SER FIEL EN LAS OCASIONES GRANDES Y EN LAS PEQUEÑAS

Liturgia Católica

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Tercera parte de la Introducción a la vida devota

CAPÍTULO XXXVI

QUE ES MENESTER TENER EL CRITERIO JUSTO Y RAZONABLE

Si nosotros somos hombres, es debido a la razón, y, a pesar de ello, es cosa rara encontrar hombres verdaderamente razonables, pues el amor propio nos aparta ordinariamente de la razón y nos conduce, de una manera insensible, a mil clases de pequeñas, pero perversas injusticias e iniquidades, las cuales, como las raposillas de que nos habla el Cantar de los Cantares, devastan las villas; porque, por lo mismo que son pequeñas, nadie las vigila, y porque son muchas, causan mucho daño. ¿ Acaso las que te voy a enumerar no son iniquidades y sinrazones?

Acusamos por una nonada al prójimo, y nos excusamos de cosas muy graves; queremos vender muy caro y comprar muy barato; queremos para nuestra casa misericordia y tolerancia; queremos que se echen a buena parte nuestras palabras, y somos susceptibles y nos dolemos de lo que dicen los demás. Quisiéramos que el prójimo nos dejara tomar lo que es suyo, mediante indemnización; pero, ¿no es más justo que él conserve sus bienes y que nos deje a nosotros con nuestro dinero? Nos enojamos cuando no quiere acomodarse a nosotros, pero ¿no tiene él mayor motivo de queja de que queramos nosotros incomodarle? Si tenemos afición a un ejercicio, despreciamos todos los demás y miramos, con desdén, todo lo que no es conforme a nuestro gusto. Si alguno de nuestros inferiores nos es antipático o le tenemos entre dientes, todo lo suyo nos parece mal, haga lo que haga; no cesamos de contristarle, y siempre tenemos el ojo puesto sobre él; al contrario, si alguno nos es simpático con simpatía sensual, excusamos todo cuanto hace. Hay hijos virtuosos, a quienes los padres o las madres aborrecen por algún defecto corporal; y los hay viciosos, que son sus favoritos, únicamente por alguna gracia externa.

En todo, preferimos los ricos a los pobres, aunque no sean de mejor condición ni más virtuosos; más aún, preferimos a los que andan mejor vestidos. Exigimos nuestros derechos con todo rigor, y queremos que los demás se queden cortos en la exigencia de los suyos; nos mantenemos inflexiblemente altivos, y queremos que los demás se humillen y se rebajen; fácilmente nos quejamos del prójimo, y no queremos que nadie se queje de nosotros; siempre nos parece mucho lo que hacemos por los demás, y nos parece que es nada lo que ellos hacen por nosotros. En una palabra, somos como las perdices de Patagonia, que tienen dos corazones, porque tenemos un corazón dulce, benévolo y delicado para con nosotros, y un corazón duro, severo y riguroso para con el prójimo. Tenemos dos pesas: una para pesar nuestras comodidades, con las mayores ventajas, y otra para pesar las del prójimo, con las mayores desventajas; ahora bien, como dice la Escritura: «por sus labios engañosos habla un corazón doblado», es decir, tienen dos corazones; y el tener dos pesas: una maciza, para recibir y otra ligera, para dar, es una cosa abominable delante de Dios.

Filotea, sé equitativa y justa en tus acciones: ponte siempre en el lugar del prójimo, y pon al prójimo en el tuyo, y así juzgarás bien; hazte vendedora cuando compres, y compradora cuando vendas, y venderás y comprarás según justicia. Es verdad que todas estas injusticias son leves, pues no obligan a la restitución, y solo consisten en que procedernos con todo el rigor de la justicia únicamente en lo que nos favorece; pero no por ello dejan de obligarnos a que procuremos la enmienda, ya que son graves defectos contrarios a la razón y a la caridad; y, al fin, no son más que engaños, pues nada perdemos en vivir con generosidad, nobleza y cortesía y con un corazón regio, igual y razonable. Acuérdate, pues, amada Filotea, de examinar con frecuencia tu corazón, para ver si, con respecto al prójimo, es tal como tú quisieras que el suyo fuese para contigo, si te encontrases en su lugar, pues este es el verdadero punto de vista de la razón. Trajano, al ser censurado por sus confidentes, porque, según su parecer, hacía demasiado accesible la majestad imperial, replicó: «Bien, ¿no he de ser con respecto a los particulares el emperador que yo quisiera encontrar, si fuese yo un particular?»


Ave María Purísima
Cristiano Católico 19-12-2012  Año de la Fe
Vida Devota Sea Bendita la Santa e Inmaculada Purísima Concepción de la Santísima Virgen María