LAS MORADAS
SANTA TERESA DE JESÚS O
DE ÁVILA
CASTILLO INTERIOR
PRÓLOGO
MORADAS
PRIMERAS
CAPÍTULO 1 En que trata de la hermosura y
dignidad de nuestras almas. - Pone una comparación para
entenderse, y dice la ganancia que es entenderla y saber las
mercedes que recibimos de Dios. Cómo la puerta de este
castillo es la oración.
CAPÍTULO 2 Trata de cuán fea cosa
es un alma que está en pecado mortal y cómo quiso Dios dar a
entender algo de esto a una persona. - Trata también algo
sobre el propio conocimiento. - Es de provecho, porque hay
algunos puntos de notar. - Dice cómo se han de entender
estas moradas.
MORADAS SEGUNDAS
CAPÍTULO ÚNICO
Que trata de lo mucho que importa la perseverancia para
llegar a las postreras moradas, y la gran guerra que da el
demonio, y cuánto conviene no errar el camino en el
principio. Para acertar, da un medio que ha probado ser muy
eficaz.
TERCERAS MORADAS
CAPÍTULO 1 Trata de la
poca seguridad que podemos tener mientras se vive en este
destierro, aunque el estado sea subido, y cómo conviene
andar con temor. - Hay algunos buenos puntos.
CAPÍTULO 2
Prosigue en lo mismo y trata de las sequedades en la oración
y de lo que podría suceder a su parecer, y cómo es menester
probarnos y prueba el Señor a los que están en estas
moradas.
CUARTAS MORADAS
CAPÍTULO 1 Trata de la
diferencia que hay de contentos y ternura en la oración y de
gustos, y dice el contento que le dio entender que es cosa
diferente el pensamiento y el entendimiento. - Es de
provecho para quien se divierte mucho en la oración.
CAPÍTULO 2 Prosigue en lo mismo y declara por una
comparación qué es gustos y cómo se han de alcanzar no
procurándolos.
CAPÍTULO 3 En que trata qué es oración de
recogimiento, que por la mayor parte la da el Señor antes de
la dicha. - Dice sus efectos y los quequedan de la pasada
que trató, de los gustos que da el Señor.
MORADAS
QUINTAS
CAPÍTULO 1 Comienza a tratar cómo en la oración
se une el ama con Dios. - Dice en qué se conocerá no ser
engaño.
CAPÍTULO 2 Prosigue en lo mismo. - Declara la
oración de unión por una comparación delicada. - Dice los
efectos con que queda el alma. - Es muy de notar.
CAPÍTULO 3 Continúa la misma materia. - Dice de otra manera
de unión que puede alcanzar el alma con el favor de Dios, y
lo que importa para esto el amor del prójimo. - Es de mucho
provecho.
CAPÍTULO 4 Prosigue en lo mismo, declarando más
esta manera de oración - Dice lo mucho que importa andar con
aviso, porque el demonio le trae grande para hacer tornar
atrás de lo comenzado.
MORADAS SEXTAS
CAPÍTULO 1
Trata cómo en comenzando el Señor a hacer mayores mercedes
hay más grandes trabajos. - Dice algunos y cómo se han en
ellos los que están ya en esta morada. - Es bueno para quien
los pasa interiores.
CAPÍTULO 2 Trata de algunas maneras
con que despierta nuestro Señor al alma,
que parece no
hay en ellas qué temer, aunque es cosa muy subida.
CAPÍTULO 3 Trata de la misma materia y dice de la manera que
habla Dios al alma cuando es servido, y avisa cómo se han de
haber en esto y no seguirse por su parecer. - Pone algunas
señales para que se conozca cuándo no es engaño y cuándo lo
es. - Es de harto provecho.
CAPÍTULO 4 Trata de cuando
suspende Dios el alma en la oración con arrobamiento o
éxtasis o rapto, que todo es uno a mi parecer, y cómo es
menester gran ánimo para recibir tan grandes mercedes de su
Majestad.
CAPÍTULO 5 Prosigue en lo mismo, y pone una
manera de cuando levanta Dios el alma con un vuelo del
espíritu en diferente manera de lo que queda dicho. - Dice
alguna causa por que es menester ánimo. - Declara algo de
esta merced que hace el Señor, por sabrosa manera. - Es
harto provechoso.
CAPÍTULO 6 En que dice un efecto de la
oración que está dicha en el capítulo pasado. Y en qué se
entenderá que es verdadera y no engaño. - Trata de otra
merced que hace el Señor al alma para emplearla en sus
alabanzas.
CAPÍTULO 7 Trata de la manera que es la pena
que sienten de sus pecados las almas a quien Dios hace las
mercedes dichas. - Dice cuán gran yerro es no ejercitarse,
por muy espirituales que sean, en traer presente la
Humanidad de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, y su
sacratísima Pasión y vida, y su gloriosa Madre y santos. -
Es de mucho provecho.
CAPÍTULO 8 Trata de cómo se
comunica Dios al alma por visión intelectual, y da algunos
avisos, y dice los efectos que hace cuando es verdadera. -
Encarga el secreto de estas mercedes.
CAPÍTULO 9 Trata de
cómo se comunica el Señor al alma por visión imaginaria, y
avisa mucho se guarden de desear ir por este camino. - Da
para ello razones. - Es de mucho provecho.
CAPÍTULO 10
Dice de otras mercedes que hace Dios al alma por diferente
manera que las dichas, y del gran provecho que queda de
ellas.
CAPÍTULO 11 Trata de unos deseos tan grandes e
impetuosos que da Dios al alma de gozarle, que ponen en
peligro de perder la vida, y con el provecho que se queda de
esta merced que hace el Señor.
SÉPTIMAS MORADAS
CAPÍTULO 1 Trata de mercedes grandes que hace Dios a las
almas que han llegado a entrar en las séptimas moradas. -
Dice cómo, a su parecer, hay diferencia alguna del alma al
espíritu, aunque es todo uno. - Hay cosas de notar.
CAPÍTULO 2 Procede en lo mismo. - Dice la diferencia que hay
de unión espiritual a matrimonio espiritual. - Decláralo por
delicadas comparaciones, en que da a entender cómo muere
aquí la mariposilla que ha dicho en la quinta morada.
CAPÍTULO 3 Trata los grandes efectos que causa esta oración
dicha. - Es menester ir con atención y acuerdo de los que
hacen las cosas pasadas, que es cosa admirable la diferencia
que hay.
CAPÍTULO 4 Con que acaba, dando a entender lo
que le parece pretende nuestro Señor en hacer tan grandes
mercedes al alma, y cómo es necesario que anden juntas Marta
y María. - Es muy provechoso.
EPÍLOGO
PRÓLOGO
Este tratado, llamado Castillo interior escribió
Teresa de Jesús, monja de nuestra Señora del Carmen, a sus
hermanas e hijas las monjas Carmelitas Descalzas.
JHS
1. Pocas cosas que me ha mandado la obediencia, se me han
hecho tan dificultosas como escribir ahora cosas de oración;
lo uno, porque no me parece me da el Señor espíritu para
hacerlo ni deseo; lo otro, por tener la cabeza tres meses ha
con un ruido y flaqueza tan grande, que aun los negocios
forzosos escribo con pena. Mas, entendiendo que la fuerza de
la obediencia suele allanar cosas que parecen imposibles, la
voluntad se determina a hacerlo muy de buena gana, aunque el
natural parece que se aflige mucho; porque no me ha dado el
Señor tanta virtud que el pelear con la enfermedad continua
y con ocupaciones de muchas maneras se
pueda hacer sin
gran contradicción suya. Hágalo el que ha hecho otras cosas
más dificultosas por hacerme merced, en cuya misericordia
confío.
2. Bien creo he de saber decir poco más que lo
que he dicho en otras cosas que me han mandado escribir,
antes temo que han de ser casi todas las mismas; porque así
como los pájaros que enseñan a hablar no saben más de lo que
les muestran u oyen, y esto repiten muchas veces, soy yo al
pie de la letra. Si el Señor quisiere diga algo nuevo, Su
Majestad lo dará o será servidotraerme a la memoria lo que
otras veces he dicho, que aun con esto me contentaría, por
tenerla tan mala que me holgaría de atinar a algunas cosas
que decían estaban bien dichas, por si se hubieren perdido.
Si tampoco me diere el Señor esto, con cansarme y acrecentar
el mal de cabeza por obediencia, quedaré con ganancia,
aunque de lo que dijere no se saque ningún provecho.
3.
Y así, comienzo a cumplirla hoy, día de la Santísima
Trinidad, año de 1577 en este monasterio de San José del
Carmen en Toledo adonde al presente estoy, sujetándome en
todo lo que dijere al parecer de quien me lo manda escribir,
que son personas de grandes letras. Si alguna cosa dijere
que no vaya conforme a lo que tiene la santa Iglesia
Católica Romana, será por ignorancia y no por malicia. Esto
se puede tener por cierto, y que siempre estoy y estaré
sujeta por la bondad de Dios, y lo he estado a ella. Sea por
siempre bendito, amén, y glorificado.
4. Díjome quien me
mandó escribir que como estas monjas de estos monasterios de
nuestra Señora del Carmen tienen necesidad de quien algunas
dudas de oración las declare, y que le parecía que mejor se
entienden el lenguaje unas mujeres de otras, y con el amor
que me tienen les haría más al caso lo que yo les dijese,
tiene entendido por esta causa será de alguna importancia,
si se acierta a decir alguna cosa; y por esto iré hablando
con ellas en lo que escribiré, y porque parece desatino
pensar que puede hacer al caso a otras personas. Harta
merced me hará nuestro Señor, si alguna de ellas se
aprovechare para alabarle algún poquito más: bien sabe Su
Majestad que yo no pretendo otra cosa; y está muy claro que,
cuando algo se atinare a decir, entenderán no es mío, pues
no hay causa para ello, si no fuere tener tan poco
entendimiento como yo habilidad para cosas semejantes, si el
Señor por su misericordia no la da.
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MORADAS PRIMERAS
CAPÍTULO 1 En que trata de la hermosura
y dignidad de nuestras almas. - Pone una comparación para
entenderse, y dice la ganancia que es entenderla y saber las
mercedes que recibimos de Dios. Cómo la puerta de este
castillo es la oración.
1. Estando hoy suplicando a
nuestro Señor hablase por mí, porque yo no atinaba a cosa
que decir ni cómo comenzar a cumplir esta obediencia, se me
ofreció lo que ahora diré, para comenzar con algún
fundamento: que es considerar nuestra alma como un castillo
todo de un diamante o muy claro cristal, adonde hay muchos
aposentos, así como en el cielo hay muchas moradas. Que si
bien lo consideramos, hermanas, no es otra cosa el alma del
justo sino un paraíso adonde dice El tiene sus deleites.
Pues ¿qué tal os parece que será el aposento adonde un Rey
tan poderoso, tan sabio, tan limpio, tan lleno de todos los
bienes se deleita? No hallo yo cosa con que comparar la gran
hermosura de un alma y la gran capacidad; y verdaderamente
apenas deben llegar nuestros entendimientos, por agudos que
fuesen, a comprenderla, así como no pueden llegar a
considerar a Dios, pues El mismo dice que nos crió a su
imagen y semejanza. Pues si esto es, como lo es, no hay para
qué nos cansar en querer comprender la hermosura de este
castillo; porque puesto que hay la diferencia de él a Dios
que del Criador a la criatura, pues es criatura, basta decir
Su Majestad que es hecha a su imagen para que apenas podamos
entender la gran dignidad y hermosura del ánima.
2. No es
pequeña lástima y confusión que, por nuestra culpa, no
entendamos a nosotros mismos ni sepamos quién somos. ¿No
sería gran ignorancia, hijas mías, que preguntasen a uno
quién es, y no se conociese ni supiese quién fue su padre ni
su madre ni de qué tierra? Pues si esto sería gran
bestialidad, sin comparación es mayor la que hay en nosotras
cuando no procuramos saber qué cosa somos, sino que nos
detenemos en estos cuerpos, y así a bulto, porque lo hemos
oído y porque nos lo dice la fe, sabemos que tenemos almas.
Mas qué bienes puede haber en esta alma o quién está dentro
en esta alma o el gran valor de ella, pocas veces lo
consideramos; y así se tiene en tan poco procurar con todo
cuidado conservar su hermosura: todo se nos va en la
grosería del engaste o cerca de este castillo, que son estos
cuerpos.
3. Pues consideremos que este castillo tiene
-como he dichomuchas moradas, unas en lo alto, otras embajo,
otras a los lados; y en el centro y mitad de todas éstas
tiene la más principal, que es adonde pasan las cosas de
mucho secreto entre Dios y el alma. Es menester que vayáis
advertidas a esta comparación. Quizá será Dios servido pueda
por ella daros algo a entender de las mercedes que es Dios
servido hacer a las almas y las diferencias que hay en
ellas, hasta donde yo hubiere entendido que es posible; que
todas será imposible entenderlas nadie, según son muchas,
cuánto más quien es tan ruin como yo; porque os será gran
consuelo, cuando el Señor os las hiciere, saber que es
posible; y a quien no, para alabar su gran bondad; que así
como no nos hace daño considerar las cosas que hay en el
cielo y lo que gozan los bienaventurados, antes nos
alegramos y procuramos alcanzar lo que ellos gozan, tampoco
nos hará ver que es posible en este destierro comunicarse un
tan gran Dios con unos gusanos tan llenos de mal olor; y
amar una bondad tan buena y una misericordia tan sin tasa.
Tengo por cierto que a quien hiciere daño entender que es
posible hacer Dios esta merced en este destierro, que estará
muy falta de humildad y del amor del prójimo; porque si esto
no es, ¿cómo nos podemos dejar de holgar de que haga Dios
estas mercedes a un hermano nuestro, pues no impide para
hacérnoslas a nosotras, y de que Su Majestad dé a entender
sus grandezas, sea en quien fuere? Que algunas veces será
sólo por mostrarlas, como dijo del ciego que dio vista,
cuando le preguntaron los apóstoles si era por sus pecados o
de sus padres. Y así acaece no las hacer por ser más santos
a quien las hace que a los que no, sino porque se conozca su
grandeza, como vemos en San Pablo y la Magdalena, y para que
nosotros le alabemos en sus criaturas.
4. Podráse decir
que parecen cosas imposibles y que es bien no escandalizar
los flacos. - Menos se pierde en que ellos no lo crean, que
no en que se dejen de aprovechar a los que Dios las hace; y
se regalarán y despertarán a más amar a quien hace tantas
misericordias, siendo tan grande su poder y majestad; cuánto
más que sé que hablo con quien no habrá este peligro, porque
saben y creen que hace Dios aun muy mayores muestras de
amor. Yo sé que quien esto no creyere no lo verá por
experiencia, porque es muy amigo de que no pongan tasa a sus
obras, y así, hermanas, jamás os acaezca a las que el Señor
no llevare por este camino. 5. Pues tornando a nuestro
hermoso y deleitoso castillo, hemos de
ver cómo podremos
entrar en él. Parece que digo algún disparate; porque si
este castillo es el ánima claro está que no hay para qué
entrar, pues se es él mismo; como parecería desatino decir a
uno que entrase en una pieza estando ya dentro. - Mas habéis
de entender que va mucho de estar a estar; que hay muchas
almas que se están en la ronda del castillo que es adonde
están los que le guardan, y que no se les da nada de entrar
dentro ni saben qué hay en aquel tan precioso lugar ni quién
está dentro ni aun qué piezas tiene. Ya habréis oído en
algunos libros de oración aconsejar al alma que entre dentro
de sí; pues esto mismo es.
6. Decíame poco ha un gran
letrado que son las almas que no tienen oración como un
cuerpo con perlesía o tullido, que aunque tiene pies y manos
no los puede mandar; que así son, que hay almas tan enfermas
y mostradas a estarse en cosas exteriores, que no hay
remedio ni parece que pueden entrar dentro de sí; porque ya
la costumbre la tiene tal de haber siempre tratado con las
sabandijas y bestias que están en el cerco del castillo, que
ya casi está hecha como ellas, y con ser de natural tan rica
y poder tener su conversación no menos que con Dios, no hay
remedio. Y si estas almas no procuran entender y remediar su
gran miseria, quedarse han hechas estatuas de sal por no
volver la cabeza hacia sí, así como lo quedó la mujer de Lot
por volverla.
7. Porque, a cuanto yo puedo entender, la
puerta para entrar en este castillo es la oración y
consideración, no digo más mental que vocal, que como sea
oración ha de ser con consideración; porque la que no
advierte con quién habla y lo que pide y quién es quien pide
y a quién, no la llamo yo oración, aunque mucho menee los
labios; porque aunque algunas veces sí será, aunque no lleve
este cuidado, mas es habiéndole llevado otras. Mas quien
tuviese de costumbre hablar con la majestad de Dios como
hablaría con su esclavo, que ni mira si dice mal, sino lo
que se le viene a la boca y tiene deprendido por hacerlo
otras veces, no la tengo por oración, ni plega a Dios que
ningún cristiano la tenga de esta suerte; que entre
vosotras, hermanas, espero en Su Majestad no lo habrá, por
la costumbre que hay de tratar de cosas interiores, que es
harto bueno para no caer en semejante bestialidad.
8.
Pues no hablemos con estas almas tullidas, que si no viene
el mismo Señor a mandarlas se levanten -como al que había
treinta años que estaba en la piscina-, tienen harta
malaventura y gran peligro, sino con otras almas que, en
fin, entran en el castillo; porque aunque están muy metidas
en el mundo, tienen buenos deseos, y alguna vez, aunque de
tarde en tarde, se encomiendan a nuestro Señor y consideran
quién son, aunque no muy despacio; alguna vez en un mes
rezan llenos de mil negocios, el pensamiento casi lo
ordinario en esto, porque están tan asidos a ellos, que como
adonde está su tesoro se va allá el corazón, ponen por sí
algunas veces de desocuparse, y es gran cosa el propio
conocimiento y ver que no van bien para atinar a la puerta.
En fin, entran en las primeras piezas de las bajas; mas
entran con ellos tantas sabandijas, que ni le dejan ver la
hermosura del castillo, ni sosegar; harto hacen en haber
entrado.