la piedra. Jesucristo tiene poder sobrado para levantarnos,
separándonos de nuestras miserias; pero como no quiere forzar nuestra
libertad, viene con frecuencia a nosotros por la: comunión, y de este
modo justifica estas palabras del profeta : Mis delicias son estar
entre los hijos de los hombres. La profecía se realiza en la sagrada
Eucaristía. Desciende el Señor y penetra en el corazón del hombre,
haciéndole sentir que Él es todo caridad; y alma, cuando le deja en
libertad, se separa poco a poco de la piedra, es decir, de si mismo y
del mundo de las cosas creadas
101. Jesucristo en el altar
es el guía de nuestra peregrinación.
-Jesucristo, que bajó a la tierra para mostrarnos el camino que conduce
al cielo, vive entre nosotros, morando en el sacramento del altar, para
acompañarnos en nuestra peregrinación y darnos en cierto modo la mano
para ayudarnos a dar los pasos. ¡Diariamente, se sacrifica para probarnos
que vino al mundo por todos nosotros y que quiere ser víctima
constantemente sacrificada, para que tomemos su carne como alimento
cotidiano, oh! ¡Qué unión tan íntima, tan completa, ha tratado de
establecer entre El y nosotros! El amor que nos demuestra en el
sacramento es tan prodigioso que jamás hubiéramos podido ni alma
imaginar dicha tan grande. Vayamos, pues, con frecuencia a Jesús. Que
sea realmente nuestra vida, nuestro sostén, nuestra fuerza, nuestro
todo. Mirad con gran respeto los sacramentos, especialmente el de la
divina Eucaristía, tesoro de la Iglesia, maravilla del mundo, admiración
de los ángeles. Hasta que alcancemos la bienaventuranza eterna, no nos
será dado apreciar debidamente los imponderables prodigios que la
Eucaristía obra. Repetid a menudo esta jaculatoria : ¡ Dios mío, haced
que no sean estériles las muchas gracias que llevo recibidas !
102. De la preparación para la
sagrada Comunión. La obediencia es la
mejor preparación, para la sagrada Comunión. Obrad según el consejo de
un director, ministro de Dios en la tierra. Considerémonos invitados a
la santa Mesa por Jesucristo que nos dice: «Venid a mi: quiero
entregarme a vosotros para consolaros y daros salud y vida ; quiero
penetrar por entero en vuestra alma». Es menester que nos humillemos
para corresponder a su invitación y recibirle con amor, reconocimiento y
confianza.
.........en construcción.................. continua
Sagrada
Comunion
https://www.vatican.va/roman_curia/congregations/ccdds/documents/rc_con_ccdds_doc_20040423_redemptionis-sacramentum_sp.html