Liturgia Católica
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Tercera parte de la Introducción a la vida devota
CAPÍTULO XXVI
DEL HABLAR, Y PRIMERAMENTE CÓMO HAY QUE HABLAR CON DIOS
Los médicos conocen muy bien el estado de salud o de enfermedad
de un hombre por el examen de la lengua; asimismo, nuestras palabras son el mejor
indicio de las cualidades de nuestras almas: «Por tus palabras -dice el
Salvador-, serás justificado, y por tus palabras serás condenado». Ponemos
instintivamente la mano sobre el dolor que sentimos, y la lengua sobre el amor
que tenemos.
Luego, si estás enamorada de Dios, Filotea, con frecuencia hablarás de
Dios, en las conversaciones familiares, con los de tu casa, con los amigos y con
los vecinos, porque «la boca del justo meditará la sabiduría, y su lengua
hablará juiciosamente». Y, así como las abejas, con su diminuta boca, no gustan
otra cosa, sino la miel, de la misma manera tu lengua siempre estará llena de la
miel de su Dios, y no sentirá suavidad mayor que la de dejar escapar por los
labios las alabanzas y las bendiciones de su santo Nombre, como se cuenta de San
Francisco, el cual, cuando pronunciaba el santo Nombre del Señor, se chupaba y
lamía los labios, como para saborear la mayor dulzura del mundo.
Pero
habla siempre de Dios como de Dios, es decir, con reverencia y devoción, sin
querer sentar plaza de savia ni de predicadora, sino con espíritu de dulzura, de
caridad y de humildad, destilando como sepas (tal como se dice de la Esposa del
Cantar de los Cantares) la deliciosa miel de la devoción, gota a gota, ora en el
oído de uno, ora en el oído de otro, rogando a Dios, en el retiro de tu alma,
que se digne hacer caer este santo rocío hasta el fondo del corazón de aquellos
que te escuchan.
Sobre todo, este oficio angélico se ha de desempeñar
con dulzura, no a guisa de corrección, sino en forma de inspiración, porque es
una maravilla ver cuán poderoso cebo es, para ganar los corazones, la suavidad y
la amable proposición de alguna cosa buena.
Nunca, pues, hables de
Dios ni de la devoción como por compromiso y pasatiempo, sino siempre con
atención y devoción; y te digo esto para librarte de una notoria vanidad que se
echa de ver en muchos que profesan la devoción, los cuales, en toda ocasión,
dicen palabras santas y fervorosas, como por rutina y sin pensar en ello, y,
después de haberlas dicho, creen que son lo que las palabras dan a entender, lo
cual no es verdad.
Ave María Purísima
Cristiano Católico 19-12-2012 Año de la Fe
Sea Bendita la Santa e Inmaculada Purísima Concepción de
la Santísima Virgen María