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REFLEXIONESBasadas en algunas
"MEDITACIONES SOBRE LAS
LETANÍAS DE LA SANTÍSIMA VIRGEN PARA EL MES DE MAYO"
del Cardenal Newman
y
Extractos del libro
"LETANÍAS DE LA SANTÍSIMA VIRGEN"
del
Pbro. Ángel CavatoniLetanía y Letanías son términos que se usan
indistintamente, pero con igual significado.
PARA GLORIA DE LA SANTÍSIMA
TRINIDAD
y Para manifestar un filial homenaje de amor a nuestra Madre
Inmaculada María Santísima Mujer bendita entre todas las mujeres Esposa del
Espíritu Santo y
Madre de nuestro Señor Jesucristo
AGRUPACIÓN DE
ESPOSAS CRISTIANAS ABRIL DEL 2001, Guadalajara, Jalisco, México EN LA PASCUA DE
LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR
MAYO
El mes de Mayo ha sido escogido
para que, durante sus 31 días, practiquemos de una manera especial la devoción a
nuestra Madre la Santísima Virgen María.
Esto es debido a que en este mes la
tierra se adorna con hermosas plantas y follaje lleno de frescura, las flores se
muestran por todas partes, los días son largos y el sol sale temprano y se pone
tardo.
Esta alegría y este gozo de la naturaleza nos acompañan en la
devoción a nuestra Madre Santísima que es llamada Rosa Mística.
También el
mes de Mayo nos anuncia el verano.
Mayo es el tiempo, si no de la
realización, a lo menos de las promesas (porque la floración de Mayo promete la
realización, es decir, que las flores darán su fruto en el verano). Esto es el
aspecto bajo el cual podemos, con razón, considerar a María a quien está
dedicado.
Dijo el Profeta: "Saldrá un tallo de la raíz de Jesé y una flor
SURGIRÁ de la raíz. El tallo o la hermosa planta es María y de Ella SURGE el
Salvador, nuestro Señor.
Estaba predicho que Dios vendría a la tierra. Cuando
llegó la plenitud del tiempo se anunció su venida por medio del Ángel Gabriel:
"salve, llena de gracia" le dijo a María: "el Señor es contigo, bendita tu eres
entre todas las mujeres". Era Ella misma LA PROMESA SEGURA del Salvador que
venía.
Otra razón por la que el mes de Mayo se llama mes de María, es
porque dentro del Año Eclesiástico, es el tiempo más enriquecido, con fiestas
solemnes, ya que Febrero, Marzo y Abril es tiempo de Cuaresma; en Diciembre,
tiempo de Adviento y de esperanza porque Navidad se acerca, pero es también
tiempo de penitencia. Navidad, no dura ni un mes y aunque Enero nos da la gozosa
Epifanía, sigue inmediatamente el tiempo ordinario, pero Mayo pertenece a la
época de la Pascua, porque abarca con frecuencia parte de este mes; la gran
solemnidad de la Ascensión generalmente tiene lugar en Mayo; Pentecostés, la
fiesta del Espíritu Santo - LA FIESTA DEL AMOR, cae comúnmente en Mayo y varias
veces cae también la de la Santísima Trinidad... por lo tanto es el Mes en que
resuenan frecuentes Aleluyas.
INTRODUCCIÓN
LA LETANÍA LAURETANA
Letanía es una palabra
griega que significa oración, especialmente oración hecha en común, significa
también procesión, porque esta manera de orar se usa en las procesiones. El uso
de las Letanías es antiquísimo, se remonta a los primeros siglos de la Iglesia.
La más antigua es la Letanía de los santos, pero hay otras también aprobadas por
la Santa Iglesia.
En honor de nuestra Madre Santísima, conocemos la más
popular de todas las Letanías, la Lauretana, que es llamada así en las
Constituciones de los Sumos Pontífices: Sixto V, Clemente VIII, Alejandro VII,
etc., porque se usó por primera vez en el Santuario de Loreto.
La Letanía
Lauretana se compone de una serie de invocaciones a María, de títulos de honor
que los santos Padres le dieron, títulos que se fundan principalmente en la
única e incomunicable dignidad de María Madre de Dios. Con ellos honramos su
persona e invocamos su poderosa intercesión.
Las primeras invocaciones son a
Dios adorable Trinidad ... y a Cristo Redentor, para dar a entender que de Dios
nos llega todo bien y que Cristo es la fuente de toda gracia.
La
invocaciones a María, pueden dividirse en seis grupos:
1°.- Las primeras
abarcan, en resumen, todas sus grandezas (Santa María, etc.).
2°.- Siguen sus
atributos como Madre (Madre de Jesucristo, etc..).
3°.- Se saluda luego a
María Virgen (Virgen prudentísima, etc.).
4°.- Las prerrogativas de nuestra
Señora son representadas por imágenes o símbolos (espejo de justicia, etc.).
5°.- Se le exalta en sus
relaciones con la Iglesia Militante (salud de
los enfermos, etc.).
6°.- Finalmente, se celebra su gloria en la Iglesia
triunfante (Reina de los Angeles, Reina de los Patriarcas, Profetas, etc.)
Esta bellísima oración a
María se cierra con una triple invocación a su Divino
Hijo, CORDERO DE DIOS que quita los pecados del mundo, para que nos perdone, nos
escuche y tenga misericordia de nosotros que tantas veces hemos pecado.
En el transcurso de los años,
los Papas añadieron algunas invocaciones, ej.
Cuando Europa fue invadida por los turcos, se añadió: Auxilio de los cristianos:
después de la definición del Dogma de la Inmaculada Concepción: Reina concebida
sin pecado original; después de haber sido consagrado el mes de Octubre al Santo
Rosario. Reina del santísimo Rosario: cuando ardía la primera Guerra mundial:
Reina de la Paz: con motivo de la definición del Dogma de la Asunción: Reina
llevada al cielo en cuerpo y alma.
Recitar la Letanía es ante todo dar
gloria a Dios que tanto ensalzó a su Madre Santísima; es darle gracias a Ella y
por Ella. Es alabarla, admirarla y pedirle su protección, es reconocer y meditar
sus virtudes, movernos a imitarla, en cuanto es posible a nuestra humana
debilidad, es pedir a Dios y a Ella gracia y protección para llevar a cabo lo
que es imposible a nuestras propias fuerzas.
Es una oración corta y muy
fácil para quien la medita, es una oración rica de santos pensamientos y de
afectos sobrenaturales.
Señor. ten piedad de nosotros (al Padre). Cristo, ten
piedad de nosotros (a Cristo). Señor, ten piedad de nosotros (al Espíritu
Santo), Así empiezan las Letanías.
Antes de abrir los labios para alabar a
María hemos de preocuparnos ante todo, de conseguir de la misericordia de Dios
que se apiade de nosotros ... que nos conceda su gracia y su perdón.
"Cualquier cosa que pidiereis
al Padre, os la concederá", pero
recordemos que Jesucristo añade "en mi nombre" Interpongamos conscientemente
esta mediación de Cristo, el Único que puede darle eficacia. Repitamos con
ardorosa fe y con humildad el grito de PIEDAD ¡Señor, ten piedad' ¡Cristo, ten
piedad!, Señor, ten piedad! CRISTO, ÓYENOS - CRISTO, ESCÚCHANOS
Para que
Jesús nos oiga es necesario tener un corazón contrito. Si no estamos actualmente
en gracia de Dios, propongámonos reconquistarla y apartemos el corazón de la
culpa. Si tenemos odio, si alimentamos venganza, etc., no podemos pretender que
El nos oiga. Hagamos el propósito de recibir el sacramento de la Confesión lo
más pronto posible.
Ser escuchados no es lo mismo que ser oídos. Ser
escuchados es como el colmo de la bondad de Cristo para nosotros. El desea que
lo que le pedimos sea con atención, no estar distraídos, que lo que pronuncian
nuestros labios esté en la mente y en el corazón.
PADRE CELESTIAL QUE ERES DIOS, TEN PIEDAD DE
NOSOTROS.
Le decimos
Padre Celestial .... Esta palabra nos hace admirar la Infinita grandeza y la
Infinita benignidad de Dios que aun habitando en una Luz inaccesible, atiende a
la voz suplicante de sus criaturas ... de sus hijos ... con su amor Paterno.
HIJO REDENTOR DEL MUNDO
QUE ERES DIOS, TEN PIEDAD DE NOSOTROS
Invocamos
al Hijo no solamente como Dios, sino también como Hombre - Dios ... como
REDENTOR.
El Hijo de Dios vino a librarnos de la esclavitud del pecado. El es
el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo. Con su Pasión y Muerte nos
mereció el perdón y ahora por medio de la gracia obtenemos mucho más de lo que
habíamos perdido. ¡Divino Redentor! ... ¡Amado Redentor! Líbranos de la
esclavitud de nuestras culpas actuales.
ESPÍRITU SANTO QUE ERES DIOS, TEN
PIEDAD DE NOSOTROS.
Dios es amor, dice San Juan (1 J. 4.16). En la
admirable obra de la reconciliación del hombre con Dios, entre todos los
atributos de la divinidad, está el Amor Infinito de Dios que busca la oveja
descarriada y como el perdón de los pecados es obra del AMOR y de la BONDAD
Infinita de Dios se atribuye al Espíritu Santo, Amor substancial del Padre y del
Hijo.
La misericordia de Jesús para los pecadores y las parábolas en las
cuales quiso expresarla en páginas eternas para consuelo de todas las ovejas
descarriadas, son la expresión más bella del AMOR que perdona. Dios nos perdona
siempre y nos llama, nos sale al encuentro, nos acoge, nos retorna su amistad y
nos devuelve la dignidad de hijos suyos ... Dios AMOR ... Dios Espíritu Santo.
SANTÍSIMA TRINIDAD
QUE ERES UN SOLO DIOS, TEN PIEDAD DE NOSOTROS.
Después de haber invocado a las tres Divinas Personas
pasamos a
invocarlas en unidad, bajo el nombre de Augusta Trinidad. La Iglesia pone en
nuestros labios esta invocación para recordarnos el Misterio inefable de la
Unidad y Trinidad de Dios. Este Misterio es el fundamento y el origen de toda la
fe revelada. El Misterio de la Encarnación del Verbo lo supone y emana de él y,
del Misterio de la Encarnación derivan todos los misterios y todas las verdades
de nuestra fe: el misterio de las dos naturalezas y de la Persona Divina de
Jesucristo, los Misterios de la Redención, de la Santa Iglesia, de la Gracia, de
los Sacramentos, etc.
SANTA MARIA
Debemos aceptar y entender
que solo Dios es Santo y que comunica sus grandes Atributos, en diferente
medida, a sus criaturas racionales, ante todo, el de LA SANTIDAD, por ser el más
necesario.
Por esta razón llamamos a nuestra Señora: SANTA MARIA.
Cuando Dios quiso
preparar una madre humana para su Hijo, la hizo
Inmaculada en su Concepción ... la hizo SANTA aún antes de que hubiera nacido,
antes de que pudiera pensar, hablar, obrar ... la preservó del pecado original y
de toda mancha. Por esto, difiere de todos los santos. ¡Toda Pura, toda Santa es
María!.
María es nombre de ayuda y consuelo. Cuando la invocamos con fe, con
devoción y con amor recibimos inmediatamente ayuda, aliento y consuelo. Dice San
Bernardo, del santísimo nombre de Jesús, pero muy bien puede aplicarse al dulce
nombre de María, que este nombre es alimento suave que conforta, es medicina que
alivia los dolores y las penas, "es miel en la boca, melodía en los oídos,
alegría en el corazón".
Procuremos honrar este santo nombre y reparar las
ofensas que se hacen a esta Buena Madre. Invoquémosla en todas nuestras
necesidades.
El nombre de Jesús y el nombre de María, concluye San Bernardo,
producen la curación de nuestras miserias y dominan las pasiones violentas.
Tengamos estos nombres en el corazón y en los labios durante la vida y los
tendremos en el corazón y en los labios en nuestra última hora, y así seremos
auxiliados en aquel momento, pues esos nombres santamente invocados serán para
nosotros prenda de Luz, de gracia, de perdón y de seguridad en aquella eternidad
feliz que todos esperamos.
RUEGA POR NOSOTROS
En las Letanías le
decimos a María: "Ruega por nosotros" y no "ten Piedad de nosotros" como lo
hacemos al dirigirnos a las Tres Divinas Personas, porque solo Dios es fuente
Infinita de toda gracia. Ella y los santos son canales a través de los cuales
Dios se complace en hacernos llegar sus gracias.
Las súplicas de los santos son eficaces para nosotros y
poderosas ante Dios, pero son mucho más poderosas y eficaces las súplicas de nuestra Madre
María Santísima
Rogándole a Ella su intercesión, estamos seguros de que como
es la más excelsa, la más santa de las criaturas y la más grata a Dios es la que
en consecuencia puede más delante de Dios y por otra parte es la que más nos ama
y la que más desea favorecernos.
SANTA MADRE DE DIOS
Después de haber invocado a María con su nombre, pasamos ahora a invocarla con una serie de títulos muy
apropiados. Y ante todo con la más excelsa de sus dignidades, principio y
fundamente de todas las demás, la sublime y singular dignidad de MADRE DE DIOS.
La Divina Maternidad de
María es Dogma y Artículo fundamental de nuestra
fe.
En la base de nuestra religión tenemos dos inefables misterios: el
Misterio de la Santísima Trinidad y el de la Encarnación del Verbo.
La Encarnación supone la Trinidad. EL
Hijo que se ha encarnado supone EL
PADRE del cual ha sido engendrado, y si se ha encarnado por obra del Espíritu
Santo, confirma la existencia de esta tercera Persona de la Santísima Trinidad y
no se puede imaginar la Encarnación sin una Madre que proporcione la naturaleza
humana al Verbo. He aquí cómo la divina Maternidad de María entra en el
fundamento y en el nexo esencial de las supremas verdades de nuestra religión. Y
así como los principales artículos de la fe revelada (la Redención, la Gracia,
la Iglesia, los Sacramentos, la vida eterna, etc.) son consecuencias del
Misterio de la Encarnación, así estas importantes verdades tienen una íntima e
indiscutible relación con el Dogma de la Divina Maternidad de María.
Santa Madre de Dios porque Ella es
madre de la naturaleza humana de
Cristo; pero esta naturaleza humana está en Cristo indisolublemente,
personalmente, hipostáticamente unida a la naturaleza divina en unidad de
Persona, y ésta es divina. María es por lo tanto, Madre de esta Persona divina,
Jesucristo, Dios y hombre verdadero.
SANTA VIRGEN DE LAS VÍRGENESCon esta invocación afirmamos que la virginidad
de
María no es común ... es única ... perfecta ... sublime y que añadió a su Pureza
Virginal un sello de consagración y de perpetuidad.
Los católicos creemos con
la Santa Iglesia que María ha sido antes del parto, en el parto y después del
parto, ... SIEMPRE VIRGEN PURÍSIMA.
Los dos estados: virginidad y maternidad son en sí santos, el primero
es
muy generoso y noble. La maternidad es un claro reflejo de la adorable
fecundidad del Padre Eterno, del cual, como nos asegura el Apóstol San Pablo
(Ef. 4. 14-15) deriva toda paternidad en el cielo y en la tierra, imita a la
omnipotencia creadora y tiene el mérito de poblar el cielo.
María unió en sí estos dos títulos sublimes,
ser MADRE y VIRGEN FECUNDA.
Por estas razones la Iglesia llama a María VIRGEN DE LAS VÍRGENES.
MADRE DE CRISTO
Siendo Jesucristo Dios, Creador
y Salvador, podría parecer que es lo mismo llamar a María, Santa Madre de Dios,
Madre de Cristo, Madre del Creador, Madre del Salvador. Pero estos diversos
títulos no expresan lo mismo ... indican diversos aspectos bajo los cuales es
considerada la misma Persona adorable del Redentor, diversos oficios de esta
divina Persona, o distintos beneficios que se derivan de Cristo y de María.
Madre de Cristo significa que
María participa, en cuanto es posible a la
criatura, de la dignidad y excelencia de Cristo y de los beneficios por El
otorgados.
La palabra griega Cristo significa ungido o consagrado.
Antiguamente eran consagrados con
la unción (óleo) los sacerdotes, los reyes y
los profetas; y Jesús es por excelencia el Sacerdote, el Rey y el Profeta;
también se consagraban los vasos sagrados destinados al culto divino.
Cuando
saludamos e invocamos a María como Madre de Cristo, significamos que Ella es
vaso consagrado a Dios; que por las íntimas y singulares relaciones que la
acercan a su Divino Hijo, participa en cierto modo de la dignidad de sacerdote,
de rey y de profeta.
María fue vaso de unción o consagrado ... y tiene
participación en el sumo Sacerdocio de Cristo.
Desde el primer momento de su
existencia Ella estuvo llena de la Divina Gracia, óleo precioso y fue destinada
a contener durante nueve meses a la Santidad por esencia.
María participa
del Eterno Sacerdocio de Jesucristo ... de Cristo Sacerdote que se ofreció a
Dios una vez sobre el altar de la Cruz, derramando entre grandes dolores su
Sangre de precio infinito por nuestros pecados y se ofrece cada día de modo
incruento sobre los altares por manos de los Sacerdotes.
Ella participa del
sacrificio de la Cruz y del de la Eucaristía.
En primer lugar suministró la
materia: aquel Cuerpo Divino que fue inmolado en la Cruz ... en el Calvario y
que continuamente se inmola en las Iglesias, es Cuerpo formado de la sola
substancia de María Santísima, puesto que Ella es Madre Virgen; la Sangre que un
día fue derramada en la Pasión y en la Muerte del Hombre - Dios y que todos los
días se derrama místicamente en el Perenne Sacrificio, es Sangre de María,
suministrada por Ella al Hijo de Dios.
En segundo lugar, participa del
Sacrificio de la Cruz y del de la Eucaristía, porque ofreció con Jesucristo
Primero y Sumo Sacerdote, el Sacrificio del Calvario y sigue ofreciendo sobre
los altares la Víctima Divina porque el Sacrificio de la Misa es prolongación
del de la Cruz.
Por esto María Santísima es llamada Corredentora e invocada
como MADRE DE CRISTO.
MADRE DE LA IGLESIA La Santa Iglesia todavía
no incluía esta Invocación cuando fueron
elaborados los textos en los que hemos basado estas reflexiones, por lo que a
continuación transcribimos los puntos 25 al 27 del discurso pronunciado por S.
S. Pablo VI, el 21 de Noviembre de 1964, en la sesión de clausura de la tercera
etapa conciliar, cuando fue proclamada María Santísima "Madre de la Iglesia".
(25) "Así, pues, para
gloria de la Virgen y consuelo nuestro, proclamamos a
María Santísima Madre de la Iglesia, es decir, Madre de todo el pueblo de Dios,
tanto de los fieles como de los pastores que la llaman Madre amorosa, y queremos
que de ahora en adelante sea honrada e invocada por todo el pueblo cristiano con
este título.
(26) Se trata de un título, que no es nuevo para la piedad de
los cristianos, antes bien, con este nombre de Madre, y con preferencia a
cualquier otro, los fieles y la Iglesia entera acostumbran dirigirse a María. En
verdad pertenece a la esencia genuina de la devoción a María, encontrando su
justificación en la dignidad misma de la Madre del Verbo Encarnado.
(27)
La divina maternidad es el fundamento de su especial relación con Cristo y de su
presencia en la economía de la salvación operada por Cristo, y también
constituye el fundamento principal de las relaciones de María con la Iglesia,
por ser Madre de Aquel que desde el primer instante de la encarnación en su seno
virginal se constituyó en cabeza de su Cuerpo místico, que es la Iglesia.
María, pues, como Madre de
Cristo, es Madre también de los fieles y de todos los
pastores, es decir, de la Iglesia".
MADRE DE LA DIVINA GRACIAEl
Arcángel San
Gabriel saludó a María diciéndole: "llena de gracia", por lo tanto, es de fe que
al realizarse en Ella el Misterio de la Encarnación del Verbo, estaba PLENA DE
GRACIA. Pero ... desde aquel instante creció MÁS en Ella la GRACIA.. Plena
quiere decir completa, llena, pero se usa este término para resaltar aquello de
lo que se está hablando, en este sentido se dice que María estaba PLENA DE
GRACIA, llena, pero en su vida el momento central o culmen es el de la
Encarnación del Verbo y desde entonces en Ella continuó aumentando la GRACIA ...
en PLENITUD.
La Santidad de Jesús, cuánto aprovechó a Su Madre que con tanta
atención recibía y conservaba en su corazón las palabras y los actos de su
Divino Hijo. El formó la Santidad de su Madre, tan próxima a la suya cuanto es
posible en una pura criatura y la elevó a un grado altísimo, más alto, sin
comparación, que el de todos los elegidos, de todos los santos.
Llena de
Gracia, ninguna hay que Ella no pueda obtener. Cristo es el MANANTIAL de la
GRACIA y su MADRE SANTÍSIMA es como un depósito, un recipiente (que recibe), de
dónde por su intercesión alcanzamos gracias ... y al Autor de la GRACIA.
CRISTO, MANANTIAL DE
LA DIVINA GRACIA. MARIA, MADRE DE CRISTO
MADRE DE LA DIVINA GRACIA.
MADRE PURÍSIMA
Lo que
manifestamos creer y atribuimos a María con este título, es la total y perfecta
exención de toda sombra de culpa y defecto. Pureza excepcional, integridad de
vida que no la tiene igual ni semejante, nadie más.
El Pontífice San León
escribe que en las diversas vicisitudes de la vida, no hay, ni aún la persona
más perfecta, que de vez en cuando no se manche con el polvo de la tierra. En
Proverbios (24.16) dice que 7 veces cae el justo ... caídas ligeras y veniales
pero ... son caídas.
Únicamente en María nada que sea mancha se encuentra en
Ella,
MADRE CASTÍSIMAMadre Castísima se
refiere al brilló de la virginidad en cuanto al alma, esto es a la perfecta
pureza de pensamientos y afectos. Ella conservó durante toda su vida esta pura
castidad del alma.
MADRE SIN MANCHAMadre sin
mancha expresa la limpieza de los sentidos externos. La causa de la admirable
Pureza Virginal de María no fue la exención en Ella del pecado original ... La
primera y más eficaz razón fue la Gracia de Dios, pero Ella cooperó a esta
gracia con todos los medios, guardando rigurosamente sus sentidos externos, sus
ojos para la contemplación de todas las cosas en las que encontraba los
vestigios de Dios, de la sabiduría y del poder divinos: los oídos y la boca para
escuchar y para pronunciar las alabanzas de Dios ... Ella hacia en este mundo lo
que los Angeles hacen en el cielo y mejor aún que ellos: amar y alabar a Dios.
La Iglesia llama a María:
Virgen de las vírgenes, la Virgen por excelencia,
porque fue incomparablemente la más pura de todas.
MADRE SIN CORRUPCIÓN Madre sin corrupción = pureza de vida y santidad de
costumbres.
En
María Santísima todos sus pensamientos, palabras y obras siempre fueron para
gloria de Dios.
Debemos entender que no sólo su alma sino también su cuerpo
fue llevado al cielo después de su muerte, de tal manera que no pasó por el
largo período del sepulcro, como todos los seres humanos. Su cuerpo santísimo no
experimentó la corrupción. Su Divino Hijo, por el Infinito amor con que la amaba
no podía soportar que su cuerpo quedara en el sepulcro y también por la santidad
trascendente de María y porque Ella estaba llena de gracia hasta rebosar.
Pasó por la muerte como nuestro
Señor y también como El y por Su poder
omnipotente fue llevada al cielo.
MADRE INMACULADA
Esta invocación
se refiere a la Inmaculada Concepción de nuestra Madre la Virgen
María.
Esta verdad revelada es que Ella fue concebida en el seno de su madre,
Santa Ana, sin mancha de pecado original.
El pecado original es el pecado de
infidelidad y desobediencia a Dios, cuyas consecuencias hemos heredado, todos
nacemos en ese estado y el sacramento del Bautismo es el medio por el cual somos
liberados de él.
María nunca vivió en ese estado, fue exceptuada de él por un
designio ... por un decreto eterno de Dios y según este eterno decreto el que
había nacido desde toda la eternidad, nació en el tiempo para salvarnos y la
redención de María fue entonces resuelta de esta manera especial que llamamos
Inmaculada Concepción (Ella fue redimida en previsión de los méritos de su
Divino Hijo).
MADRE AMABLE
Madre digna de ser
amada.
Tres cosas contribuyen principalmente para hacer a una persona amable,
merecedora de nuestro amor:
La hermosura de cuerpo y de alma.
La bondad,
esto es, la natural inclinación a hacer el bien y El amor que la persona nos
tiene.
En ninguna persona se encuentran tan unidas y en grado tan eminente
como en María Santísima que es digna de todo nuestro amor, por eso la Iglesia le
da el título de Madre Amable.
MADRE ADMIRABLE
Se dice que una
persona o cosa es admirable o digna de admiración cuando es
perfecta, extraordinaria; por esto impresiona los sentidos, la imaginación, el
pensamiento.
María es verdaderamente admirable, porque es extraordinaria y no
hay nadie que reúna como Ella semejante grandeza de privilegios y de virtud.
Por estas dos razones: sus
privilegios y sus virtudes, María Santísima es
invocada con el título de Madre Admirable.
MADRE DEL BUEN CONSEJO
Son muchos y todos ellos magníficos y gloriosos, los
títulos que la Iglesia da a la Madre de Dios en estas Letanías, pero es
particularmente bello el de Madre del Buen Consejo porque:
• Es la Obra del
Eterno Consejo
• Fue llena, de manera singular, del Don de Consejo
• Y,
debemos recurrir a Ella para obtener este Don.
OBRA DEL ETERNO CONSEJO quiere
decir que Dios, desde toda la eternidad, pensó en María y la miró con
complacencia; la amó con especial afecto y quiso hacer de Ella la Obra Maestra
de su Infinito Poder, Sabiduría y Bondad, puesto que desde toda la eternidad la
eligió y predestinó para ser la Madre de su Divino Hijo.
LLENA DE MANERA
SINGULAR DEL DON DE CONSEJO. El Don de Consejo, don del Espíritu Santo por el
cual somos iluminados para conocer y para escoger siempre entre todas las cosas,
aquella que mejor sirve para la Gloria de Dios y para nuestra salvación.
De
este Don estuvo singularmente llena María Santísima (y de TODOS los Dones y de
TODAS LAS GRACIAS) por lo que Ella supera incomparablemente a toda la humanidad.
DEBEMOS RECURRIR A ELLA
PARA OBTENER ESTE DON y así poder conocer, escoger y
hacer siempre lo mejor para Gloria de Dios y bien del alma. Tenemos necesidad
del Don de Consejo para defender nuestra Fe, para guardar el gran tesoro de la
gracia de Dios, para huir del ambiente anticristiano, de todo el mal que nos
rodea.
¡Oh querida Madre! Ruega a tu Divino Hijo que su Divino Espíritu ...
el Espíritu Santo, desarrolle en nuestras almas el Don de Consejo ... y los
otros seis Dones de los que tenemos tanta necesidad. ¡Madre del Buen Consejo,
ruega por nosotros!.
MADRE DEL CREADOR
María en el plan de la
CREACIÓN y de la RESTAURACIÓN:
Ella es la
Madre de Cristo, del Verbo del Padre hecho carne. El Verbo es el centro de la
creación "por medio de El fueron hechas todas las cosas y sin El no se hizo nada
de cuanto existe" (Jn. 1.3). En Cristo, lo que se atribuye a Dios se puede
atribuir también al Dios - Hombre, así, habiendo sido hecho de María Santísima
Aquel por el que han sido hechas todas las cosas, puede decirse que toda cosa
fue hecha por Ella, porque engendró al HACEDOR ... al CREADOR. Por esto María
tomó parte, EN CIERTO MODO, en la obra de la Creación.
Pero la restauración,
la renovación de todas las cosas, según enseñan los Santos Padres, es una
segunda creación y ésta fue realizada por medio de Jesucristo. En esta segunda
creación, en esta Redención del género humano, el centro es también Jesucristo,
de manera que el Verbo Divino es doblemente CREADOR. También María Santísima
tomó parte activa en esta restauración que se realizó con su consentimiento.
El "HAGAMOS" (igual a
"HÁGASE") primero ( el de Dios) produjo de la nada todas
las cosas,. El "HÁGASE en mí según tu palabra" pronunciado por María cooperó a
restaurar todas las cosas en Cristo y a devolverles su primitiva perfección.
Sin el "HAGAMOS" Divino, todo
habría permanecido en la nada; sin el "HÁGASE" de
María, todo habría permanecido en una condición, bajo muchos aspectos, peor que
la nada.
El primer "HAGAMOS" levantó a la criatura humana hasta la semejanza
con Dios; el segundo (HÁGASE) levantándola aún más alto, la unió (en Cristo)
personalmente a Dios.
El "HAGAMOS" Divino es, por consiguiente, omnipotente y
creador por naturaleza; el "HÁGASE" de Ella es omnipotente, restaurador y
creador por gracia. De esta manera María Santísima tomó parte en la creación ...
¡MADRE DEL CREADOR!.
MADRE DEL SALVADOR
También aquí, como en las
consideraciones anteriores, necesitamos entender porqué el nombre de Salvador va
asociado al título dado a María en las Letanías.
Antes de su venida, Jesús
era conocido como Mesías, pero cuando apareció en la tierra fue conocido bajo
tres títulos nuevos:
• Hijo de Dios
• Hijo del hombre
• SALVADOR
El primero expresa su
naturaleza Divina; el segundo su naturaleza
humana; el tercero su ministerio personal.
El Angel que se apareció a María
le llamó Hijo de Dios; el que se apareció en sueños a José le llamó Jesús que
quiere decir Salvador; también le dieron este nombre los ángeles que se
aparecieron a los pastores en la noche de su Nacimiento. Pero El en el Evangelio
se llama a sí mismo de un modo particular: Hijo del hombre.
Verdaderamente es
nuestro Salvador, porque con su Pasión y Muerte nos ha redimido y nos ha
liberado del pecado. Unió en la unidad de su Persona Divina la naturaleza divina
y la naturaleza humana.
Dios verdadero, debía ser verdadero hombre para poder realmente sufrir y
morir y al mismo tiempo para que el precio de nuestro rescate, su Pasión y
Muerte, tuviera el valor infinito que exigía la Majestad de Dios y la culpa
cometida por el ser humano ... Y, María Santísima es Madre de Jesucristo, Madre
del Dios - Hombre; así, Ella es MADRE DEL SALVADOR.
Pero hay una segunda razón de este título y es que
Ella cooperó y
coopera de modo singular en la obra redentora de Jesucristo, como Corredentora
al pie de la Cruz y como Corredentora en el corazón de sus hijos.
Sobre la
Cruz debía consumarse el sacrificio de la redención y la victoria sobre el
pecado y María Santísima está íntimamente asociada a la Cruz. Ella ofreció
generosamente al Padre en el Calvario, la Carne y la Sangre del Hijo, que era
también carne y sangre suya.
Después del amor a Dios no hay afecto que tanto
nos aparte del pecado y sea tan fuerte y eficaz para librarnos de él como el
amor a María, Madre del Salvador y Madre nuestra.
En la persona de Juan, el
discípulo amado, Jesús nos entregó a su Madre cuando le dijo a Ella: "Ahí tienes
a tu hijo" y nos la dio a nosotros por Madre cuando le dijo a él: "Ahí tienes a
tu madre".
VIRGEN PRUDENTÍSIMA
Con este
título, la Iglesia tributa a María un gran elogio, pues la prudencia es la
primera de las virtudes cardinales y es la virtud moral que consiste en
discernir y distinguir lo que es bueno para seguirlo o malo para apartarse de
él. Prudencia es cautela, es moderación, sensatez, buen juicio ... además, es la
que dirige y regula todas nuestras acciones.
La vida cristiana sin la
prudencia pierde toda belleza, toda fecundidad de bien. La prudencia, virtud
moral se adquiere de ordinario con los años. María es tanto más digna de
alabanza porque fue prudentísima desde su tierna edad; excepcional prudencia más
celestial que terrena, más infundida por Dios que adquirida con el estudio, con
la práctica o con la edad.
San Bernardo no acaba de admirar la prudencia de
Maria en el coloquio que tuvo con el Arcángel Gabriel, y con la prudencia, todas
las virtudes cardinales. Ante el anuncio de que concebirá al mismo Hijo de Dios,
permanece constante en la resolución de su virginidad. Ella no es incrédula como
Zacarías, sabe por el Profeta Isaías que el Divino Mesías prometido ha de nacer
de una virgen, pero pregunta el cómo, requiere una explicación, ésta es
prudencia sobrenatural y divina.
Concluye San Bernardo que Ella fue prudente
en su interrogatorio. Por este solo rasgo de la vida de María conocemos que era
poseedora perfecta de la prudencia y de todas las demás virtudes cardinales y
como consecuencia también de las virtudes morales.
¡Oh Virgen PRUDENTÍSIMA,
derrama un rayo de tu prudencia sobre nosotros, que ilumine nuestro obrar y nos
guíe al hablar. ¡Oh Madre Santísima!, enséñanos a callar, cuando debemos ser
prudentes.
VIRGEN VENERABLE
La veneración es
aquel honor y reverencia que se le da a una persona en testimonio de su
excelencia, de su virtud sobrenatural, de su santidad y consiste en una gran
consideración de nuestra mente hacia la persona dotada de estas cualidades en un
correspondiente afecto del corazón, estima y aprecio.
Por consiguiente la santidad es objeto de
veneración. Si queremos
conocer por que merece María el título de Venerable hemos de considerar la
grandeza de su santidad.
Muchos cristianos confunden la perfección cristiana
o la santidad con los medios para obtenerla; otros hacen consistir la santidad
en las penitencias exteriores; otros en largas oraciones; otros en despojarse de
toda cosa por amor al prójimo y así por el estilo. Estas y semejantes prácticas
son medios muy útiles para llegar a la santidad; serán, con la gracia Divina,
principio y señal, fruto y efecto de la santidad, pero no son la santidad
esencial. De hecho ha habido santos que no lo dieron todo a los pobres, que no
practicaron penitencias extraordinarias, que no hicieron largas oraciones. La
santidad es la perfección en el amor.
La esencia de la perfección evangélica
consiste en la unión con Dios. Dios es santo por naturaleza; nosotros cuando
estamos unidos a El, somos santos por gracia. La unión con Dios es efecto de la
caridad, cuando el cristiano observa y vive perfectamente el precepto básico de
la ley evangélica: "Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y
con todas tus fuerzas" y el segundo: "Ama al prójimo como a ti mismo" (cfr.
Marcos 12.28-34) (cfr. Mateo 22.37-40), está viviendo la santidad.
La medida
de la santidad de María es su ardiente Caridad de Madre de Dios.
Para conocer
lo digna que es de VENERACIÓN, sería necesario profundizar en los abismos
inaccesibles de su corazón y medir su amor y esto solo Dios puede hacerlo.
La
gracia de Dios es la que nos hace santos, es por eso que la plenitud de la
gracia confiere la plenitud de la santidad. La gracia, semilla y fruto de la
santidad, hace que Dios esté en nosotros y nosotros en Dios.
María fue
declarada y proclamada solemnemente de parte de Dios, por medio del Arcángel
Gabriel: LLENA DE GRACIA Y POSEEDORA DEL SEÑOR.
¡Cuán SANTA y VENERABLE ERES,
OH MADRE!.
VIRGEN DIGNA DE ALABANZA
Debemos imitar las
virtudes de la Virgen María y procurar que los demás también lo hagan y que se
conozca y admire su singular santidad. Es una exigencia del amor, que es
difusivo por naturaleza, propagar, glorificar, hacer conocer a la persona amada.
Este es el sentido de esta invocación VIRGEN DIGNA DE ALABANZA.
María vivió
en la piadosa sombra de una oscuridad que conmueve, en profunda y perfecta
humildad. Aparece en la primera parte del Evangelio y después solamente
reaparece en el Calvario cuando participó en las penas de la Cruz.
Después de
Jesucristo, el alma más santa y más excelsa fue sin duda la de María Santísima,
por eso debe ser, la más exaltada y colmada de alabanzas.
Estas alabanzas y
esta gloria tuvieron principio antes que Ella estuviera sobre la tierra
participando del privilegio del Hijo. Fue exaltada mucho antes de nacer.
La
Iglesia en su Liturgia, ha coronado a María con las fiestas en su honor
introducidas en el año eclesiástico, los oficios, los himnos, las Letanías, las
procesiones, la solemne coronación de sus imágenes, etc., que manifiestan el
amor de la Iglesia hacia su Madre Celestial.
Para Ella, el genio de los
grandes Doctores de la Iglesia, la pluma de los Teólogos, la palabra enamorada
de los oradores sagrados y la oración confiada de todos los que la aman.
Bienaventurada la boca que habla
de María Santísima frecuentemente y con
reverencia.
Bienaventurada la persona que a través de la pluma celebra y
escribe con santo entusiasmo las grandezas y la gloria de tan excelsa Madre.
VIRGEN DIGNA DE ALABANZA.
VIRGEN PODEROSA
Se distinguen dos
clases de poder: propio y participado.
Sólo
Dios es PODEROSO por virtud propia, Aquellos (as) a quienes Dios les comunique
poder es por voluntad de El (poder participado)
Cuando decimos que María
Santísima es omnipotente, no la igualamos a Dios, ni decimos que Ella lo sea por
sí misma, este poder, del cual Ella está revestida le viene de Dios, le fue
comunicado por gracia especial de Dios.
María es poderosa porque su poder se
asocia al de su Hijo Jesucristo. Su divina Maternidad es el fundamento principal
de su poder.
Es imposible determinar los límites de esta omnipotencia
participada.
Existen dos mundos: el mundo de la materia y el mundo sobrenatural de
las almas.
Dos órdenes de omnipotencia: La omnipotencia de Dios Creador y la
omnipotencia de Dios Redentor y Santificador.
La omnipotencia participada de
María brilla principalmente en el universo sobrenatural en el cual Ella ha sido
constituida Madre espiritual de los redimidos, cooperadora de Cristo en la
redención y en la salvación de las almas. Decimos principalmente, porque también
en el orden físico Ella ejerce un gran poder, como lo prueban las numerosas
curaciones que concede a sus devotos. Basta recordar los milagros de Lourdes.
El poder de María Santísima
tiene por fin cooperar a la obra de la Redención, a
la cual están llamados todos los seres humanos sin distinción y, a alcanzar los
bienes de los que tienen necesidad, ej. La perseverancia final, don que corona,
según San Agustín, todos los dones, y una santa y muchas veces, alegre muerte.
VIRGEN CLEMENTE
La clemencia según Santo Tomás de Aquino es aquella
virtud que templa el rigor de la justicia con la misericordia; que concede y
obtiene el perdón o la disminución del castigo merecido. Comparte con la
mansedumbre el cometido de poner un justo y racional freno a los ímpetus de la
ira y si la mansedumbre frena el afecto interno, que es la raíz o el principio,
la clemencia modera el afecto exterior.
Esta hermosa y amable virtud,
prosigue Santo Tomás, nace del amor. Quien ama a una persona no quiere que ésta
sea castigada..
De esto se sigue que cuando el perdón total o la disminución
de la pena son compatibles con el verdadero bien, entonces la amorosa clemencia
perdona o impetra el perdón.
La clemencia, resplandece en María Santísima más
que en cualquier otra persona. Ella se ocupa y se preocupa de impetrar el perdón
para los pecadores. Por eso la Iglesia la honra con el título de Virgen
Clemente.
De esta virtud de María vamos a tratar en la invocación "Refugio de
los pecadores", aquí hablaremos solamente de su fundamento, esto es, de su
tierno amor a la humanidad.
Nuestra Madre Santísima nos ama porque ama a
Dios. El amor de Dios y el amor del prójimo son dos amores inseparables y nadie
nos ama como Ella.
No se puede medir el amor Infinito del Corazón de Jesús,
aquel Corazón inflamado con las llamas del Amor Divino y que fue atravesado por
la lanza. Ningún otro corazón está tan cerca del amor de Jesús, como el de su
Madre. Ninguno alcanza tan encendida caridad. Ella nos ama en Cristo, ama en
nosotros la Sangre del Hijo derramada en el Calvario y aplicada en los
Sacramentos. Ella más que nadie conoce en Dios el altísimo valor de un alma.
No hay otro amor más hermoso y
más fuerte que el de María porque brota de la
purísima fuente del amor de Dios.
Por dos títulos María es nuestra Madre:
• Ante todo porque ES LA
MADRE DE JESUCRISTO.
• Porque Ella nos engendró al pie de la Cruz sobre el Calvario, allí
fuimos confiados a Ella como hijos en la persona de Juan.
Los dolores que no
tuvo en el divino parto natural, debió sufrirlos en el parto espiritual cuando
fue constituida Madre de todos nosotros.
De la misma forma que Dios adornó a
María con la santidad más eminente, así la dotó de un corazón, en profundidad y
en extensión, el más amante de todos los corazones; con el que nos ama a todos,
justos y pecadores, aquellos que aunque estén en pecado buscan salir de él y se
proponen dejarlo. Ella escucha sus súplicas y los reconcilia con Dios y lo hace
como una madre que tiene más cuidado de un hijo enfermo que de un hijo sano ...
como deja el buen pastor las noventa y nueve ovejas para ocuparse de aquella que
huyó del redil.
VIRGEN FIEL
En dos sentidos puede entenderse
este título.
La palabra fidelis o deriva de Fides (FE) y entonces alabamos a
la Bienaventurada Virgen porque se distinguió en la fe y ejerció perfectamente
esta primera Virtud Teologal o la palabra fidelis que es adjetivo de fidelitas
(FIDELIDAD) y en este caso se da gloria a la Virgen María porque fue muy fiel a
las Promesas que le hizo a Dios y a los deberes que Jesús le asignó. ¡Con qué
fidelidad respondió a los planes de Dios y con cuánto amor aceptó de su Divino
Hijo ser nuestra Madre!.
Procuraremos conocer una y otra virtud de esta
Virgen Fiel.
La fe, con relación al entendimiento, debe tener dos cualidades
principales: ser sencilla y firme.
La sencillez exige nuestro pronto
asentimiento, a todas las verdades propuestas por la fe, aún a los más
inaccesibles misterios, asentimiento que se apoya únicamente en la autoridad de
Dios revelante.
Para introducirnos en el mundo de la materia, Dios nos dio
los ojos del cuerpo; para introducirnos en el mundo de los principios, de la
ciencia, de las leyes que gobiernan todo lo creado, nos dio la luz de la
inteligencia; para introducirnos en el mundo sobrenatural, nos dio la luz de la
fe y puso como Maestra a su Iglesia que, con autoridad materna e infalible, nos
introduce en este tercer mundo que supera infinitamente en magnitud y
magnificencia a los otros dos.
Debemos ir a través de la vida con la
sencillez de un niño conducido de la mano de su madre. Jesús dijo: "quien no
acoge el reino de Dios como un niño no entrará en él" (Lc. 18;17).
No
olvidemos que la fe es un don de Dios que se manifiesta a los humildes y a los
sencillos: "Te doy gracias Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has
ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a los
pequeños". (Mt. 11:25).
• La fe debe ser firme, no dudosa ni vacilante. Esta
certeza inmutable, que debe extenderse a todas las verdades reveladas, tiene un
fundamento más sólido e infalible que cualquier testimonio de la razón, de los
sentidos o de la experiencia, porque estos elementos de certeza humana pueden
ser débiles y falibles, mientras que el fundamento de la veracidad de Dios es
luz eterna, indefectible e inmutable.
¿Dónde estaría el mérito de la fe, sí
se apoyase, no sobre la autoridad de Dios, sino sobre la razón y sobre el
testimonio de los sentidos?
Nuestra fe está fundada, además, sobre la infalibilidad de la Iglesia,
columna y fundamento de verdad, a la cual Jesucristo ha prometido asistir hasta
la consumación de los siglos.
FE
--- María Santísima poseyó en grado
heroico todas las virtudes y debió poseer en grado singular la Fe, que es la
primera de todas ellas; Ella llevó a la máxima altura su propia santidad, y
debió poner el más sólido fundamento. Ella agradó a Dios más que ninguna
criatura porque tuvo muy viva la fe ... fe formada por la mas ardiente caridad.
• El Arcángel le anuncia el
altísimo misterio y Ella da el humilde y dócil
asentimiento de su Fe y exclama "he aquí la esclava del Señor, HÁGASE en mí..."
• El mismo Mensajero le
anuncia la maternidad milagrosa de Isabel, Ella lo cree
y va solícita para asistir a su anciana prima.
• En la pobreza de la gruta de
Belén nace el Hijo de Dios como el más pobre de los niños. Ella es la primera en
adorarlo.
• El Rey de Reyes debe huir al destierro, escondido bajo el velo de
la Madre y sustraerse a la ira de un rey terrenal y Ella, adora el misterio de
la aparente debilidad del Omnipotente.
• Los habitantes de Nazaret verán
durante treinta años, en Jesús, a un joven humilde y lo creerán hijo del
carpintero. La fe de María ve y adora en El al Divino Artífice del cielo, de la
tierra y de los siglos.
• Ella ve a su Hijo perseguido, calumniado,
condenado, llevado a la cruz, traicionado por un discípulo, negado por otro,
abandonado de todos (menos San Juan), comparado con vulgares ladrones,
crucificado, muerto. Ella se mantuvo en la sombra y no quiso mostrarse como
Madre del triunfador (durante la vida pública de Jesús ... cuando hizo milagros)
pero su Fe la llevó al Calvario como Madre del Condenado, y adora en el Altar de
la Cruz, al Pontífice Eterno, al triunfador de la muerte y del mal.
¡Qué fe
la de María Santísima!, sencilla, firme, constante, vivísima, hecha más
espléndida por el dolor.
El Espíritu Santo hizo a María depositaria de esta
fe y Ella instruyó en esta virtud a los Apóstoles durante el tiempo que
transcurrió entre la Ascensión de Jesús y la de su propia, amorosa y gloriosa
muerte.
FIDELIDAD
La fidelidad es aquella virtud que nos inclina a
mantener, a cumplir las promesas hechas. Es una virtud afín a la justicia.
María poseyó eminentemente
también esta virtud; Ella fue constante y
perfectamente fiel a Dios y a nosotros. Fue siempre toda de Dios, atenta a
cumplir su voluntad.
Fiel en el gozo y en el dolor, en el oprobio y en la
gloria, en Nazaret y en Belén, en Judea y en Egipto, durante el triunfo del Hijo
y en su muerte sobre la Cruz en el Calvario.
Imitemos esta admirable
fidelidad en nuestros deberes, en la fidelidad a la voluntad Divina en nuestra
sublime misión, a nuestra vocación a la santidad, a los designios que sobre
nosotros tiene la paternal Bondad del Señor.
María Santísima, Virgen fiel a nosotros. Atendiendo a las
palabras de su
Hijo moribundo, Ella es Madre para todos, nos ama, nos favorece, nos obtiene el
perdón de los pecados, la perseverancia en el bien y la vida eterna. Ella es la
Madre de la santa esperanza.
Pongamos primero en Dios nuestra esperanza y
luego en Ella y jamás seremos confundidos.
ESPEJO DE JUSTICIA
Hemos de considerar,
en primer lugar, lo que
debemos entender por JUSTICIA, porque esta palabra, tal como se emplea en el
lenguaje de la Iglesia, no tiene el sentido que el lenguaje ordinario le
atribuye.
Por justicia no debemos entender aquí la virtud de la lealtad, de
la equidad (dar a cada uno lo que merece), de la rectitud en la conducta sino
más bien la justicia o perfección moral, en cuanto abarca, a la vez, todas las
virtudes y significa un estado del alma virtuoso y perfecto, de tal manera que
el sentido de la palabra JUSTICIA es casi equivalente al sentido de la palabra
santidad.
Por esto, al ser llamada María, espejo de justicia, lo hemos de
entender en el sentido de que es espejo de santidad, de perfección y de bondad
sobrenatural.
¿Qué se entiende al compararla con un espejo? Un espejo es una
superficie que refleja algo, como el agua inmóvil, el acero pulido, la luna,
etc..
Ella reflejaba a nuestro Señor, que es la Santidad Infinita ... Divina
Santidad, por lo cual es llamada Espejo de la Santidad, o como se dice en las
Letanías ESPEJO DE JUSTICIA.
María llegó a reflejar la santidad de Jesús
viviendo con El. ¡Cuán semejantes llegan a ser los que se aman y viven juntos!.
Cuando reina el amor entre esposos, entre padres e hijos, entre hermanos, (as),
amigos, con el tiempo se produce un maravilloso parecido que llega a
manifestarse en la expresión de los rasgos de la voz, en el lenguaje y algunas
veces hasta en carácter, opiniones, gustos. Esto también sucede, sin duda, en el
estado invisible de las almas, en las cuales, para bien o para mal, se realiza
esta transformación y semejanza.
Hemos de considerar ahora que María amaba a
su Divino Hijo con un amor indecible ya que lo tuvo consigo durante treinta
años. Si estuvo llena de gracia antes de haberlo concebido en su Seno, debió
alcanzar una santidad incomprensiblemente mayor después de haber vivido tan
íntimamente con El durante aquellos treinta años. Santidad que reflejaba los
Atributos de Dios, con una plenitud de perfección, de la cual ningún santo puede
damos una idea. Ella es el ESPEJO DE LA DIVINA PERFECCIÓN.
TRONO DE
LA SABIDURÍA
La palabra Sabiduría tiene en la Sagrada Escritura varios significados:
en primer lugar la Sabiduría personal o subsistente, esto es, el Verbo Divino, y
Jesucristo como Hombre, ya que en El a Humanidad creada estaba unida a la
Divinidad en unidad de persona; en segundo lugar, la Sabiduría impersonal,
hábito o cualidad de los seres inteligentes, y por último, la Sabiduría, Don del
Espíritu Santo.
Bajo estos tres significados la Virgen María es llamada y es
verdaderamente Trono o Sede de la Sabiduría.
María Santísima, Trono de la
Sabiduría, de la Sabiduría personal. El Verbo es el perfecto y subsistente
conocimiento de todo el ser Perfectísimo e Infinito que es el Padre.
El Verbo
Divino se encamó en el seno purísimo de María, así vino al ser Madre de Dios,
Madre del Verbo, Madre de Cristo Hombre, Madre de la Sabiduría.
Por eso, principalmente se le invoca como
Trono de la Sabiduría porque
puso el Verbo su sede en las Purísimas entrañas de Ella.
El se hizo para
Sí, en el seno Virginal, una morada muy digna y escogida, habitó en Ella, y
después de nacer fue llevado en sus brazos durante sus primeros años y estuvo
sentado sobre sus rodillas. Siendo realmente también, por decirlo así, el Trono
humano de Aquel que reina en el Cielo.
• María Santísima, Sede de la virtud
de la Sabiduría.- El hábito de la Sabiduría reside en el entendimiento del ser
humano y tiene por objeto propio el conocimiento de las cosas naturales y
sobrenaturales y sus causas, se eleva al conocimiento y contemplación de la
Causa primera e increada, necesaria, absoluta, es decir, Dios; ve y contempla a
Dios en todas las cosas de la naturaleza, todo lo refiere a Dios, se remonta
hasta Dios y en El descansa; de todo lo creado toma base para admirar, bendecir
y amar a Dios, último término al cual están dirigidas todas las cosas. Y es así
como esta Sabiduría, de especulativa se hace práctica, de estéril se convierte
en operativa, del entendimiento pasa al corazón y lo ensancha y lo consuela y le
infunde un gozo, un sabor y una unción, por lo cual precisamente se llama
Sabiduría.
Por encima de todos los santos, María poseyó en grado perfecto la
virtud de la Sabiduría, más aún, Ella es la Sede de la Sabiduría. Fue dotada por
Dios de un entendimiento naturalmente perfecto, ejercitado y enriquecido por la
continua y altísima contemplación y por el conocimiento de la Escritura.
María, después de Jesucristo, tuvo
el corazón mejor dispuesto para la gratitud,
para la admiración, para el amor: disposición acrecentada hasta el máximo por la
fiel correspondencia a la obra de la gracia que la llevó al más perfecto
conocimiento de Dios posible a una mente creada.
• María, Sede del Don de
Sabiduría. Hay una Sabiduría que no se adquiere con los recursos humanos, sino
que es un Don sobrenatural infundido por el Espíritu Santo.
Este Don, como
enseña Santo Tomás de Aquino, es distinto en su naturaleza del hábito de la
Sabiduría.
Este Don consiste en un profundo conocimiento de Dios y de sus
altísimos misterios, conocimiento encaminado no tanto a satisfacer la
inteligencia que contempla, cuanto a alimentar y atraer la voluntad con la
fuerza del amor. El alma en la que se ha desarrollado este Don se sumerge y se
abisma enteramente en Dios, en sus perfecciones Infinitas y en sus Misterios, y
allí se goza de tal manera que todo lo que no es de Dios o no conduce a Dios se
le hace pesado y enojoso, le resulta insípido.
En los treinta años que vivió
en íntima unión con la Sabiduría Encarnada, cuántas veces recibiría María en el
secreto de la Casa de Nazaret los vívidos rayos de la Sabiduría Eterna en los
que Ella recogía hechos y misterios; palabras y recuerdos en el santuario de su
corazón y los conservaba. Era el tesoro de las diversas riquezas que, pasando
por su alma de Madre, se convertían en leche de vida, de sabiduría y de gracia
para sus hijos. Ella más que ninguna criatura angélica o humana, penetró en los
profundos Misterios de la Divinidad, rozando, por decirlo así, los confines de
lo Infinito.
María llevó en su seno a la Sabiduría Increada pero su mente y
su corazón fueron más anchos y capaces que su mismo seno, dice San Buenaventura.
Con toda razón, la Iglesia la invoca Trono de la Sabiduría.
CAUSA DE
NUESTRA ALEGRÍA
Jesucristo fue y es causa fundamental y primera de
nuestra alegría. María es causa secundaria e instrumental.
Nosotros amamos la
alegría porque es un bien y amamos la felicidad de la cual la alegría es un
fruto. También Dios quiere que estemos alegres pues El "Ama al que da con
alegría" (cfr. 2ª. Cor. 9.7).
Existen dos clases de alegría:
Una, la de
aquellos que encuentran alegría donde tendrían motivo para entristecerse, esto
es, en el pecado.
También la de quienes aunque no ponen su alegría en el
pecado, pero sí se deleitan en los honores, en las riquezas, en las comodidades
de la vida y en todo aquel cúmulo de frivolidades que un refinamiento insaciable
va acumulando sobre los grandes caminos del progreso.
Esta alegría, aún la
menos culpable, es frívola, falsa, momentánea.
Es frívola porque satisface
más a los sentidos que al alma.
Es falsa, parece alegría, pero no lo es,
llena el corazón por breves momentos, pero pronto lo deja vacío y descontento.
Es momentánea, fugaz. La
vida del ser humano es muy breve y con
frecuencia regada de lágrimas.
Los bienes materiales no pueden damos la
felicidad.
• La otra clase de alegría ES LA CRISTIANA y es muy distinta
porque más allá de las sombras del misterio y tras el velo de las lágrimas,
alcanza y saborea una alegría verdaderamente tranquila, veraz y duradera, como
los bienes en los que se funda: la tranquilidad de conciencia, la AMISTAD CON
DIOS la justa apreciación de los bienes de esta vida, la paciencia en las
adversidades, la esperanza de los bienes eternos, son fuentes inagotables de
indecible y sólida alegría. No haz fuerza humana o de acontecimientos que pueda
arrebata esta perfecta alegría que anida en las íntimas profundidades del alma y
que se identifica con el amor de Jesucristo.
María es CAUSA DE NUESTRA
ALEGRÍA porque nos dio a Jesús el Verbo Encarnado.
VASO ESPIRITUAL
El primer
sentido, inmediato y literal, de la palabra VASO indica un
recipiente de cualquier materia y forma, apto para recibir y retenes cualquier
cosa, especialmente líquida.
En sentido más extenso y metafórico, la Sagrada
Escritura llama vaso a toda cosa, aún a la persona humana, porque toda criatura
en las manos de Dios es como un vaso en la mano del alfarero En las Letanías,
María es honrada tres veces con este nombre de VASO. Vaso espiritual significa
pues, Persona o Mujer espiritual.
Enseña Santo Tomás de Aquino que en la
Sagrada Escritura los hombres son comparados a los vasos, o se llaman vasos bajo
cuatro aspectos: por la constitución, por el contenido, por el uso para el cual
sirven y por el fruto que traen.
• Por la constitución, esto es por la
materia y por la forma que el artífice le imprime; tanto más noble y precioso
cuanto más preciosa es su materia.
María VASO de ORO purísimo, bella y
hermosa de alma, la más preciada perla, la gema inapreciable del universo.
Dios trabajó esta materia con
exquisito cuidado, arte y habilidad y le dio la
más hermosa y preciada forma. Dios manifestó en esta singular criatura toda su
Sabiduría y Poder Infinito.
• Por su contenido. El vaso es tanto más estimable en cuanto que está
más lleno.
Ninguna criatura, ni angelical ni humana es más apreciable que
María. Dotada por la generosidad divina de gracias, dones y privilegios, desde
el primer instante de su vida; llena la mente y el corazón de Dios, no menos que
su purísimo Seno Virginal.
Ella fue, después de la humanidad creada de
Jesucristo, el VASO más grande y más capaz. Y tanto más estuvo llena de Dios,
cuanto más perfectamente estuvo vacía de si misma.
Nosotros, no estaremos
llenos de Dios mientras estemos llenas de nosotros mismos.
• Por el uso. La
nobleza del vaso se revela además por el uso al cual se destina.
El uso más
digno y más glorioso es al que fue predestinada la Virgen María. La Divina
Maternidad es la cumbre de la nobleza y de la gloria. A este fin Dios ordenó
todos los dones singularísimos del cuerpo y del alma, aquellos especiales
privilegios y dones de los cuales la dotó, para que fuera digna de concebir en
su seno al Verbo de Dios.
• Por el fruto. Esto es por las ventajas y los
bienes que nos aportó este Vaso de Elección. Fruto suyo fue Jesucristo, la
Redención del género humano y la santificación de las almas.
Para realizar
todos estos bienes fue requerido el consentimiento de Ella.
Fruto de este
Vaso son las gracias que Dios nos concede: la conversión, el arrepentimiento de
los pecadores, la perfección y la perseverancia de los justos: fruto suyo son
también los triunfos de la Iglesia, en resumen, todo cuanto tenemos de bueno en
este mundo y tendremos en el otro. Así como es en primer lugar, gracia de Dios.
merecida para nosotros por Jesucristo, es en segundo lugar, fruto del virginal
instrumento y preciosísimo Vaso, es decir es fruto de María.
VASO
HONORABLE
Vaso digno de honor. El honor es la expresión o testimonio
exterior que se da a una persona por sus virtudes o por su dignidad. Expresión o
testimonio que se rinde con palabras o con hechos. Llamar a María, Vaso
Honorable equivale a testimoniar su dignidad y sus virtudes.
Acerca de las
virtudes, dignidad y excelencia de Ella, se ha dicho suficientemente en las
Invocaciones anteriores. Aquí para honrar y glorificar a la excelsa Madre de
Dios, consideraremos cuánto quiso honrarla el mismo Dios.
Retrocediendo en el camino de los siglos y aún
más allá de los días
solemnes de la creación, detengámonos mentalmente en la eternidad. Dios
infinitamente feliz en sí mismo, ve presentes en el fulgor de su omnisciencia
(=conocimiento de todas las cosas reales y posibles. Atributo exclusivo de
Dios), a todos los seres que tendrán vida por su poder Creador. En su Presencia
está todo lo que experimentarán las criaturas que El vivificará con su soplo
inmortal ... los seres humanos que vivirán en un contraste de luces y sombras:
las sombras de la culpa con las que se irán manchando y las luces de la gracia
con las cuales SU Misericordia Divina los irá revistiendo.
Y en esta luz de
liberación que el mismo Dios va a extender sobre la humanidad caída, resplandece
ante sus divinos ojos el esplendor de todos los esplendores, la epopeya de LA
REDENCIÓN, y recibiendo luz y a su vez reflejandola como estrella de primera
magnitud UNA MUJER María. Que será la MADRE DE DIOS. para darlo a la humanidad y
redimirla del pecado. En estos esplendores de gracia y de belleza, Ella es
adoptada desde toda la eternidad, por el Padre como Hija escogida por el
Espíritu Santo como Esposa, elegida por el eterno y Divino Hijo como MADRE;
Hija, Esposa y Madre respectivamente de las Augustas Personas de la Santísima
Trinidad, que la harán digna por la inagotable generosidad de Ellas; y así María
de una realeza sin nombre, de una pureza sin medida, de una santidad sin igual,
después de la de Dios, avanza triunfadora del mal, hacia el Trono del Altísimo y
es saludada por el Padre: ¡llena de gracia!, por el Hijo: ¡el Señor es contigo!,
por el Espíritu Santo: ¡Bendita eres entre todas las mujeres!
Así es saludada y bendecida por Dios Padre,
por Dios Hijo, por Dios
Espíritu Santo, por los ángeles, por los pecadores y también por todas las
criaturas.
Esta admirable elección y exaltación de María le abrió los tesoros
inagotables de las gracias, de los dones y de los privilegios, con los que Dios
quiso ensalzarla y honrarla: la Inmaculada Concepción, la Purísima Virginidad
unida a la Divina Maternidad, la Asunción en cuerpo y alma al cielo, la gloria
triunfal que la coronó Reina del Cielo y de la tierra.
Hay más todavía: quiso
Dios mismo el consentimiento de la Virgen María para cumplir el decreto o
Misterio establecido desde toda la eternidad y esperar que Ella consintiera
libremente y así depender de alguna manera de María ... y habiéndose hecho
Hombre, quiso durante treinta años obedecerla y estarle sometido.
No faltan quienes, mostrando un falso
celo de la Gloria de Dios y de
Jesucristo, censuran el honor que nosotros los católicos rendimos a la Madre
Amorosa. Pero por más que la honremos, no podemos honrarla tanto como la
Santísima Trinidad y Jesucristo, así que no erramos puesto que seguimos el
ejemplo del mismo Dios y las enseñanzas y decretos de la Santa Iglesia.
El
honor que se tributa a la Madre redunda ciertamente en el Hijo, en el honor de
Quien la hizo tan hermosa.
VASO INSIGNE DE DEVOCIÓN
O sea,
Persona de insigne devoción.
La devoción, según Santo Tomás es la pronta
voluntad de entreqarse más, para hacer todo aquello que corresponde al servicio
de Dios: es un dedicarse y consagrarse al servicio de Dios con ánimo alegre y
con perfecta voluntad ..- de todo corazón.
La historia de todos los Santos
está llena de ejemplos y aún puede afirmarse que esta prontitud en seguir al
Señor o esta devoción es la condición necesaria para la santidad. También en
esto María Santísima es maestra soberana; no sólo fue devota, sino modelo
perfecto de insigne devoción.
• Dios para la realización de sus fines, quiso
que se uniera en matrimonio al glorioso y castísimo San José, y Ella se amolda a
este querer de Dios, aunque había elegido otro estado María no se opone;
consiente, dejando a Dios el cuidado de guardar su pureza virginal.
• La ley
mosaica manda a las madres hebreas que han concebido según el modo ordinario,
que se purifiquen. Ella concibió por obra y gracia del Espíritu Santo, sin
embargo, la cumple con la mayor exactitud, aún a costa de aparecer una mujer
como todas las demás.
• Dios ordena que la Madre del Hombre de los dolores
sea Reina de los dolores, que después del Hijo participe más que nadie de los
afanes, de los sufrimientos y de la Cruz. Ella como Jesús, obedece, "como un
cordero sin voz delante de quien lo esquila". (Is. 53,7).
• Después de la
Ascensión del Hijo, la Madre permanece en este mundo, desea el Cielo y unirse a
su Amado: pero Dios quiere que permanezca todavía en la tierra por algunos años
como Directora de los Apóstoles y corno Fundadora secundaria de la Iglesia.
María se somete a los designios de Dios.
Estos son algunos rasgos de la sin
par devoción de María. Ella es verdaderamente VASO INSIGNE DE DEVOCIÓN.
ROSA
MÍSTICA
La rosa es símbolo y figura de la Virgen María.
La rosa es, más que todo, por su
delicado perfume, la reina de las flores, el
ornato de nuestros jardines, el principal decoro de la primavera.
María es la Reina de los Santos y,
después de Jesucristo, el ornato
principal del jardín místico de Dios que es la Iglesia, más aún, después de
Dios, Ella es el esplendor y el ornato del cielo.
María es también la ROSA
Mística porque es la rosa de Jericó; las rosas de Jericó tenían la primacía
sobre las demás por su magnificencia, por su rara forma y por su olor exquisito;
y los rosales crecían a manera de árboles.
La rosa que se abre en la
primavera es precursora del verano. María Santísima floreció en la primavera del
mundo; Ella nos anunció, nos prometió y aún más, nos dio a Jesucristo, luz
eterna e indefectible que ilumina a todo hombre que viene a este mundo; llama
vivísima de caridad y de verdadero amor sobrenatural hacia los hombres, luz que
disipó la ignorancia y los errores de nuestro entendimiento, que nos hizo
conocer la voluntad de Dios, etc.
De todos estos bienes es presagio María,
Mística ROSA y no sólo presagio sino también prometedora e iniciadora, pues de
sus purísimas entrañas nació Jesucristo, restaurador del mundo.
La rosa nace, crece, abre sus hermosas
hojas, esparce su suave fragancia
entre las espinas; éstas la rodean y la envuelven por todas partes.
María nació, creció, llegó a su
singular perfección entre muy punzantes
espinas. Las adversidades, los más grandes dolores, la pobreza, los peligros,
las persecuciones, la elevaron a una sublime santidad.
Escogida por Dios para ser copia fiel del Hijo
venido a la tierra para
sufrir y morir por nosotros y predestinada a ser con el Hijo, Corredentora.
En Nazaret y en Belén, en
Judea, en Egipto, en Jerusalén y en la cima del
Calvario, María Santísima sufrió los más atroces tormentos.
Rosa MÍSTICA .
Mística, Misticismo, los dos términos derivan del griego Mysticós, que se
refiere al misterio o secreto. En la práctica se usan ambos como sinónimos
designando tanto el estado contemplativo en que se sumerge el alma en su tender
a Dios, como la doctrina que trata de esas manifestaciones espirituales.
Aquí
haremos referencia al estado contemplativo, estado espiritual del alma que,
colmada de la gracia santificarte y purificada del pecado, se eleva a Dios por
un acto de amor, en el que le es dado tener la experiencia de lo Divino.
En
sus distintos grados, que van del recogimiento interior hasta la unión perfecta
del alma con Dios, la vida MÍSTICA se resume en UN INTENSO Y FERVOROSO ACTO DE
AMOR.
Grandes místicos y místicas figuran en la tradición católica de todos
los siglos, ej. San Bernardo, San Buenaventura, Sta.. Catalina de Siena, S.
Francisco de Sales, Sta.. Margarita María Alacoque, S. Juan de la Cruz, Sta.
Teresa de Jesús, Sta. Teresita del Niño Jesús, etc.
María Santísima vivió y
experimentó en su propio ser el GRANDIOSO ... EL INSONDABLE MISTERIO de la
ENCARNACIÓN DEL DIVINO VERBO en su Purísimo Seno; ¡en qué estado de MÍSTICA
contemplación viviría Ella esos nueve meses! Y después, el resto de su vida.
¡A qué estado espiritual
llegaría su alma Inmaculada, que estaba colmada, plena
de gracia! PRESERVADA del pecado; no purificada del pecado corno todos los demás
santos. Ella vivió un continuo e inagotable acto de Amor de Dios.
¡Que unión
con Dios tan perfecta, indisoluble, singular. ÚNICA INCOMPARABLE y MISTERIOSA es
la de la Excelsa ROSA MÍSTICA!
TORRE DE DAVID
La Torre de
David era una construcción fuerte y muy hermosa que se elevaba sobre la cumbre
de un monte entre dos profundas vertientes. Esta Torre estaba formada por
gruesos bloques cuadrados, unidos entre sí con hierro y plomo, construida por el
Rey David para defensa de la ciudad de Jerusalén. Hermosa imagen de María
Santísima que se eleva sublime sobre la cumbre de toda belleza y perfección,
para defensa de la santa Iglesia de Dios, la mística Jerusalén.
En el antiguo
concepto de las obras de defensa, la torre debía tener tres cualidades
principales: Belleza, porque servía de ornamento y era expresión de genio
artístico. Fortaleza, que la hiciera resistente a todo asalto enemigo y
Elevación para que se ensanchara y se extendiera el campo de observación.
Dejando la belleza para la
explicación del título siguiente, hablaremos de las
otras dos cualidades: fortaleza y elevación.
Es la elevación y sublimidad de
la Virgen María tan excelsa que no hay ninguna igual.
Cuanto más alta es la torre, tanto más se extiende
el radio de
observación y más difícil es para los enemigos escalada y más fácil de descubrir
al adversario.
De la misma manera si nos acercamos a María, si nos esforzamos
en penetrar en lo más íntimo de su Corazón, ¡cuánto se extienden los horizontes
del alma!. Las verdades de la Fe reciben mayor luz; se aprecia el valor de las
cosas del Reino de los Cielos; se tiene más clara conciencia de los propios
deberes y de la hermosura de la vida que es el germen de la eternidad; se
descubren con más claridad los propios defectos, las malas tendencias.
¡Qué
tranquilidad y seguridad en esta Mística Torre, refugio y defensa de la Iglesia
militante; en el Corazón de esta Madre que conoce los peligros y las debilidades
de sus hijos!
La segunda cualidad de una torre es la fortaleza porque debe
servir de defensa y de seguridad. Tal es la Mística Torre, María Santísima. El
libro de los Cantares (IV.4) compara el cuello de esta Mujer sublime a la Torre
de David, torre fortísima. De esta alegoría, sacó la Santa Iglesia esta
Invocación a María, Torre de David, escudo y defensa de toda alma que recurre a
Ella.
Es oportuno para imitarla, comentar brevemente, la virtud de la
Fortaleza.
Es la virtud cardinal que nos hace vencer, por amor a Dios las más
arduas dificultades que se oponen a la práctica del bien.
Superar las
dificultades ordinarias y menores que están unidas más o menos a todo acto
bueno, es un grado de perfección común a todas las virtudes, pero no constituye
la virtud de la Fortaleza, que vemos brillar en los Mártires y en los héroes del
apostolado.
La fortaleza cristiana en primer lugar nos da vigor para afrontar
las dificultades, para rechazar el mal con un valor regulado por la recta razón.
Si el valor obra sin la razón, ya no es fortaleza sino temeridad y
desesperación.
En segundo lugar la fortaleza da valor para soportar los
grandes males y para tolerarlos con paciencia.
No debemos olvidar las palabras de San Pablo: "todo lo
puedo en Aquel
que me conforta" ... es decir en Cristo Jesús, que es mi fuerza ... fuerza de
Dios Omnipotente.
El Divino Maestro declara que el Reino de los Cielos lo
alcanzan los esforzados.
Prescindiendo de la oración - medio ordinario para
obtener todas las virtudes - reducimos a cinco los medios eficaces para alcanzar
la fortaleza cristiana.
1. Por la humildad.- esto es por la consideración de
la propia debilidad.
2.- Por ejercitarse en soportar y aceptar los pequeños
males, combatiendo y superando las dificultades menores para poder vencer las
mayores, porque la fortaleza es un hábito, es decir un modo especial de proceder
que se adquiere con el ejercicio de actos repetidos.
3. Prever las
dificultades y prepararse para combatirlas. - El temor que de improviso nos
asalta, exagerado y agrandada por el futuro mal, disminuye con la previsión y
con la reflexión porque se impone la razón y se obtiene la verdadera y justa
apreciación del mal, que resulta muchas veces menor de lo que al principio se
temía.
4.- Meditando frecuentemente la fortaleza de Jesucristo y de los
Santos. - La fortaleza con la cual se enfrentó Jesús a sus enemigos, a los más
crueles tormentos y a la muerte más dolorosa. Se podrá objetar que Cristo era
Dios, pero no olvidemos que se había revestido de nuestra humanidad, con sus
sentimiento y afectos, con el temor y la repugnancia al dolor y a la muerte ...
y, ¿qué decir de los Santos y Santas y los Mártires que Sufrieron con indecible
fortaleza todas sus penas y dolores?.
5.- Meditar la grandeza de los bienes
eternos que Dios tiene preparados para los que superan con perseverancia
cristiana los males de esta vida. No hay proporción, escribe el apóstol San
Pablo, entre el sufrir en esta vida y la gloria futura que se nos concederá en
la otra. Aquí el sufrir es leve y está aligerado por la gracia Divina y por los
ejemplos de Cristo. Dios jamás permite que seamos tentados o atribulados por
encima de nuestras fuerzas.
El primer instante en el que lleguemos a la
presencia del Padre, a la Patria eterna, nos compensará sin medida y nos hará
olvidar completamente todo sufrimiento pasado ... Dios secará toda lágrima.
Estas son las reflexiones que
debemos hacer para obtener la fortaleza
cristiana.
Madre Santísima que con el auxilio de tu fuerza, podamos vencer
siempre el mal, soportemos las penas y dolores propios de esta vida y alcancemos
los bienes futuros.
¡Oh Virgen INVENCIBLE! Torre de David.
TORRE
DE MARFIL
El marfil se obtiene de los elefantes, del hipopótamo y del
narval (cetáceo de cabeza grande y boca pequeña, con dos incisivos, uno grande,
del que se saca el marfil); trabajado por artífices, se elaboran objetos muy
apreciados.
La blancura del marfil no lastima la vista como la blancura de la
nieve, pero es agradable y tranquila como la blancura de la lana, del armiño o
de una flor; es símbolo del alma limpia de culpa, discreta, amable, indulgente,
que sabe compadecer y tolerar porque es humilde y ama a los pecadores. La
verdadera alma limpia es la que en el instante en que ve las miserias ajenas,
sin mancharse con ellas, se compadece para sanarlas.
Hay una aparente alma
limpia ... la de ciertos cristianos que no saben compadecerse de las miserias
ajenas o de los defectos de los tiempos, son censores muy rígidos, que todo y a
todos desprecian y critican; tienen para nuestra época únicamente
recriminaciones y condenas; no le tienen comprensión a nadie. Esos cristianos
implícitamente se exaltan a sí mismos, olvidan a menudo su propia maldad y se
parecen al fariseo de la parábola "no soy como los demás... "
Dice muy bien
en el libro La Imitación de Cristo:... "nos gusta la perfección en los demás y,
sin embargo, no enmendamos nuestros propios defectos...".
Los Santos como San
Francisco de Sales, San Felipe Neri, etc., rígidos para con ellos mismos, eran
indulgentes y piadosos, no al pecado pero si para los pecadores. Jesús,
indulgente, comprensivo y misericordioso, perdonaba y convivía con los pecadores
... y comía con ellos, por eso fue calumniado.
María Santísima con su amor
maternal para nosotros pecadores, con su indulgente bondad ... con la HERMOSURA
de su limpia e Inmaculada alma ... con la blancura MAS que del Marfil es
invocada como TORRE DE MARFIL.
CASA DE ORO
Entre los gloriosos
títulos de las Letanías de nuestra Madre Santísima algunos son símbolos o
figuras bajo los cuales Ella está representada. El que ahora vamos a comentar es
uno de los más brillantes, que pone en claro Su grandeza.
El oro es el más
hermoso de todos los metales, el que tiene más valor. La plata, el cobre y el
acero, pueden ser bellos y brillantes pero el oro les aventaja en riqueza y
esplendor. Por esta causa en la Sagrada Escritura, la Ciudad Santa, es llamada
de oro, en lenguaje figurado. "La Ciudad Santa, dice San Juan, era de oro
puro...", quiere, sin duda, darnos una idea de la admirable hermosura del cielo
comparándola con el oro.
Por esto, también María es llamada Casa de Oro,
porque sus virtudes y su pureza que tienen un brillo trascendental y una
perfección deslumbradora, son como una admirable obra hecha de oro purísimo.
Imaginemos que contemplamos
una gran Iglesia, hecha únicamente de Oro,
desde los cimientos hasta el techo. Eso es María Santísima.
Ante todo se
llama CASA. El Verbo de Dios, se lee en los Proverbios (9.1), erigió para sí
mismo como morada, una noble CASA, un Palacio, un Templo magnífico; lo levantó
sobre 7 columnas de precioso mármol; obra admirable de la eterna Sabiduría en el
que habitó con su misma Divina Persona, fue su Huésped y más que su huésped. Un
huésped llega a una casa y después se marcha de ella. Nuestro Señor en esta
santa casa tomó su Carne y su Sangre ... de la carne y de las venas de Ella. Era
necesario que esta CASA fuese hecha de ORO, porque había de dar parte de este
oro para formar el Cuerpo del Hijo de Dios.
Esta CASA tiene por sólido
fundamento, la humildad más profunda, por paredes las más singulares virtudes;
por adorno la riqueza de todos los dones de la naturaleza y de la gracia; por
techo la CARIDAD más perfecta hacia Dios y hacia los hombres.
Está cimentada
sobre siete columnas que indican las Virtudes Teologales y Cardinales y los
dones del Espíritu Santo. Por eso esta CASA es digna de Dios.
María Santísima
fue de ORO en su Concepción Inmaculada y de ORO en su nacimiento; pasó por el
sufrimiento como el oro por el crisol y cuando subió al cielo fue "colocada
junto al Rey y ataviada con vestiduras de ORO".
• El oro ha sido siempre la
base y la medida de la riqueza material. Llamar a María CASA DE ORO equivale a
proclamarla la más rica de todas las criaturas y soberana señora de todas las
riquezas ... Madre del Verbo, verdadero Dios y verdadero Hombre.
• El oro es
uno de los metales más pesados. Sobre la justa balanza de Dios tienen mucho
mayor peso las oraciones y méritos de María Santísima que los de todos los
Santos.
• El oro no se oxida, como otros metales, conserva siempre su brillo
natural, su esplendor. También en este sentido, las virtudes de Ella fueron ORO
PURÍSIMO, no tuvieron jamás ni la más pequeña mancha o defecto.
• El oro es
resistente, soporta el martillo sin romperse. Aquello que no es oro fino, no
resiste, y bajo el martillo se deshace. María bajo los golpes del dolor, se
ilumina de la más augusta belleza moral.
En esta vida, quien acoge el dolor
con paciencia, con amor a Dios y con la mirada puesta en el Calvario, es un buen
cristiano: por el contrarío, quien se queja y no acepta la voluntad de Dios da
muestra de no conocer el programa evangélico de Jesús. "renúnciese a sí mismo,
tome su cruz cada día y sígame".
Pidamos la Intercesión de nuestra Madre
Santísima. Templo ... CASA DE ORO, para que nos obtenga el perdón de los pecados
y la perseverancia final para nuestra salvación y la de los nuestros. Dios nada
le negará.
ARCA DE LA ALIANZA
Todos los personajes más
ilustres, los más notables sucesos y las cosas más nobles del Antiguo Testamento
eran figuras de los acontecimientos y de los personajes del Nuevo, enseña el
Apóstol San Pablo ( 1 Cor. X, 11), por esto representaban a Cristo
principalmente, a su Iglesia y a María su Madre, Así eran figuras de Ella: el
Arca de la Noé, el Arca de la Alianza, etc.
Él Arca de la Alianza, construida por Moisés bajo el diseño
dado por
Dios mismo, era una caja que medía 1.25 m. de largo: 0.75 m. de alto y otro
tanto de ancho, hecha de madera incorruptible. forrada por dentro y por fuera
con láminas de oro, con una cubierta llamada Propiciatorio, hecha de oro macizo
y con dos querubines que cubrían el Arca con sus alas extendidas: en ella se
conservaban las Tablas de la Ley. Mediante dos barras cubiertas de oro que
pasaban a través de cuatro anillos, también de oro, puestos en los ángulos, era
llevada por los levitas. (cfr. Éxodo 25:10.22).
Consideremos para nuestra
edificación y gozo las principales semejanzas entre el Arca de la Alianza y
María Santísima.
• El Arca simbolizaba la firmeza y la constancia de María
en la práctica de las más singulares y excelsas virtudes que poseía desde el
primero hasta el último instante de su vida. Firmeza y constancia que brillaron
de modo particular en los días del martirio. ¡qué lecciones para nosotros!.
•
El Arca estaba forrada por dentro y por fuera de ORO purísimo y simbolizaba a
María, llena de todas las virtudes, especialmente del amor a Dios y a la
humanidad, que es la más preciosa de todas las virtudes, como el oro es el más
precioso de los metales.
• El Arca era la mayor gloria de Israel, Dios
residía en ella, desde ella daba sus respuestas y daba a conocer al pueblo su
voluntad. La Virgen Santísima, es después de Dios, la gloria y la alegría de la
celestial Jerusalén y de la Jerusalén terrestre: la Santa Iglesia.
• El Arca
tenía dos querubines. María en el Cielo está cortejada por los Coros Angélicos,
como Reina de los Angeles.
• El Arca DE LA ALIANZA tenía el PROPICIATORIO que
cubría el Arca y era de ORO purísimo, y sobre el Propiciatorio, entre las alas
de los Querubines, habitaba Dios.
EN EL SENO VIRGINAL DE MARIA PUSO DIOS SU
SEDE POR LA DIVINA OBRA DE LA ENCARNACIÓN y por este motivo ella es nuestro
Propiciatorio, nuestra Medianera de gracia ante su Divino Hijo.
• El Arca guardaba las Tablas de la Ley,
un vaso con el prodigioso Maná
y la vara de Aarón que floreció milagrosamente en señal de que Dios lo elegía
para sumo Sacerdote.
Las Tablas de la Ley, monumento de la Sabiduría de Dios,
figuran la Sabiduría de María Santísima, profunda conocedora y perfecta
ejecutora de la Ley Divina. La vara de Aarón, símbolo de autoridad, indica el
soberano poder que Dios confirió a María de conceder gracias y de regir, sujeta
a su Divino Hijo, la Santa Iglesia. El Maná milagroso, alimento celestial dotado
de todo sabor, nos recuerda la dulzura y la incomparable bondad de la Madre de
Dios tanto para los justos como para los pecadores.
En resumen, en el Arca
nos place ver especialmente el símbolo de María Inmaculada, que concibió al
Verbo de Dios y lo dio a luz de modo inefable
Esta Arca mística fue también
construida bajo el diseño Divino. San Bernardo la llama "escogida y conocida
desde toda la eternidad por el Altísimo para que fuese un día su Madre".
•
Esta MÍSTICA ARCA fue preparada para ser la Sede de la Sabiduría Increada, el
Tabernáculo de Aquel que por su ENCARNACIÓN es LA ALIANZA SUBLIME entre Dios y
el ser humano de la ALIANZA ESPECIALÍSIMA entre el Amor Infinito y Eterno de
Dios y, LA HUMANIDAD PECADORA REDIMIDA POR EL VERBO DIVINO . ENCARNACIÓN
REDENTORA
El Seno Purísimo de María como ARCA DE LA ALIANZA. por su trascendental
palabra: "HÁGASE EN MI" nos dio a Jesucristo que es el CAMINO, LA VERDAD Y LA
VIDA.
PUERTA DEL CIELO
María Santísima es invocada como PUERTA
DEL CIELO porque fue por Ella que Nuestro Señor Jesucristo pasó del Cielo a la
tierra.
Fue voluntad de Dios, que aceptara voluntariamente y con pleno
conocimiento el ser Madre de Jesus y no que fuera un simple instrumento pasivo,
cuya maternidad no hubiera tenido mérito ni recompensa. Dios espero la respuesta
de Ella que con pleno consentimiento de un corazón lleno de amor de Dios y con
gran humildad pronunció las sublimes palabras. "hágase en mí, según tú palabra".
Fue por este
consentimiento que se convirtió en la PUERTA DEL CIELO ...
porque el Verbo Divino entró en el mundo al Encarnarse en el Seno Purísimo de
María ... y habitó entre nosotros.
Jesús dijo de sí mismo "Yo soy la Puerta"
(Jn. 10.9) la Puerta de la Iglesia y por tanto la Puerta del Cielo.
Dice San
Gregorio Magno: "entra por LA PUERTA que es Cristo, aquel que por la gracia
Divina profesa las verdades de la fe, las guarda con la CARIDAD y las manifiesta
prácticamente con las obras". Por consiguiente la fe verdadera y el amor
operativo, frutos de la gracia Divina, son las condiciones indispensables para
entrar en el cielo.
El amor y la devoción a María (después de Cristo) son el
medio más eficaz y seguro para conseguir la gracia Divina y los dones de la fe.
La fe en la Humanidad de
Jesucristo es tan necesaria para nuestra salvación como
la fe en su Divinidad.
La fe en la Santísima Humanidad de Jesucristo se
aclara y se afirma; nos da luz, al reflexionar y meditar en la prodigiosa
Maternidad Virginal de María. Por medio de Ella, conocemos también a Dios.
Ilustremos este pensamiento con
la guía de los Teólogos. Dios creó todas las
cosas para gloria suya.
Si El --causa primera, absoluta y eficiente de la
creación-- debía ser el fin último y supremo de todas las criaturas, debía serlo
especialmente de las más nobles, dotadas de inteligencia y de libertad, esto es,
de los ángeles y de los hombres.
Estos debían inmediata y directamente servir
a Dios, conocerle y amarle, esto es, darle gloria, para abismarse después en El
y en su perfecto conocimiento y amor, y en la gloria que habían de tributarle,
hallar su suprema felicidad; pero el homenaje y la gloria que podían dar a Dios
estas criaturas, tan sublimes como se quiera, es siempre escaso y defectuoso,
infinitamente distante del mérito que tiene Dios para ser obsequiado y
glorificado, puesto que siempre será finito, y Dios merece gloria infinita.
¿Quién puede tributar a Dios
esta gloria infinita? Nadie más que un Ser
infinito, nadie más que Dios. Pero este Dios debía ser también a la vez
criatura, porque debía ser el representante de las criaturas y tributar a Dios
gloria en nombre y representación de las criaturas. Y he aquí que ya se perfila,
en el admirable plan de la Sabiduría de Dios, el misterio de la Encarnación del
Verbo, por el cual el Hijo de Dios se hizo criatura, asumió nuestra naturaleza y
la unió hipostáticamente a la eterna naturaleza Divina en unidad de Persona.
Así fue resuelto el arduo
problema: Jesucristo es verdadero Hombre y verdadero
Dios, como hombre dio y continúa dando gloria a Dios, como Dios da a esta gloria
un precio, un valor, un mérito infinitos; esta gloria es dada por la criatura y
es digna de Dios: el Hombre paga su deuda a Dios, y así, se hace digno de entrar
en el cielo y gozar de Dios.
María Santísima ES MADRE DEL VERDADERO DIOS Y
VERDADERO HOMBRE.
Por estas consideraciones podemos entender la decisiva
importancia que tiene la verdadera devoción a la Excelsa Madre de Dios, devoción
sólida y perseverante de amor efectivo, de obras buenas y de constante
alejamiento del pecado.
ESTRELLA DE LA MAÑANA
La Iglesia que
va recogiendo en las Letanías las más preciadas flores del pensamiento, de la
naturaleza y del simbolismo para coronar a la Santísima Virgen, su Madre y
Reina, le muestra su amor, combinando figuras y símbolos que expresan dignidad,
elevación, fuerza, esplendor y hermosura singular, todo apropiado a la dulce
Reina del Cielo.
Toda aspiración del alma, todo sentimiento, todo afecto del
corazón, encuentra su eco en las Letanías.
En esta Invocación, la Iglesia
toma por símbolo LA ESTRELLA, María no es una estrella común, es la ESTRELLA DE
LA MAÑANA, el astro más brillante del cielo, después del sol. Es llamada así por
varios Astrónomos; también en esto es figura expresiva y noble de María que por
su excelsa dignidad de Madre de Dios, es el astro más brillante del cielo,
después del Divino Sol de Justicia: Jesucristo.
La estrella de la mañana
anuncia el fin de la noche y la luz de la aurora, el principio del día: de la
misma manera, la Virgen María anunció, al nacer el fin de la noche y de las
tinieblas en la que los hombres de tantos siglos yacían sepultados.
Ella es
la bellísima aurora que anuncia un día todavía más hermoso en que el Sol divino:
JESUCRISTO, ha de iluminar al mundo, disipando la ignorancia y el error y con
aquel calor sobrenatural del fuego que trajo sobre la tierra ha de encender el
corazón de los hombres y hacer germinar y crecer virtudes fecundas en frutos y
en la más eminente santidad.
María precedió al Sol Divino y le preparó en sí
misma la morada y Ella fue, como astro menor, fiel seguidora de su Divino Hijo
que es el sol y centro de gravitación del mundo de las almas.
Lo siguió
personalmente en Egipto, en Jerusalén, en Judea, en el Calvario; lo siguió en la
Pasión y en los dolores de la Cruz, lo siguió y lo sigue en el triunfo y en la
gloria, en el amor a Dios y en la Oblación que de El hizo por nosotros al Padre
Eterno.
Nosotros debemos seguir al Señor, imitándole en cuanto nos es posible.
María Santísima nos ofrece en sí misma el más perfecto modelo.
La imitación
de Jesucristo no es un sencillo consejo sugerido a las almas más generosas.
Imitar al Divino Salvador ES UN DEBER, un precepto para todos. Si nos gloriamos
del nombre de cristianos, debemos, por consiguiente, ser seguidores e imitadores
de Jesucristo.
El Espíritu Santo con su Luz ilumina nuestra inteligencia para
comprender la necesidad del máximo esfuerzo que debemos hacer para conseguir la
perfección cristiana, que principalmente consiste en el Amor de Caridad con el
que debemos amar a Dios y amar al prójimo como El nos ama.
El largo y
paciente trabajo de modelar nuestra vida sobre el ejemplo luminoso de María
Santísima requiere el ejercicio de la mente y de la voluntad que deben ser
confortados continuamente por la Divina gracia de los sacramentos (confesión y
comunión).
La estrella de los hijos, que debe brillar, por así decirlo, en el
cielo de la familia, es el "ejemplo" de los padres, sin el cual para nada
ayudarían ni la más cuidada educación ni las más prudentes correcciones.
No
olvidemos que "la educación es una IMITACIÓN" ... o sea que debemos EDUCARLOS
CON EL EJEMPLO.
Escribe un autor que, antiguamente, en el mar, los navegantes
se orientaban por la estrella de la mañana para llegar al puerto al que se
dirigían ... a su destino.
Para nosotros, los mortales, que navegamos en el
mar de la vida, María debe ser siempre la guía que nos conduzca al Puerto Seguro
¡el Corazón de su Divino Hijo!, para alcanzar la felicidad eterna. Y a nosotros
nos corresponde ser para los hijos: LA ESTRELLA que con EL EJEMPLO, les ayude a
buscar siempre la protección maternal y la guía en su propia vida de LA ESTRELLA
DE LA MAÑANA La Inmaculada y Amorosa Madre María Santísima.
SALUD DE
LOS ENFERMOS
El pecado original introdujo en el mundo la enfermedad y la
muerte.
En medio de esta condición, cuánto necesitamos del médico, pero aún
los más sabios y mejores, en muchos casos, no pueden curar algunas enfermedades.
La Santa Iglesia nos
propone una Doctora poderosa, sabia y amorosa: La Santísima
Virgen María, salud de los enfermos, que nos ayuda y conforta.
En primer
lugar consideremos que Ella intercede por nosotros para adquirir la salud del
alma y nos ayuda a apartarnos del mal que la destruye.
San Bernardo dejó en
sus escritos, hermosos pensamientos acerca de nuestra amada Madre, que podemos
aplicar para alcanzar la salud del alma:
• Si se levantan los vientos de las
tentaciones, si tropiezas en los escollos de las tribulaciones, invoca a María,
llama a María.
• Si se agita la soberbia, la ambición o la incomprensión,
mira a María, llama a María.
• Si la ira, el egoísmo o el deleite en el mal violentan la navecilla de
tu alma, mira a María, invoca a María.
En el peligro, en la angustia, en la
ansiedad, piensa en María, invoca a María.
• Si te turba la memoria de la
enormidad de tus faltas, de la fealdad de tu conciencia y comienzas a sumergirte
en la tristeza, en la desesperación, piensa en María, invoca a María.
• No la
apartes a Ella de tu corazón. No te saldrás del CAMINO si la sigues, no
desesperarás si le ruegas, no te perderás si en Ella piensas. Si tú no te
sueltas de SU MANO, no caerás; nada tendrás que temer y llegarás felizmente al
PUERTO, que es EL CORAZÓN DE JESÚS.
Dice también San Bernardo que Jesús es
miel en la boca, melodía en el oído y gozo en el corazón, pero ... añade San
Bernardo: también es MEDICINA...
Esta Medicina concede LA SALUD AL ALMA, si
nos esforzamos por conseguirla (el enfermo debe tomar la medicina que le receta
el médico para alcanzar la salud). María SALUD DE LOS ENFERMOS nos dio a Jesús
... nos dio al MÉDICO DIVINO ... NOS DIO LA MEDICINA..
En segundo lugar
consideremos que el cuerpo humano está sujeto a contraer enfermedades que ponen
a dura prueba la ciencia médica, enfermedades manifiestas o latentes, lentas o
fulminantes, algunas contagiosas, que hacen sufrir a la humanidad.
Si en todo
momento de la vida necesitamos la ayuda de Dios y del socorro y protección de
María, esta necesidad se hace más sensible y urgente en la enfermedad.
Pidamos a nuestra Amada Madre su
auxilio para nosotros y para nuestros
familiares y Ella benignamente nos escuchará y nos ayudará.
Una madre vela a
su hijo enfermo de día y de noche sin mostrar cansancio; estudia todas las
formas de procurarle alivio, ruega y se sacrifica para curar a su hijo. ¿Qué la
mueve? la mueve su amor, el amor que Dios puso en el corazón de las madres, y
que es un pálido reflejo del amor maternal de María, amor vigilante y solícito
cuando sus hijos están afligidos por la enfermedad.
El Evangelio nos dice que
muchos enfermos fueron curados prodigiosamente por Jesucristo El le ha cedido en
el cielo a su Santísima Madre esta virtud, este dominio sobre la naturaleza
doliente.
Son innumerables los testimonios de curaciones milagrosas que se
encuentran en algunos Santuarios Marianos por ejemplo: en Fátima y en Lourdes.
Son testimonios de gratitud a Ella por favores recibidos, especialmente por la
curación de algún ser querido enfermo.
Aún en el caso de que la curación
llegue con lento proceso natural, sin formas prodigiosas ¿quién puede medir los
cuidados de esta Madre incomparable? Ella ilumina a los médicos. infunde
fortaleza y confianza al enfermo, aumenta la paciencia y el afecto en aquel que
lo asiste, alcanza eficacias a las medicinas, Ella hace sentir al enfermo la
función providencial y benéfica del dolor que lo hace más semejante a su Divino
Hijo crucificado.
Si el enfermo está en pecado, Ella intercede. recordando a
su Amado Hijo aquellas palabras. "No quiero la muerte del pecador sino que se
convierta y viva". ¡Cuántos cristianos le deben a Ella su curación y el
consiguiente arrepentimiento!, es decir, el tiempo de vida que Dios le concedió
para su salvación.
Y si en los designios de El está señalada la muerte del
enfermo, entonces el amor de nuestra tierna Madre disipa amorosamente las
ilusiones que ocultan a menudo la gravedad del mal y le inspira al enfermo y a
sus familiares el deseo de la presencia del sacerdote.
Es Ella la que alcanza
en el corazón de quien está próximo a morir el perfecto dolor de los pecados, el
valor de confesarlos sinceramente, el fervor y el anhelo de recibir el Santísimo
Sacramento y también la
resignación a la voluntad Divina para poder
identificarse con el Hombre - Dios en el sufrimiento de Getsemaní, para con El
decir al Padre. "si es posible pase de Mí este cáliz, pero no se haga mi
voluntad sino la Tuya" y tranquilo hará el ofrecimiento de su dolor.
No
olvidemos que la Iglesia nos ha dado también como poderoso Intercesor para la
hora de la muerte al Santo Patriarca San José, casto esposo de la Inmaculada
Virgen María.
Los ejemplos de las conversiones obtenidas en el lecho de
muerte, inclinan el corazón a la esperanza en la clemencia Divina y manifiestan
la bondad inagotable y la poderosa Intercesión de María, pero esto no debe ser
motivo para atreverse a vivir en pecado con la perspectiva de la penitencia
final. Esto sería una grave imprudencia y una total impiedad.
Pidamos a María
Santísima SALUD DE LOS ENFERMOS nos asista en todas las enfermedades que
padecemos y padeceremos, pero especialmente en la postrera, para tener paciencia
y para que nuestro corazón, en aquella hora, sea todo de Dios. Que el nombre de
Su Divino Hijo, el de Ella y el de su castísimo esposo San José estén en nuestra
mente y puedan pronunciarlo nuestros labios en el momento supremo.
REFUGIO DE LOS PECADORES
Este
piadoso oficio de María Santísima no se
debe entender como contrario a la justicia Divina sino que más bien, Ella cumple
de esta manera la amorosa voluntad de Dios, que constituye a nuestra Señora como
un refugio para que por su medio brille Su Infinita Misericordia que quiere la
conversión de los pecadores.
Jesucristo es nuestro MEDIADOR ante el Padre.
Nos dice San Juan: "Os escribo esto para que no pequéis y si alguien peca
tenemos a UNO que ABOGE ante el Padre: a Jesucristo (1a. Jn. 2:1), pero además
de El, tenemos a María, Madre de Dios y Madre nuestra, constituida por Dios
medianera entre El y nosotros pecadores.
Dos gracias principales son
necesarias a un pecador para alcanzar la futura felicidad: La conversión o el
perdón de los pecados y la perseverancia en el bien. Ambas gracias nos alcanza
María REFUGIO DE LOS PECADORES, si se lo pedimos continuamente y si ....
"hacemos lo que El nos dice", como Ella nos lo pide.
CONSUELO DE LOS
AFLIGIDOS
El ser humano se ve sacudido no sólo por la enfermedad del alma: el
pecado ... y la enfermedad del cuerpo: el dolor físico, sino que la vida está
llena de espinas y abrojos que nos afligen, nos oprimen y no nos dejan vivir en
paz porque lastiman el corazón y llenan de lágrimas los ojos.
Resumimos todo esto bajo el nombre genérico
de TRIBULACIONES y
AFLICCIONES que serán motivos para apreciar más la bondad de María Santísima que
nos consuela, si recurrimos a Ella con mayor frecuencia y confianza.
Nadie
negó y nadie puede negar jamás la existencia del dolor en el mundo. Se nace con
llanto; se crece luchando contra tantos obstáculos que hacen sufrir: se vive
bajo el peso diario de responsabilidades y preocupaciones.
La filosofía de
todos los tiempos ha intentado en vano eliminar el dolor de la vida; no ha
logrado más que arrancar aquello que explica el misterio del dolor y lo hace
llevadero, arrancando a Dios del corazón de muchos hombres ... y EL DOLOR MAS
TERRIBLE ES SUFRIR SIN DIOS.
Cuando el dolor se nos presenta en alguna de sus
formas, se pregunta uno angustiosamente ¿por qué el dolor? Y si la FE no
ilumina, si la FE no responde a este doloroso ¿por qué?, se pierde la
interrogación en el vacío sin una respuesta que satisfaga.
Solamente la FE nos da una respuesta
tranquilizadora, digna de la
Sabiduría de Dios y de la dignidad del hombre. Cuando con el primer pecado se
precipitaron los hombres en el abismo de la condenación eterna, Dios
misericordioso, - en el mismo instante en que prometía enviar al Redentor -
confió la humanidad al Angel del dolor para que la purificara y la hiciera
semejante al Restaurador prometido, que nos redimiría precisamente a través de
las humillaciones y de los más grandes dolores.
El pecado introdujo en el
mundo el dolor y la muerte: del pecado provienen las adversidades.
El dolor
recibió de Dios una misión providencial; es el artífice de toda grandeza moral.
Para que el dolor cumpla en nosotros su misión debe ser acogido con FE
CONSCIENTE y con cristiana resignación.
Sin embargo, el dolor es siempre
dolor y exprime del corazón las lágrimas que son la sangre del alma. ¿Quién
podrá ofrecernos el alivio necesario? ¿Quién podrá CONSOLARNOS? María Santísima,
nuestra amorosa Madre la Consoladora de los afligidos, Ella puede y quiere
endulzar nuestras amarguras y aliviar nuestros dolores, si se lo permitimos.
María hace suyas nuestras
aflicciones y se apropia nuestro dolor, si se lo
entregamos, y una sola mirada de piedad y de amor de esta dulce Madre basta para
tranquilizar el corazón más adolorado y suavizar las más fuertes adversidades.
¡Oh Madre piadosa, CONSUELO
DE LOS AFLIGIDOS, calma nuestras angustias!.
AUXILIO DE LOS CRISTIANOS
El corazón de la Virgen María
es tan grande
que abarca y contiene a toda la humanidad. Dios la creó para que fuera su Madre
y madre de todos, la dotó de esta universalidad de afectos para que los
afligidos, los enfermos, los pecadores, que recurren a Ella, experimenten esta
singular bondad suya.
En la Iglesia se centra la Obra santificadora de Cristo
y aunque ella es la amada esposa de Jesús "sin arruga o defecto" (San Pablo) no
la sustrajo a las vicisitudes humanas y quiso que tuviera la apariencia de
debilidad. En realidad, posee la misma fuerza de Dios, que le prometió la
asistencia perenne del Espíritu Santo y así se apoya segura y confiada en las
palabras infalibles de su Fundador: "He aquí que estaré con vosotros hasta el
fin de los siglos".
San Juan en el Apocalipsis la describe como la ciudad
santa, la nueva Jerusalén y así, la nueva Jerusalén (la Iglesia), tiene en María
Santísima a su poderosa defensora contra los enemigos de todos los tiempos.
Estos enemigos son de dos clases: internos y externos.
Los internos son aquellos que atentan a la verdad
que la Iglesia nos
enseña, los que pretenden introducir en ella, el error, o sea, los mismos
cristianos que se oponen con obstinación, con terquedad a lo que propone la
Iglesia Católica.
Los enemigos externos son los que no perteneciendo a la
Iglesia Católica, la atacan y pretenden destruir la FE de sus miembros que son
el Cuerpo Místico de Cristo.
De estas consideraciones sobre el glorioso
título de Auxilio de los Cristianos debemos sacar dos importantes enseñanzas
para normar nuestra vida cristiana:
• Ante todo un filial amor a la santa
Iglesia y a su Cabeza visible: el Romano Pontífice. En el amor de todos los
católicos, que se centra en el Papa, en la asistencia perenne de Jesucristo y en
la poderosa protección de María tenemos una fuerza superior que nos consuela y
alienta.
• Otra enseñanza, más necesaria hoy que nunca, surge de la
maternidad universal y auxiliadora de María y es el deber que tenemos de
extender la CARIDAD CRISTIANA con la que nos debemos amar unos a otros, como
Dios nos ama, sin distinción alguna. sin olvidar que es contrario a la caridad,
levantar barreras de división, de odio, de incomprensión, etc.
¡Oh Madre
Santísima que en tus entrañas maternales acoges a toda la humanidad y que a
todos socorres en sus necesidades, alcánzanos de tu Divino Hijo esta universal
caridad así como la fidelidad a la iglesia católica, fundada con la Sangre de
Jesucristo, que es también tu sangre!.
¡Auxilio de los cristianos, ruega por
nosotros!.
REINA DE LOS ANGELES
Esta última parte de las Letanías, reúne y
exalta las excelsas grandezas de María celebrando su soberana realeza en el
cielo y en la tierra, Por doce veces le damos el glorioso título de Reina A la
Hija, a la Madre, a la Esposa del Rey, debemos invocarla como a Reina porque el
titulo de Rey no sólo corresponde a cada una de las Personas Divinas, sino
también a Dios - Hombre, el Hijo de María Santísima. El mismo aprobó para su
Persona este nombre: "Sí, como dices, soy Rey" (Juan 18,37).
A la diestra del
Rey, el Salmista vio a una Reina, vestida con manto de oro, gozosa del poder que
Dios le ha otorgado, de poder conceder a quien la invoca toda clase de gracias y
bendiciones. Esta Reina es María que fue investida de esta dignidad cuando Dios
Padre, desde toda la eternidad la eligió por su Hija, por Esposa del Divino
Espíritu y por Madre de su Unigénito y fue constituida Reina, no solo de los
hombres, sino también de los Angeles, que son espíritus puros, muy poderosos,
ágiles como el pensamiento y puros como la luz. Son inteligencias tan grandes
que si queremos honrar, entre nosotros, un entendimiento, lo llamamos: angélico.
Los ángeles son ministros
del Omnipotente. ¡Qué honor tener dominio sobre estos
espíritus tan nobles; ser Reina de súbditos tan numerosos y potentes! Y esta
autoridad y poder corresponde a María Reina de los Angeles, porque les aventaja
en dignidad, es más excelsa que ellos.
La raíz de su excelsa dignidad, de su
autoridad y de sus privilegios se debe a que es Madre del Verbo Divino. Ella
pudo decir con el Padre Eterno: "Tu eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy"
(Salmo 2:7)
La causa de tanta exaltación de María fue SU SINGULAR HUMILDAD.
Humildad es el
conocimiento de nuestras limitaciones y debilidades y obrar de
acuerdo con este conocimiento. Es un movimiento de "descenso" cuyo punto de
partida es el falso lugar que nos señala el amor propio y cuyo término es la
verdad. Por eso "la humildad es la verdad". (Sta. Teresa).
Así, cuanto más
llenas de amor propio, tanto más vacías estamos de verdaderos méritos.
Veamos
en la Anunciación el ejemplo tan grande de humildad de María. Ante la sublime
revelación del Angel que la proclama Madre de Dios, Ella protesta ser solamente
la humilde esclava (servidora) del Señor. La verdadera humildad se manifiesta en
la obediencia.
¡Oh Madre amada. Reina de los Angeles, alcánzanos la gracia
de saber combatir nuestro amor propio para ser verdaderamente humildes!.
REINA DE LOS
PATRIARCAS
Patriarca es una palabra griega que significa padre o
jefe.
Con el nombre de patriarcas se honra a algunos santos del Antiguo
Testamento, elegidos por Dios como guardianes y depositarios de la fe en el
futuro Mesías. Esta fe, avivada por las frecuentes revelaciones de Dios, fue
transmitida por los Patriarcas a sus descendientes como un faro de luz en medio
de las tinieblas de la ignorancia y del pecado.
También en los siglos
cristianos se da por analogía el nombre de Patriarca a los santos Fundadores de
las más famosas Ordenes Religiosas, puesto que también ellos engendraron
espiritualmente a la vida de la perfección evangélica a muchas almas.
Los Patriarcas fueron, bajo diversos
aspectos, figuras de Jesucristo; lo
representaron en varios misterios de su vida, de su muerte y de su obra
redentora. Y en la debida proporción representaron también a María, pues quien
representa al original, representa por lo mismo a la copia fiel.
Simbolizada en Noé, único padre salvado
del diluvio y destinado a
repoblar el mundo; Ella, única preservada del naufragio universal de la culpa,
toda santa, renovó moralmente al género humano y contribuyó a reparar los daños
causados por el primer pecado.
Abraham, admirable ejemplo de fe y de
obediencia, padre de los creyentes, dispuesto a sacrificar a su unigénito sobre
el Monte Moría, fue una pálida figura de María Santísima dotada de la más viva
Fe y de la más perfecta obediencia. Madre amorosa de todos los redimidos,
sacrificó a su unigénito Hijo para la redención del género humano sobre el Monte
Calvario en el Altar de la Cruz.
Moisés, el amigo y confidente de Dios, que
hablaba con El como un amigo con su amigo, es comparado a María Santísima, no
solo amiga, sino también Madre de Dios, que vivió con El treinta y tres años con
aquella confidente autoridad que nacía de su ser de Madre.
La mujer fuerte
de la Sagrada Escritura (Proverbios) es 'una imagen de María Santísima,
tabernáculo viviente de Dios.
También la Iglesia Católica tiene, en un
sentido espiritual, sus Patriarcas. Ellos no prefiguran a Cristo que ha de venir
sino que siguen SUS huellas y lo copian con aquella perfección que es posible a
la humana naturaleza vigorizada por la gracia.
Estos Patriarcas son los
Fundadores de los Institutos Monásticos y de las Ordenes religiosas, verdaderos
padres, que dieron a la Iglesia una inmensa cantidad de almas santas.
Si
María es llamada Reina de los antiguos Patriarcas, por las mismas razones debe
ser llamada Reina de los nuevos, puesto que ellos procuraron imitar sus
virtudes, fueron los maestros de la devoción a Ella y promovieron su culto.
En este punto de la explicación
de las Letanías es oportuno tratar brevemente
del glorioso Patriarca San José, esposo purísimo de la Virgen Inmaculada, puesto
que la devoción a la esposa, redunda naturalmente en la persona de su digno
esposo.
Aunque San José no cooperó a la generación del Verbo encarnado sí
contribuyó principalmente a cuidar y alimentar al Dios - Hombre y fue testigo
continuo de las acciones de Jesús y de María; atento escucha de sus palabras,
compartió con Ellos durante muchos años los gozos y las penas, las esperanzas y
el amor a Dios y a los hombres.
San José es la sombra y el reflejo del Eterno
Padre, él ocupa en la tierra su lugar y Cristo reconoce los derechos paternos de
José.
Nunca podremos expresar con palabras la santidad, la virtud y la gran
dignidad de este sumo Patriarca entre los Patriarcas.
El Papa Pío IX, para
poner su persona y la de todos los fieles bajo la protección de San José, por
Decreto del 8 de Diciembre de 1870, lo nombró solemnemente Patrono de la Iglesia
Universal.
¡Madre Santísima, Reina de los Patriarcas, ruega por nosotros!.
REINA DE LOS
PROFETAS
El principal sentido que la Sagrada Escritura da al
nombre de Profeta, es el de persona enviada por Dios, la cual, por ilustración
divina, conoce con la máxima certeza y por divina inspiración predice cosas o
sucesos futuros, que no se pueden conocer por ningún medio humano. Solo Dios es
el autor de las profecías.
María es llamada Reina de los Profetas por dos razones:
• Porque Ella
fue mostrada por Dios a los Profetas de la antigua Ley, y ellos la preanunciaron
con palabras, figuras y símbolos.
• Porque Ella misma, dotada del espíritu de
profecía, conoció y predijo muchas cosas futuras.
El objeto central y primario de las antiguas profecías
es el Redentor
prometido: Jesucristo.
Todo está predicho por los Profetas: el linaje, la
familia de la cual surgirá la estrella de Jacob; la raíz de Jesé, de la cual
brotará la flor; el tiempo, el lugar y las circunstancias del nacimiento
prodigioso; la muerte con las humillaciones, dolores y crueldades; la
resurrección, la ascensión, el reino de la Iglesia.
Pero no se podía anunciar
al Sol, el Hijo del Altísimo, sin señalar a la gran Señora que le había de
engendrar en su Seno Purísimo.
Todas las profecías que hablan expresamente de
Jesucristo hablan, implícitamente de la Virgen y Madre: pero son muchas las que
tratan expresamente de Ella. Recordemos algunas de las principales:
• El
primer profeta de María fue Dios mismo. Cuando se cometió el primer pecado, el
pecado original, Dios promete un divino Reparador que ha de nacer de una mujer.
• Los Padres, unánimemente,
y a ellos hacen eco todos los expositores, ven
expresada en la Mujer a María y en su Fruto, a su Único Hijo: Jesús.
• En el
Salmo 44, el Rey Profeta canta a la Virgen María que es Ella el objeto de las
complacencias del Rey, la Virgen admirable. En este Salmo mesiánico está
delineada la excelsa Madre del Redentor.
Isaías, el Profeta evangelista, vio,
el singular privilegio de María de juntar a un tiempo la divina maternidad con
la más pura virginidad: "la Virgen concebirá y dará a luz un Hijo, y su nombre
será Emmanuel, esto es, Dios con nosotros".
La Encarnación del Verbo es el
fundamento de la fe cristiana. De la misma manera que quiso Dios, después de la
Encarnación de su Hijo, multiplicar las pruebas de este misterio, así, antes del
nacimiento prometido y esperado con creciente deseo, quiso multiplicar las
predicciones para disponer a la humanidad al asentimiento de la fe.
La Iglesia invoca a María como Reina
de los Profetas no sólo porque Ella
fue objeto de sus profecías, sino porque poseyó este don, en la forma más
excelsa.
A Ella le fueron mostradas todas las profecías y su cumplimiento; le
fue revelada la economía de la Encarnación, de la Redención, de la obra divina
de Cristo; aquello que los Profetas conocieron en fragmentos, María lo conoció
enteramente.
Si una sola hora de la presencia de Cristo encerrado en el seno
materno bastó para ungir al Bautista, ¿no habrá bastado el curso de nueve meses
y una vida de treinta y tres años, para hacer de María una singular Profetisa y
la Reina de los Profetas?.
Después del glorioso mensaje del Arcángel Gabriel,
después del saludo de Isabel, que la llama bendita entre todas las mujeres,
porque el fruto bendito de su vientre la había ensalzado tan
extraordinariamente, María Santísima responde entonando el cántico del
MAGNIFICAT, en el cual, teniendo presente su indignidad (respecto de Dios),
proclama su altísima dignidad y su futura gloria y todo lo atribuye a la bondad
y al poder de Dios. En este himno inmortal la Santísima Virgen se eleva a la
cumbre de lo creado y con inspiración profética canta la gloria de Dios y su
propia grandeza.
¡Oh Virgen Madre de Dios! REINA DE LOS PROFETAS, alcánzanos
la gracia de vivir la verdadera HUMILDAD, que es la base de todas las virtudes!.
REINA DE LOS
APÓSTOLES
Apóstol significa enviado, mensajero. Se da este
nombre:
1. Por excelencia, a aquellos hombres escogidos por Nuestro Señor
Jesucristo, que vivieron con El, que fueron educados en su escuela y por El
enviados, después de haber recibido el Espíritu Santo, a predicar el Evangelio
por todo el mundo.
2. Por participación, a todos aquellos que, a semejanza de
los Apóstoles, predican el Evangelio, especialmente a aquellos que van a otros
países para anunciar la Buena Nueva, esto es a los Misioneros.
3. Por
analogía, a aquellos fieles cristianos que desarrollan algún trabajo apostólico
en general o acción misionera en particular, con lo cual cooperan con la
Jerarquía a extender el Reino de Jesucristo.
De todos ellos, María es Madre y
Reina.
La superioridad de la Virgen sobre los Apóstoles se funda en tres
razones:
a) Ella tuvo relaciones más íntimas con el Divino Redentor. Los
Apóstoles fueron los amigos de Jesús. ¡Es el mismo Hijo de Dios quien se profesa
amigo de unos pobres y rústicos pescadores!. María en cambio fue la Madre de
Jesús. No hay comparación entre las relaciones de la amistad y las relaciones de
la maternidad.
Los Apóstoles fueron llamados a seguir a Jesús y vivieron con
El tres años, pero María, desde el instante de la Encarnación del Verbo hasta la
Ascensión de Cristo, vivió en íntima unión con su Divino Hijo.
Los Apóstoles
fueron elegidos para predicar al mundo la divina palabra; María fue escogida
para traer a la tierra la Palabra substancial, personal, el Verbo de Dios.
b)
Ella tuvo mayor poder que los Apóstoles. A éstos les dijo el Divino Maestro:
"vosotros que me habéis seguido ... estaréis sentados sobre doce tronos para
juzgar a las doce tribus de Israel" (Mt. 19:28). De María canta la Iglesia:
"María penetró en las alturas de los cielos, alegraos, porque Ella reina con
Cristo eternamente. Jesús comparte con los Apóstoles su poder judicial, con su
Madre comparte el Reino.
Ella fue enriquecida con mayor abundancia de los
carismas del apostolado en el día de Pentecostés.
c) María mientras vivió,
fue la Maestra y Consejera de los Apóstoles.
No hay otra razón que explique
la permanencia de María en la tierra, aún después de la Ascensión de Jesús a los
cíelos, sino la gran necesidad que de María tenía la Iglesia naciente. Esta
Iglesia no era más que la continuación, la prolongación, de la personalidad de
Cristo y de su cuerpo místico. La Providencia, obraba de manera conveniente a
sus designios confiando a los cuidados de María la Iglesia recientemente
constituida, de la misma manera que le había confiado anteriormente el cuidado
del pequeño Jesús.
El Divino Maestro, en el momento de volver al Padre, de
donde había salido, le dejó a Ella su escuela y su cátedra, no para que rigiese
las ovejas de la grey, como Pedro, sino para que alimentase a los Apóstoles con
aquella celestial Sabiduría de la cual estaba enriquecida.
Hija predilecta
del Padre. Esposa muy amada del Espíritu Santo. Madre de Jesucristo, autor de
toda gracia. Reina de los Apóstoles. ¡Ruega por nosotros!.
REINA DE LOS
MÁRTIRES
Cuando la adversidad se abate sobre una familia, hay un corazón que
tiene el privilegio de sufrir más que los demás y de recibir en sí el dolor de
todos: es el corazón de la madre.
Así en la inmensa familia humana, María
tuvo este privilegio de sentir en su corazón los dolores de todos sus hijos, los
padecimientos de todos los mártires y los tormentos del Rey de los Mártires. Por
este privilegio, Ella ha obtenido el amor de los hombres. Por eso la Iglesia la
invoca con el título de Reina de los Mártires.
El Profeta Jeremías había predicho que los dolores de esta
Virgen serían
los más atroces después de los de Jesucristo, los más crueles soportados por una
sencilla criatura con el auxilio de la gracia Divina. Sus dolores han sido
comparados con el mar: "inmenso como el mar es tu dolor", no que el mar sea la
justa medida de este dolor, sino porque, así como las aguas del mar superan sin
comparación todas las que están esparcidas sobre la tierra, así los dolores de
María son incomparablemente mayores que los de las demás criaturas.
Fijaremos
la atención, al considerar los dolores de María, en su extensión y duración y en
su gravedad, intensidad y amargura.
No se crea que los dolores de María
duraron solamente aquellas tres horas que al pie de la Cruz estuvo presente en
el agonía y muerte de su Hijo, o el día que duró su santa Pasión; sus dolores
fueron continuos durante treinta años. Desde el momento en que fue Madre,
destinada a padecer con su Hijo su Pasión y su Muerte vino a ser al mismo tiempo
madre de dolor. Dotada, como estaba, de espíritu profético y con el conocimiento
que tenía de las Sagradas Escrituras, conoció la amargura de la cruel pasión y
muerte de Jesús, por eso empezó a experimentar aquella serie de angustias y
dolores indecibles que tendrían fin hasta la Resurrección de Cristo.
Con la profecía de Simeón: "una
espada traspasará tu alma", María sintió
desde ese día la herida que se clavó profundamente en su corazón, hasta rasgar
la última de sus fibras.
El Niño crecía bajo la mirada de la Madre y Ella
pensaba en las humillaciones y en las heridas de aquel rostro Divino que
soportaría el beso de Judas, la bofetada del criado y los salivazos de los
judíos; cuando su mano delicada acariciaba la cabeza, las manos o los pies del
Niño, la visión de la corona de espinas y de los clavos le producía una gran
angustia.
Aquella carne inmaculada que María vestía con tanto cariño y
respeto, sería desgarrada por los azotes y cubierta con la púrpura de la sangre.
La Sabiduría Divina de
Jesús que en la intimidad de Nazaret descubría a la Madre
los secretos celestiales, habría de ser un día objeto de publica burla. ¡Oh
dolores, oh martirio de la Madre!.
Ella sintió especialmente los siete
dolores que la Iglesia recuerda el 15 de Septiembre:
1. La predicción del
anciano Simeón, cuando María y José presentaron en el Templo a Jesús.
2. La
huida y el destierro a Egipto, después de la persecución de Herodes.
3. La
pérdida de Jesús, enseñando en el Templo de Jerusalén.
4. El encuentro de
Jesús y María en el camino del Calvario.
5. La crucifixión, agonía y muerte
de Jesús.
6. El descendimiento de la Cruz del Cuerpo del Hijo.
7. La
sepultura de Jesús.
Nos detendremos solamente a contemplar a María Dolorosa
en su martirio al pie de la Cruz, viviendo la agonía y muerte de su Divino Hijo.
Estos dolores fueron de 4
clases:
a) dolores del pecado
b) dolores de la naturaleza
c) dolores de la gracia y
d)
dolores
divinos.
a) Los dolores del pecado.
Ninguna criatura puede tener tal
conocimiento y dolor del pecado que alcance a igualar su gravedad; para concebir
un dolor adecuado, sería preciso conocer perfectamente el Bien infinito del cual
nos priva, comprender la esencia de Dios, los atributos divinos, el daño
infinito que es perderlo eternamente. Sólo Dios, que se iguala y comprende a sí
mismo, conoce todo esto.
Sólo Jesucristo, porque es Dios, conoce a su Padre
celestial, su esencia, sus perfecciones, su amor Infinito y Eterno y el mal que
ocasiona separarse de El; sólo Jesús tuvo un adecuado e infinito dolor de la
culpa mortal, como sólo El pudo expiada adecuadamente.
Después de Jesucristo,
fue María la que experimentó el más perfecto y más intenso dolor por el pecado,
porque Ella mucho más que cualquier mente humana y angélica, estuvo dotada del
más elevado y sublime conocimiento de Dios, de su Infinito amor y de la gravedad
del pecado que separa de Dios.
Ella, en el Calvario, asistió como
espectadora, testigo y participante a la muerte del Redentor. La Virgen, espejo
perfecto que captaba los rayos enfocados de amor y de dolor que partían del
Corazón de Jesús agonizante sentía el vivo reflejo, que la sumergía en el mar de
un dolor casi infinito.
Esta es la primera fuente de los Dolores de María
Santísima: LOS DOLORES POR EL PECADO.
b) Dolores de la naturaleza.
Para conocerlos de algún modo,
consideremos que María es mujer y es
madre, madre de un Amantísimo Hijo, a quien no puede socorrer.
Ella no fue
una mujer sino la MUJER por excelencia, perfecta, preservada de las heridas y de
las sombras del pecado, en Ella todo era sublime, aun el amor maternal que el
Espíritu Santo infundió en su corazón, en el instante de la Encarnación del
Verbo. El amor de María superó al amor maternal de naturaleza.
No teniendo
Jesús un padre terrenal que compartiese el dolor maternal, en el corazón de
María se unieron y fundieron los dolores de la madre y del padre. Todo el
tributo del dolor que dimana de la naturaleza era ofrecido por Ella al Mártir
Divino, porque María lo amaba con el tierno amor de madre y a la vez con el
fuerte amor de padre.
No se piense que el martirio de María no era tan
intenso por su fortaleza sobrehumana: no olvidemos que la fortaleza del alma,
hace que se soporten los dolores, pero no quita que se sientan.
Ella
contempla el cuerpo lacerado y las manos y los pies atravesados por los clavos y
la cabeza en la que se hunden las espinas y no le está permitido aliviar ni su
cuerpo ni su cabeza: oye las blasfemias del ladrón y los insultos de los que le
crucifican, los gritos de los enemigos y no puede repararlos con una palabra de
respeto, de consuelo, de amor: resuena en el corazón de la Madre el grito de
Jesús "tengo sed" y no puede aliviarle con un sorbo de agua y ve como le dan a
beber hiel y vinagre. Exhala el Hijo el último suspiro y no le está permitido a
la Madre endulzar la amarga agonía y recoger el último aliento. Se lamenta Jesús
de ser abandonado por su Padre y la Madre debe también dejarlo como abandonado y
sin auxilio.
Desolada y privada de todo consuelo debía ser la muerte de Jesús
y desolada y privada de todo consuelo debía ser también la pasión de María
Santísima.
c) Dolores de la gracia.
Los dolores de la gracia y los dolores
divinos, que nuestro pobre entendimiento no puede penetrar, fueron para Ella los
más duros y crueles.
El dolor deriva del amor, un amor humano, un amor de
naturaleza, produce un dolor humano; un dolor natural, un amor de gracia, un
amor divino causa un dolor del mismo linaje, un dolor de gracia y divino; cuanto
más fuerte es el amor, tanto más fuerte será el dolor.
La naturaleza nos hace
hombres, la gracia y el amor divino nos hacen santos. Si la Virgen María, modelo
perfecto de mujer y de madre experimentó los más fuertes y agudos dolores de la
naturaleza, Ella, a su vez, modelo de perfección sobrenatural y de santidad,
debió experimentar los más agudos y fuertes dolores de la gracia y los
sufrimientos divinos.
Para penetrar esta verdad pensemos: ¿cuál es el efecto
de la gracia sobre nosotros? Una elevación del alma sobre la naturaleza; una
unión, una amistad con Dios, una cierta comunicación que Dios nos otorga, por la
cual somos hechos partícipes de la naturaleza divina. Esta es precisamente la
esencia de la santidad.
Esta relación sobrenatural fue perfectísima entre
Jesucristo y su Santísima Madre, no solo por vía natural, sino más aún por razón
de gracia. Ella fue más feliz por haber llevado a Dios en su corazón que en su
seno, como respondió Jesús a la mujer que ensalzaba la maternidad natural de la
Virgen: "más bien son bienaventurados aquellos que oyen la palabra de Dios y la
guardan".
Cristo fue Rey de los Mártires y María fue Reina de los Mártires
porque experimentó todas las penas del amado Jesús.
d) Dolores divinos.
• Es artículo de nuestra fe
que el Padre Eterno
es el Padre de Jesús; que Jesús Dios y Hombre es el Hijo de Dios Padre: que el
Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo y que es el Amor Increado ... el
amor del Padre al Hijo y del Hijo al Padre.
• También es artículo de fe que
la Virgen María es verdadera Madre de Dios, porque es Madre de Aquel en el que
la naturaleza Divina y la naturaleza humana se hallan unidas hipostáticamente,
esto es en unidad de PERSONA.
• Qué en la Cruz murió este Dios Hombre, este
Hijo del Padre Eterno y de María Virgen, para redimirnos. Esto constituye un
tercer artículo de fe.
En la muerte de un hijo debe sentir, y siente extremo dolor, no solo la
madre, sino también el padre, es esto ley inexorable de nuestra naturaleza
humana.
Pero Dios Padre no puede sufrir, porque la naturaleza Divina es
inmutable y Dios no puede ni por un momento perder su felicidad ... es decir no
puede sufrir.
La Madre de Cristo debía experimentar, en la muerte del Hijo,
todo el dolor, aun aquel que en los casos ordinarios habría experimentado el
Padre; la totalidad de esta divina aflicción, íntegra e indivisa. recayó sobre
el corazón afligido de María. Tan inmenso dolor soportó la Madre que la
omnipotencia de Dios la tuvo que sostener para que no muriera con Jesús en el
Calvario.
¡Oh Reina de los mártires, que con constancia tan heroica y divina
soportaste aquellos prolongados y atroces dolores que en la muerte de tu Hijo,
la naturaleza y la gracia, los pecadores y Dios acumularon sobre tu amoroso
corazón de Madre, alcánzanos fortaleza para aceptar la voluntad divina y
bendecir al Señor que con misericordia nos visita en el dolor, y que con él nos
purifica y quiere hacernos dignos del gozo eterno.
REINA DE LOS CONFESORES
En el lenguaje litúrgico de
la Iglesia, se llaman Confesores a todos los Santos
que no fueron mártires.
Confesores = cristianos que profesan públicamente la Fe en Jesucristo y
por ella están prontos a dar la vida. Confiesan la Fe por su testimonio de vida
cristiana
Mártires = personas que padecen muerte por amor de Jesucristo y en
defensa de la fe y de la religión. Mueren en defensa de la Fe y de la religión
Es necesaria una gracia
especial de Dios para soportar el martirio, sin embargo,
no se requiere menos gracia de Dios para sobrellevar una heroica santidad sin el
martirio.
El mérito que se alcanza con el martirio es de ordinario en muy
breve tiempo y para obtener el mérito sin el martirio requiere un tiempo
bastante largo. El martirio, perfecto acto de amor y de fortaleza, suple las
demás virtudes que podrían faltar o podrían ser imperfectas. En cambio, fuera
del martirio se necesita mayor perfección de las Virtudes Teologales y Morales;
esto se consigue a través de una vida entera de lucha contra el pecado, contra
el mal y de sacrificio continuo. De tal manera que la vida de un santo puede
llamarse un continuo martirio.
Los santos CONFESORES, tuvieron que superar
toda clase de dificultades y practicar las virtudes en grado heroico.
María
es la primera, la más perfecta y la más santa de todos esos héroes de virtud y
santidad, por eso la Iglesia la proclama REINA DE LOS CONFESORES.
REINA DE
LAS VÍRGENES
La Iglesia, no satisfecha con haber invocado a María con el título de
Santa Virgen de las Vírgenes, la invoca como Reina de todos aquellos y aquellas
que profesan la virginidad, para hacernos conocer y apreciar las grandes
ventajas que aporta a la Iglesia ese estado, que inició Aquella que es llamada
por antonomasia la Santísima Virgen.
• Ella fue la primera en profesar
solemnemente la virginidad, que antes era considerada como ignominiosa entre las
mujeres hebreas.
• Elevo esta virtud a la más alta cumbre de perfección
posible a la criatura.
• Fue la suya una virginidad singular y única,
asociada por prodigio Divino a la maternidad.
• Pero hay otra razón y es
ésta: María es honrada con el título de Reina de las Vírgenes, porque el ejemplo
y protección de Ella inspiran y proporcionan amor a la virginidad, guardan y
conservan esta noble virtud. El ejemplo y la protección de esta Reina sor
admirablemente fecundos en la Iglesia.
El mundo, que no entiende la divina
sublimidad del amor, acusa al celibato y a la virginidad de egoísmo y de
esterilidad. Ante esta calumnia, que los millones de niños y niñas que pueblan
las escuelas, los orfanatos y los colegios informen al mundo lo que han recibido
de los Religiosos y las Religiosas, y que en algunos casos no reciben de sus
mismos padres: lo mismo los jóvenes y las jóvenes que en centros de formación
juvenil han recibido una instrucción religiosa que les ayuda a regir su vida en
una forma sobrenatural y noble. Los ancianos impotentes, los enfermos de toda
edad, los que llenan los asilos, entre lágrimas de gratitud, muestren al mundo a
las mujeres consagradas a Dios que bajo el velo de la cofia sienten arder la
llama del amor de Dios y tienen para ellos la inagotable caridad de la palabra
evangélica y de las obras de misericordia.
Con esto, la sabiduría inspirada
de la Iglesia muestra al mundo cuán fecunda es la santa virginidad.
¡Oh
Virgen Santísima, Reina de los Vírgenes! Te pedimos para todos los fieles nos
alcances la gracia de la castidad, conveniente a cada estado de vida y la PUREZA
del alma. Ayúdanos a cuidar nuestros sentidos, nuestro corazón y nuestra mente
de todo cuanto pueda mancharnos.
REINA DE TODOS LOS SANTOS
No se piense que es
superfluo este titulo, otorgado ya a María al
recordar las varias clases de santos, ni se crea que la Iglesia haga aquí un
recapitulación de los títulos precedentes. Esta Invocación nos parece fundada
sobre dos justas razones:
1. Que María es canal de toda santidad. Que entre
todas las criaturas, Ella fue el modelo más perfecto de santidad.
La primera
de estas razones ha sido extensamente explicada en el decurso de estas
meditaciones:
María es el canal por el cual Dios, autor y fuente de toda
gracia, hace llegar hasta nosotros la virtud y la santidad. En el cuerpo místico
de Jesucristo, Ella hace, por decirlo así, el oficio de cuello: transmite a la
Cabeza las súplicas de los miembros y desde la Cabeza hace llegar a todo el
cuerpo (místico) aquellas gracias por las cuales crece toda virtud, toda
perfección y santidad.
Ilustraremos aquí la segunda razón: María, modelo de
santidad para todos, especialmente para la mujer.
Dios es la santidad
primera, la santidad por esencia, a esta divina santidad y perfección debemos
conformar necesariamente la nuestra. La santidad divina aparece infinitamente
lejana, en una luz inaccesible ... pero Dios nos la hizo accesible en su
Unigénito Hijo, Jesucristo, dice San Pablo: "Dios nos eligió en Cristo, antes de
la constitución del mundo, para que fuésemos santos e inmaculados ante El y nos
predestinó en caridad a la adopción de hijos suyos por Jesucristo, conforme al
beneplácito de su voluntad para alabanza y gloria de su gracia". (Ef. 1: 4-6).
El hombre, elevado por la
misericordia Divina al estado sobrenatural y
constituido hijo de Dios, tiene en Jesucristo el espejo de la perfección divina,
pero los rayos que emanan de Jesucristo son todavía demasiado brillantes para la
dignidad humana; la suya es una santidad increada, infinita.
Es cierto que El
practicó las virtudes sencillas permitidas al hombre, como la humildad, la
paciencia, la obediencia, etc., pero el modo y la perfección como las vivió son
infinitamente superiores a las fuerzas humanas, aunque estén apoyadas por la
gracia.
Para allanarnos el camino de la santidad, Dios nos propuso en nuestra
Señora un modelo de santidad creada, una luz más suave a nuestros débiles ojos,
un modelo, el más cercano a la santidad infinita, que nos animara a imitarla.
Ella poseyó sin duda una
perfección y una santidad sobrehumanas, pero una
santidad creada, unida a aquella perfección a la que no llegará jamás ninguna
criatura; se acerca y toca los confines del infinito. La santidad de María es
solo inferior a la santidad de Dios. María espejo, ejemplo y modelo perfecto de
santidad, es lo que nos propone la Iglesia cuando la invoca como Reina de los
santos.
María Santísima modelo de la mujer cristiana.
Quien conozca la importancia moral de la mujer
en el mundo no podrá
menos de admirar la Providencia de Dios por haber preparado en la Virgen Madre,
el modelo singular de la perfección femenina.
La mujer constituye la mitad
del género humano, y es ella la que forma y educa a la otra mitad. La mujer que
usa rectamente de los preciosos atractivos de naturaleza y de gracia con los
cuales Dios la ha enriquecido, tiene un ascendente bienhechor sobre su esposo y
un influjo poderoso y decisivo sobre el carácter y la conciencia de los hijos.
Más profunda y más grande es
la influencia social de la mujer - madre. Los
principios de la educación maternal permanecen imborrables; aún cuando en medio
del torbellino de las pasiones y de la vida el sello de la mano materna
permanezca obscurecido y sepultado bajo las ruinas de los vicios, tarde o
temprano sale de nuevo y conduce a !os extraviados al buen sendero, como bajo
las ruinas sembradas por los vándalos o bajo la capa del olvido, reaparece la
belleza artística de los antiguos monumentos. Se puede decir que la sociedad es
como quiere la mujer.
En la antigüedad, la mujer no contaba para nada en la
sociedad, era esclava de las pasiones del hombre y la mitad del linaje humano
era para la otra mitad fomento y causa de corrupción.
El hombre y la mujer
tenían extrema necesidad de un remedio poderoso que los sanara, que los hiciera
en verdad virtuosos y santos. Este poderoso remedio fue ofrecido por Jesucristo,
por su religión, por su moral y por su gracia.
El decreto de Cristo devolvió
al matrimonio su unidad natural y su indisolubilidad y lo elevó a la dignidad de
Sacramento. El ejemplo de Cristo y de la Inmaculada Virgen María: he allí la
medicina que restauró al hombre y ennobleció a la mujer.
María Santísima es
el modelo perfecto de la mujer, esposa y madre.
• ESPOSA.- María Santísima
fue perfecta, santa y amorosa esposa de San José, en Ella las virtudes humanas
eran sobrenaturales (esposa del Espíritu Santo), pero tomando en cuenta el ser
de esposas y esposos terrenales aplicaremos de la la. Carta a los Corintios
(cfr. Cap. 7).
La esposa debe tener un verdadero amor de caridad al esposo
que supone, entre otras cosas:
• Paciencia ... perseverando con constancia en
aquel o aquellos buenos ideales que resulta difícil alcanzar por diferencia en:
educación, criterio, opiniones y hasta de valores ... y por medio de oración, de
amor manifestado y evitando discusiones, tratar de convencer al esposo del bien
que se persigue.
• Ser servicial - atenderlo con alegría, prontitud y lo
mejor posible, no dejándose llevar por los errores actuales, que, promoviendo la
liberación de la mujer pretenden, entre otras cosas, que la mujer no debe
atender al esposo.
• No ser jactanciosa - no alabarse a sí misma, ni cansar
al esposo con comentarios inútiles.
• No ser engreída - no le presuma de su
valer (imaginario o real) haciéndolo sentir inferior.
• Ser decorosa -
respetuosa de los gustos y aficiones del esposo, así como de sus familiares y
amigos.
• No olvide la esposa que LA CARIDAD ES COMPRENSIVA Y MISERICORDIOSA,
QUE ESPERA SIN LÍMITES Y PERDONA SIEMPRE. MADRE - Oficio y dignidad principal de
la mujer es la maternidad, que le impone sagrados deberes (no olvidarlo nunca ya
que actualmente se combate mucho esta gran dignidad de la maternidad).
El
primero de estos deberes es el de aceptar de Dios y con gratitud aquellos hijos
que quiera confiarle. Hoy la mujer mundana desea ser esposa pero rehuye el honor
de la maternidad. El ritmo regulado de la vida de familia no le agrada;
fatigarse para construir, piedra sobre piedra el edificio de la educación de sus
hijos, es una empresa que no quiere asumir. Hoy la maternidad se limita lo más
posible y aun cuando se acepte, no se le considera con alegría, sino más bien
como un paréntesis doloroso en el movimiento acelerado de la vida moderna que
ofrece a la mujer otros atractivos.
La maternidad que se sacrifica y que en
el plan de la Providencia debería colocar a la mujer en lugar muy alto, es hoy
abiertamente rechazada como algo que no corresponde a esta época, corno la
supervivencia de una mentalidad superada. Y es que fuera del clima
verdaderamente espiritual del cristianismo, hoy la maternidad es una función
mecánica, determinada por el egoísmo.
Toda esposa cristiana, ante el dulce
sacrificio de la maternidad, aun en medio de las angustias y de las dificultades
de nuestros tiempos, debe repetir la palabra de nuestra Señora: "FIAT" ...
HÁGASE.
El Papa Pío XI, al recibir en una ocasión a unas madres italianas les
dijo: "La primera gloria de la Virgen Santísima es que es Madre de Dios y Madre
nuestra. Ustedes tienen en su activo el ser madres tantas veces cuantos son los
hijos que la Providencia les ha dado y confiado ... hasta entregarles tantas
vidas y tantas almas ... ustedes deben confiar en El como El ha confiado en
ustedes"
Otro deber de la madre es la educación cristiana de sus hijos. No
debe olvidar que tienen necesidad de una educación paciente y constante, hecha
de instrucción, corrección, vigilancia y de buen ejemplo.
¡Virgen Santa,
excelsa Reina de todos los santos, tú que en el estado de Esposa y de Madre
diste tan altos ejemplos de perfección, santifica a la mujer y con ella a la
familia y a la sociedad.
REINA CONCEBIDA SIN MANCHA DE PECADO
ORIGINAL
El título que vamos a comentar es muy glorioso para la Virgen
María.
Fue el gesto sabio y providente del gran Pontífice Pío IX quien el 8
de Diciembre de 1854, la insertó en el sagrado tesoro de la fe católica por el
Dogma de la Inmaculada Concepción.
Este singular privilegio de haber sido
preservada de la culpa original, coloca a la Virgen junto al eterno Hijo de
Dios, con un linaje de gloria que es el mayor que puede concebirse,
Para comprender este artículo de
nuestra fe, hemos de remontarnos a la
cuna del género humano cuando el pecado despojó a los primeros seres humanos de
la gracia de Dios, de los dones sobrenaturales que Dios les había otorgado y de
la justicia original.
La justicia original consistía en un conocimiento más
perfecto de Dios y de si mismos, en la sujeción de la razón y de la voluntad a
la ley Divina, en la inmortalidad del cuerpo y en la exención del dolor y de la
fatiga. Todo esto se perdió por el pecado original.
Por este pecado tenemos
necesidad de la redención de Jesucristo y de la gracia de Dios, gracia que nos
sitúa en un estado, bajo muchos aspectos mejor que aquel del cual caímos, "donde
abundó el pecado, sobreabundó la gracia". (Rom. 5.20).
Argumentos que prueban
la Inmaculada Concepción de María.
Para fortalecer nuestra fe es suficiente la voz infalible de la
Iglesia,
pero para mayor gloria de Dios y de María Santísima, examinaremos los
principales argumentos en los que se funda el Dogma de la Inmaculada Concepción.
La Sagrada
Escritura:
De un privilegio tan excelso de María, nos dio el mismo
Dios claro testimonio cuando prometió al futuro Redentor y afirmaba,
dirigiéndose al demonio: "pondré enemistades entre ti y la mujer, entre tu
linaje y el suyo, ella aplastará tu cabeza,"
María Santísima y su Divino Hijo tendrán los dos las mismas
enemistades
con el demonio, con el pecado, por consiguiente María será concebida como
concebirá Ella a Jesús, en la enemistad del mal, o sea sin pecado.
• La tradición:
En las obras de
los santos Padres y de los escritores
eclesiásticos, se encuentran varias frases que expresan la pureza Inmaculada de
María Santísima.
• La razón:
Dios es santidad Infinita, esencial,
absoluta. Dios no puede habitar donde no brilla la santidad más perfecta y más
pura. Esta es la razón por la cual María fue preservada del pecado original,
porque Dios pudo consentir que Ella fuera pobre, ignorada, y aun despreciada a
los ojos del mundo, pero no pudo permitir que fuera ni un solo instante esclava
del pecado. El Altísimo santificó su tabernáculo.
Porque María estaba
destinada a ser Madre de Dios, fue preservada del pecado original, así lo exigía
la santidad de Cristo, el honor de Dios, el atributo necesario de su santidad.
Otra prueba de la Inmaculada
Concepción de María puede deducirse de su oficio de
Corredentora de la humanidad. No queremos significar con esto que la Obra
Redentora de Jesucristo y la de su Madre deban situarse en un mismo plano de
igualdad; Ella cooperó al gran rescate como y cuanto pudo hacerlo una criatura,
según la ordenación divina. El Hijo de Dios, queriendo redimir a la humanidad,
se hizo hombre en el seno purísimo de María, que fue el instrumento, el medio
por el cual El asumió nuestra naturaleza. María Santísima concurrió de hecho,
especialmente en el Calvario a la Oblación de Jesús. En este sentido la llamamos
Corredentora.
He aquí como la Sagrada Escritura, los Santos Padres, la
revelación y también la razón iluminada por la fe demuestran la verdad de la
Inmaculada Concepción de María y cuan justamente la Iglesia Católica honra y
saluda a la Virgen como Reina concebida sin mancha del pecado original.
¡Virgen Inmaculada. Madre de Dios y
Madre nuestra. purifica nuestros corazones y
prepáralos para recibir a Jesucristo, el Cordero Inmaculado, en el Sacramento
del Amor!.
NOTA.- Con la verdad católica sobre el pecado original, queda abatido el
primer fundamento de todas las herejías antiguas y modernas, las cuales niegan
ESTA VERDAD,
Es evidente que si no existió el pecado original, es inútil la
Redención de Cristo. inútil la Iglesia fundada por El, inútil la Jerarquía, etc.
La solemne definición del Dogma de la Inmaculada Concepción de María aplasta
todos los errores contra la fe y contribuye poderosamente a la exaltación de la
FE CATÓLICA.
REINA LLEVADA AL CIELO
El Papa Pío XII, Pastor
universal y Maestro infalible de la Santa Iglesia, el día 1°. de Noviembre de
1950, dijo: "Después de elevar a Dios muchas y reiteradas preces e invocar la
luz del Espíritu de la verdad, para Gloria de Dios Omnipotente, que otorgó a la
Virgen María su peculiar benevolencia, para honor de su Hijo, Rey inmortal de
los siglos y vencedor del pecado y de la muerte, para acrecentar la Gloria de
esta misma augusta Madre y para gozo y alegría de toda la Iglesia, por la
autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados Apóstoles Pedro y
Pablo y por la nuestra, PRONUNCIAMOS, DECLARAMOS Y DEFINIMOS SER DOGMA DE
REVELACIÓN DIVINA QUE LA INMACULADA MADRE DE DIOS, SIEMPRE VIRGEN MARÍA,
CUMPLIDO EL CURSÓ DE SU VIDA TERRENA. FUE ASUNTA EN CUERPO Y ALMA A LA GLORIA
CELESTE".
Esta solemne definición, esperada por los fieles de todo el orbe,
añade una perla más a la corona de nuestra Madre y Reina María, y constituye
desde aquel día una nueva Invocación de las Letanías y por consiguiente un
motivo más para estos devotos comentarios.
Un Dogma es una verdad revelada
por Dios y definida como tal por la Santa Iglesia, debe ser creída con fe divina
y católica, según el lenguaje de los teólogos. Por tanto, la definición
dogmática de la Asunción, acto solemne del Magisterio supremo e infalible del
Romano Pontífice, nos obliga a creer con acto de fe divina y católica que la
Asunción forma parte del tesoro de la Revelación confiado por Dios a su Iglesia.
Pero el Papa, cuando
define, no hace más que declarar lo que se contiene en la
Revelación, terminada con el último de los Apóstoles. Por eso la Bula de la
Asunción, antes de las palabras de la definición, expone los fundamentos
teológicos del nuevo Dogma:
• Consentimiento de la Iglesia.
El primer
argumento es el sentir unánime de la Iglesia, cuyo valor teológico perfila
claramente el Papa con estas palabras: "Este singular consentimiento del
Episcopado católico y de los fieles, al creer definible como Dogma de Fe la
Asunción corporal de la Madre de Dios al cielo, manifestó por si mismo de modo
cierto e infalible que tal privilegio es verdad revelada por Dios y contenida en
aquel Divino depósito que Cristo confió a la Iglesia para que lo custodiase
fielmente e infaliblemente lo declarase. Así pues, del consentimiento universal
del Magisterio ordinario de la Iglesia se deduce un argumento cierto y seguro
para afirmar que la Asunción corporal de la Bienaventurada Virgen María al cielo
es verdad revelada por Dios y por eso todos los fieles de la Iglesia deben
creerla con firmeza.
Clausura el Santo Padre Pio XII la serie de argumentos
en pro de la creencia de la Asunción, con el fundamento en la Sagrada Escritura,
la cual pone a la Augusta Madre de Dios unida estrechamente a su Divino Hijo y
siempre partícipe de su suerte. De donde parece casi imposible imaginaria
separada de Cristo, a Aquella que lo concibió, le dio a luz, lo nutrió con su
leche, lo llevó en sus brazos. Nuestro Redentor es Hijo de María y corno
observador perfecto de la ley, no podía menos que honrar, ademas de al Padre
Eterno, también a su santa Madre, pudiendo concederle el gran honor de
preservarla inmune de la corrupción del sepulcro
Continua el Papa Pío XII
"Por lo cual, como la gloriosa Resurrección de Cristo fue parte esencial y signo
final de esta victoria, así también para María Santísima la común lucha debía
concluir con la glorificación de su cuerpo virginal, porque como dice el apóstol
San Pablo: "cuando este cuerpo mortal sea revestido de inmortalidad, entonces
sucederá lo que fue escrito: la muerte fue absorbida en la victoria" (la. Cor.
15.54).
¡Oh Virgen Inmaculada Madre de Dios y Madre nuestra, creemos con todo el
fervor de nuestra fe en tu Asunción triunfal en alma y cuerpo al cielo, donde
eres aclamada Reina por todos los coros de los Angeles y por toda la legión de
los Santos, nos unimos a ellos para alabar al Señor, que te ha exaltado sobre
todas las demás criaturas, y para ofrecerte nuestro devoción y nuestro amor!.
REINA DEL
SANTÍSIMO ROSARIO
Al terminar el Siglo XII y a principios del
XIII, se manifestaron algunos herejes, llamados albigenses, que invadieron el
sur de Francia, parte de España y de Italia; sus errores atacaban los Dogmas
fundamentales de la fe, de la moral cristiana y minaban las bases de la sociedad
civil y constituían una amenaza y un peligro para la Iglesia.
Santo Domingo,
el ilustre santo fundador de la Orden de los Predicadores, recibió el encargo de
predicar la Divina palabra a aquellos herejes, y convertirlos.
Muy devoto de
María, conoció que para abatir, destruir esos errores y devolver a la Iglesia
esos herejes, debía buscar la Intercesión de la Virgen Santísima.
Los
infundados errores de los albigenses atacaban de modo especial los privilegios y
la dignidad de esta excelsa Reina. "Predica mi rosario", le dijo la Señora, él
destruirá las herejías, promoverá la virtud y atraerá sobre todos las Divinas
misericordias.
Y esta celestial inspiración, por la Intercesión de María y por Ella
secundada, y fecundada por la Divina gracia, triunfó de la obstinación. Santo
Domingo predicó e introdujo entre los pueblos la práctica del Rosario y los que
estaban en el error lo abandonaron y se convirtieron y desde aquel tiempo esta
devoción se practica hasta nuestros días. Tal es la historia del Rosario de
María.
• La oración es la fuerza del débil: el Evangelio nos revela esta casi
divina debilidad que no resiste a la oración del hombre. Dice el escrito de un
autor "La oración es la fuerza del hombre y la debilidad de Dios".
• La
oración es el consuelo del alma
• La oración es la grandeza del hombre,
porque eleva la mente y el corazón a metas infinitas, hasta los profundos
abismos de la vida Divina.
Cuan grande es el valor y la excelencia de la
oración tanto vocal como mental Pero este valor y excelencia se acrecientan en
el Santo Rosario, porque éste asocia y une la oración vocal y la mental Como
oración vocal, el Rosario pone en los labios lo mas grande, noble y eficaz que
nos enseñaron Jesús y la Iglesia: como oración mental ofrece a la mente y al
corazón lo que nuestra religion contiene de más sublime y conmovedor.
La
oración dominical (el Padre Nuestro) y la salutación angelica (el Ave Mania)
forman la oración vocal del Santo Rosario: los Misterios de !a vida - pasión -
muerte y de la Gloria de Cristo, constituyen la oración mental.
--- El Padre
Nuestro, enseñado por el mismo Jesucristo, es la oración mas perfecta, sublime y
sencilla a la vez: todo lo que el cristiano puede y debe pedir a Dios está
expresado en él.
En la primera parte pedimos la gloria de Dios, último fin de
todas las cosas en su conocimiento, en la exaltación de su santo nombre y en el
advenimiento de su Reino pedimos el reino de la gracia en las almas, el reino de
la Iglesia en el mundo y el reino de la gloria en el cielo.
En la segunda
parte imploramos gracias para nosotros que Dios nos conceda los bienes
necesarios y en su misericordia, nos libre de los males especialmente del mas
grande de todos los males EL PECADO.
--- En el Ave Maria, le recordamos a
Ella la plenitud de la gracia que Dios le otorgó; la sobrehumana dignidad a la
cual fue exaltada; las virtudes que le merecieron tan excelsos honores; el
inefable elogio que Dios hizo de Ella por medio del Arcángel Gabriel y las
felicitaciones de su prima.
Pasamos luego a rogarle a Ella que interponga
ante Dios sus omnipotentes (omnipotencia suplicante. San Bernardo) oraciones
para nuestro bien en todos los momentos de nuestra vida y sobre todo en el
decisivo instante de la muerte.
Veamos ahora la excelencia del Santo Rosario considerado como oración
mental.
• El Rosario es un catecismo que nos recuerda los Misterios
principales de nuestra Religión; ofrece a nuestra consideración la vida de Jesús
y la de su santa Madre.
• Cuando recemos el Santo Rosario, pongámonos en la
presencia de Dios y mientras la boca va repitiendo las oraciones vocales
trasladémonos con el pensamiento, por ejemplo a Nazaret y consideremos la
humildad de la Virgen que al anunciarle el Angel la divina maternidad responde:
"he aquí la esclava del Señor" ... y así considerar cada uno de los Misterios.
Los Misterios Gozosos
enseñan el valor de las humillaciones ofrecidas a Dios, de
las renuncias, de la sujeción a la voluntad de Dios.
Los Dolorosos nos
recuerdan que la vida cristiana está llena de sufrimiento y de dolor, de
tentaciones y de pruebas.
Los Gloriosos alimentan nuestro valor en la lucha y
en la esperanza de seguir a Jesús en el triunfo y en la Gloria.
El Santo Rosario es fuente de gracias
espirituales para las personas y
para los hogares. Bienaventuradas aquellas familias que tienen la piadosa
costumbre de rezarlo en común.
--- El Gloria (al Padre y al Hijo y al
Espíritu Santo, etc.) que se reza entre cada una de las decenas del Rosario es
una oración de alabanza y glorificación a la Santísima Trinidad que también se
debe meditar.
Los que no saben meditar basta que recen con exactitud y
devoción los Padre Nuestro, las Ave María y los Gloria. Los que son capaces de
meditar, procuren acompañar con la mente y el corazón los Misterios, esto es,
los hechos, las acciones y las palabras de Jesucristo y de María para alcanzar
luces de Fe y buenos propósitos de virtud.
¡Virgen bendita! Poderoso auxilio
de los cristianos, te suplicamos enciendas en nuestra mente y en nuestro corazón
el amor hacia la prodigiosa oración del Santo Rosario, que podamos rezarlo en la
forma más grata a Dios, la más honrosa para Ti y la de más fruto para nuestras
almas.
REINA DE LA PAZ
Ardía la guerra mundial, el odio y los
estragos se extendían a todas las Naciones; los campos de concentración llenos
de fugitivos, de prisioneros, de confinados; las familias deshechas; los hogares
abandonados; la loca carrera de la muerte sembraba innumerables víctimas en los
campos de batalla y en los hospitales y despedazaba los corazones de millones de
esposas, de madres, de hijos, de novias y de amigos; el espectro del hambre; el
espectáculo de las inmensas ruinas sembradas por la guerra; las terribles
incógnitas del mañana, mantenían en angustia a todos los corazones, que cada día
exploraban el futuro obstinadamente obscuro y amenazador.
En esas
circunstancias, el Papa Benedicto XV, el 30 de Noviembre de 1915, concedió
facultad a los obispos para añadir a las Letanías Lauretanas, la Invocación
"Reina de la Paz, ruega por nosotros".
Veamos el sentido de esta Invocación:
La paz, la más noble
aspiración del corazón humano, es, según San Agustín, la
tranquilidad del orden. La paz es la constante serenidad del ambiente moral que
hace que la vida sea tranquila y fecunda. En este ambiente todo prospera y
crece.
El Divino Redentor quiso que toda su vida discurriera entre dos
mensajes de PAZ: la cantaron los Angeles en Belén y la anunció El mismo a los
Apóstoles el día de su Resurrección: "La Paz sea con vosotros".
De dos clases
de paz puede gozar el hombre: la externa y la interna.
a) La paz externa
consiste en la tranquilidad del orden externo, en las amistosas relaciones de
los hombres entre sí, cuando son excluidas las disensiones, las contiendas, las
disputas y las guerras.
Esta paz funde en armonía de intentos y de vida la
pequeña y la gran sociedad.
Todos los hombres creados a imagen y semejanza de
Dios estamos en la tierra para amarnos, no para oprimirnos y matarnos. Todos nos
dirigimos a la Patria común: el Cielo. Jesucristo nos unió con el vínculo de la
paz y fraternidad que no tiene fronteras cuando dijo: "sois todos hermanos".
Pero se ha roto este vínculo sagrado, su historia es una serie de guerras
fratricidas. Y la guerra constituye siempre una amenaza que pesa tanto más
terriblemente cuanto más poderosos son los medios de destrucción. Esta paz
pedimos a Dios por medio de la Virgen María.
h) La paz interior, que es el
germen y la condición de la paz exterior, consiste en la posesión de la Gracia
santificante, de la vida sobrenatural. Este tesoro inestimable que Jesucristo
nos mereció al precio de SU SANGRE nos hace hijos de Dios (en el Hijo).
herederos del cielo ... de la felicidad eterna.
El espíritu de Jesucristo y
del Evangelio debe vivificar, no solo a cada una de las almas, sino a toda la
sociedad de los hijos de Dios y también todas las funciones del cuerpo social.
El Evangelio tiene una
respuesta Divina para todos los problemas, no solo para
aquellos que reflejan las relaciones del hombre con Dios y la consecución del
último fin, sino aún para los que se refieren a la vida temporal de la sociedad
humana.
Esta paz externa e interna, es la que imploramos a María con la
invocación Reina de la Paz. Y, nótese que no la llamamos amiga o madre de la
paz, sino que la llamamos Reina, porque Ella ha Poseído la paz en grado sumo, en
una medida verdaderamente regia.
La paz interna, porqué desde el primer
instante de su existencia Ella estuvo llena dé gracia y fue elegida para
engendrar en su serio al Principe dé Paz. Maria es él gozo y el modelo de toda
familia humana.
La paz externa. porqué Ella al pie de la Cruz abrazó con
caridad maternal a todos los hombres, mostrando especial predilección y
misericordia para los pecadores.
La llamamos Reina dé la Paz para significar
su poder ante Dios. Ella poseía en grado sumo la tranquilidad en el orden.
Sólo cuando sé ha quitado la
causa de todo mal. que es el pecado, podernos vivir
la paz estable, perfecta y duradera: paz en la familia que es la primera célula
dé la sociedad: paz en la Patria, entre las Naciones, en el mundo entero: paz en
la sociedad civil y paz en la Iglesia para qué los dos poderes, el civil y el
religioso, conduzcan a los hombres a la prosperidad temporal y a la felicidad
eterna
Como todas las cosas hermosas y buenas, la paz es fruto del
sacrificio. por consiguiente la paz nace de la mortificación que frena el
orgullo y el egoísmo y la Paz tiene su origen en la CARIDAD proclamada por Jesús
Crucificado y que se debe tener con todos los demás, aun con los enemigos ..
caridad que hace orar aun por los verdugos
Maria Santísima es siempre la
benigna ESTRELLA que dirige las almas descarriadas en la inmensidad del mar
hacía el puerto de salvación: la estrella qué aun en la noche más profunda del
odio, señala el camino a los navegantes la estrella mensajera del día qué nos
trae la luz, preludio del eterno día en qué las almas descansaran en paz
Hoy
en él mundo no hay paz. y es porque la busca donde no la hay, porqué ha olvidado
las palabras de Jesucristo: "Os dejo la paz" "Os doy mi paz, no como la da él
mundo". (Juan 14.27).
¡Virgen Santísima Reina de la paz, acoge benignamente
nuestra oración. Inspira pensamientos de paz a los que gobiernan, y haz que la
justicia y la caridad florezcan en las almas, en las familias y en la sociedad.
CORDERO DE DIOS QUE QUITAS
EL PECADO DEL MUNDO -
PERDÓNANOS, SEÑOR --
ESCÚCHANOS, SEÑOR --- TEN
PIEDAD Y MISERICORDIA DE NOSOTROS.
La Iglesia cierra las Letanías de
la Virgen, como las ha comenzado, esto es, invocando a Dios que es la fuente de
toda gracia, principio y último fin de todas las cosas.
La Iglesia nos enseña
a invocar a Dios hecho Hombre, Jesucristo, bajo la figura y el nombre de
CORDERO, símbolo con el cual el Redentor se presentó al mundo. Ya el Profeta
Isaías veía en Cristo al Cordero manso que se dejaría inmolar por los pecados de
los hombres, sin un gemido, sin un lamento.
"Como cordero será conducido al
matadero" ...
El cordero es despreciado por su corto entendimiento, ¿cómo
puede en este punto representar a nuestro Señor Jesucristo, Sabiduría del
Padre?. El escogió este símbolo para enseñarnos la humildad y manifestarnos el
amor que siente por nosotros. El amor que Jesús nos tuvo fue tal que ocultó su
Sabiduría y ciencia Divinas; por esto quiso ser representado por el cordero.
San Juan Bautista queriendo
dar a conocer el oficio principal y la
característica del Mesías, lo señala con las palabras: "He aquí el Cordero de
Dios, que quita el pecado del mundo" (Juan 1:29)
San Pedro nos dice de que modo y a que precio, borró
Jesús el pecado del
mundo: "Habéis sido rescatados con la Sangre preciosa de Jesucristo" (1ª Pedro
1: 18.20)
Esta Sangre de valor Infinito añade San Pablo, Cristo la derramó y
nosotros fuimos redimidos y (1. S.J. 2:2) " ... se hizo propiciación por
nuestros pecados ... y por todos los del mundo ..." El aplica sus méritos por
medio de la Iglesia ... de los Sacramentos ... el Sacrificio de la Misa ... y
las indulgencias.
PERDÓNANOS, SEÑOR.-
Perdónanos nuestros pecados. ¿Cómo podríamos esperar el perdón
si el
Cordero Divino no nos lo hubiese alcanzado, merecido y conquistado?
El pecado mortal es un desprecio a la
autoridad y a la Majestad de Dios,
es un exceso de ingratitud a los beneficios divinos y es ingratitud también a
los beneficios de la gracia, al perdón de las culpas pasadas, al amor Infinito y
Misericordioso de Dios y al amor maternal de María Santísima.
Para llenar el
abismo del pecado se requería el mérito y las satisfacciones del Cordero de
Dios. No puede ser sino obra de Dios. Sólo El puede perdonar los pecados.
Esta invocación encierra una
lección práctica muy importante para nosotros, pues
parece decirnos: ¿Quieres tú la gracia del perdón? Nada mejor puedes hacer que
volverte suplicante al Cordero de Dios, pero recuerda al mismo tiempo que tú
debes ser cordero también, manso y clemente, que por el ejemplo de Cristo y por
su amor debes perdonar y olvidar las ofensas recibidas, sólo así podrás obtener
el perdón.
El Cordero de Dios perdona nada más a los corderos.
ESCÚCHANOS, SEÑOR.
Con la súplica
a Jesucristo para que nos escuche, pedimos
a Dios que nos otorgue todas aquellas gracias que necesitamos, todos los bienes
que El nos enseñó a pedir en el Padre Nuestro ... la perseverancia final, gracia
decisiva sin la cual todas las demás son inútiles.
Se añade SEÑOR, para
hacernos comprender la grandeza de Aquel que nos concede el perdón y se complace
en oír nuestras oraciones y peticiones y para agradecerle tantos beneficios
recibidos.
TEN PIEDAD DE NOSOTROS.
La última palabra que en esta Letanía
nos pone la Iglesia es la misma con la que quiso que comenzáramos.
Colaboración de Francisco Ros
Gascóns
Santísimo Sacramento.
Sea
siempre bendito, alabado, adorado, amado y reverenciado el Santísimo Sacramento
en todos los Sagrarios del mundo. Amén.
¡Ave María Purísima!
Bendita
sea por siempre La Santa e Inmaculada Concepción de La Bienaventurada siempre
Virgen María, Madre de Dios y madre nuestra.
Amor Creador, Amor Redentor, Amor Salvador, Amor Santificador, Amor
Glorificador.
Adoración, Honor, Gloria, Alabanza y Majestad eternamente sea
dada a la Beatísima Trinidad.
Cristiano Católico 21-03-2013 Año de la Fe