Liturgia
San Francisco de Sales
vida devotaPrimera parte de la
Introducción
a la vida devota
CAPÍTULO
VII
DE LA SEGUNDA PURIFICACIÓN, QUE ES LA DEL AFECTO AL
PECADOTodos los israelitas salieron de Egipto, pero no
todos partieron de corazón, por lo cual, cuando estaban en medio del
desierto, muchos de ellos echaban de menos las cebollas y los manjares
de aquella tierra. De la misma manera, hay penitentes que salen, en
efecto, del pecado, pero no todos dejan la afición a él; es decir,
proponen no pecar más, pero con cierta mala gana de privarse y
abstenerse de los deleites pecaminosos; su corazón renuncia al pecado y
se aleja de él, más no por ello deja de volver, de vez en cuando, la
cabeza hacia aquel lado, como la volvió la mujer de Lot hacia Sodoma. Se
abstienen del pecado, como los enfermos de la fruta, que no comen de
ella porque el médico les amenaza con la muerte, sí no saben privarse;
pero se inquietan, hablan de ella y de la posibilidad de comer; quieren,
a lo menos, olfatearla y tienen por dichosos a los que la pueden gustar.
También estos débiles y cobardes
penitentes se abstienen, por algún
tiempo, del pecado, pero a regañadientes; quisieran poder pecar sin
condenarse, hablan con afecto y gusto del pecado, y consideran felices a
los que lo cometen. Un hombre decidido a vengarse cambiará de resolución
en la confesión, pero enseguida se le verá entre los amigos,
complaciéndose en hablar de su querella, diciendo que, si no hubiese
sido por el temor de Dios, hubiera hecho esto o aquello y que el artículo
de la ley divina que nos manda perdonar, es difícil; que ojalá fuese
permitido vengarse. ¡Ah! ¿Quién no ve que este Pobre hombre, si bien
está libre del pecado, continúa encadenado por el afecto al mismo, y
que, hallándose fuera de Egipto, con el cuerpo, está todavía allí, con
el deseo, y suspira por los ajos y las cebollas que allí solía comer?
Tal hace también la mujer que, habiendo detestado sus perversos amores,
gusta todavía de ser festejada y cortejada. ¡Ah! ¡Qué peligro más grande
no corren estas personas!
¡Oh Filotea! Puesto que quieres
emprender la vida devota, es necesario no solo que dejes el pecado, sino
que purifíquese enteramente tu corazón de todos los afectos que de él
dimanan, porque, aparte del peligro de reincidir, estas desdichadas
aficiones debilitarían continuamente tu espíritu y lo grabarían de tal
suerte, que no podría hacer las buenas obras con aquella prontitud, celo
y frecuencia que constituyen la esencia de la devoción. Las almas que,
habiendo salido del pecado, tienen todavía estos afectos y estas
debilidades, se parecen, a mi modo de ver, a las doncellas de pálido
color, cuyas acciones sin estar ellas enfermas son todas enfermizas;
comen sin gusto, duermen sin reposo, ríen sin gozo, y andan a rastras,
en vez de caminar. De la misma manera hacen estas almas el bien, con una
dejadez espiritual tan grande, que quita toda la gracia a sus buenos
ejercicios, que son pocos en número y de muy reducida eficacia.
12-12-2012
Bendita y alabada sea la hora en que María Santísima vino en carne mortal a Zaragoza
Amén