Liturgia Católica
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Quinta parte de la Introducción
a la vida devota
CAPÍTULO XVIII
TRES ÚLTIMOS E IMPORTANTES AVISOS PARA ESTA «INTRODUCCIÓN»
Cada primer día del mes, después de la meditación, renueva la
promesa que se encuentra en la primera parte, y, en todo momento,
promete que la quieres guardar, diciendo con David: «No, jamás,
eternamente, no me olvidaré de tus justificaciones, ¡oh Dios mío!, pues
en ellas me has vivificado». Y cuando sientas en tu alma alguna
turbación, toma en tu mano tu promesa, y, postrada con espíritu de
humildad, pronúnciala con todo tu corazón, y te sentirás en gran manera
aliviada. Haz abiertamente profesión de querer ser devota. No digo de
ser devota, sino de querer serlo, y no te avergüences de los actos
comunes y necesarios que conducen al amor de Dios. Confiesa, sin
respetos humanos, que procuras meditar, que prefieres morir antes que
pecar mortalmente, que quieres frecuentar los sacramentos y seguir los
consejos de tu director (aunque a veces no es necesario nombrarle, por
muchos motivos). Porque esta franqueza en confesar que queremos servir a
Dios y que estamos consagrados a su amor con un especial afecto, es muy
agradable a su divina Majestad, que no quiere que nos avergoncemos ni de
Él ni de la cruz, y, además, cierra el camino a muchos razonamientos que
el mundo quisiera hacer en contra, y nos crea una reputación que nos
compromete a perseverar. Los filósofos se presentaban como filósofos,
para que se les dejase vivir como tales; nosotros nos hemos de dar a
conocer como deseosos de la devoción, para que se nos deje vivir
devotamente. Y si alguien te dice que se puede vivir devotamente, sin la
práctica de estos avisos y de estos ejercicios, no lo niegues; pero dile
amablemente que tu debilidad es tan grande, que necesita una ayuda y un
auxilio mayor del que se requiere en los demás.
Finalmente,
amada Filotea, te conjuro, por todo cuanto hay de sagrado en el cielo y
en la tierra, por el bautismo que has recibido, por los pechos que
amamantaron a Jesucristo, por el corazón amoroso con que Él te amó, y
por las entrañas de la misericordia en la cual esperas, que continúes y
perseveres en esta bienaventurada empresa de la vida devota. Nuestros
días se deslizan y la muerte está en la puerta. «La trompeta -dice San
Gregorio Nacianceno-, toca a retiro; que cada uno se prepare, porque el
juicio está cerca». La madre de Sinforiano, al ver que le conducían al
martirio, gritaba detrás de él: «Hijo mío, hijo mío, acuérdate de la
vida eterna; mira al cielo, y piensa en Aquel que reina en él; tu
próximo fin presto acabará con tu carrera en este mundo». Filotea, lo
mismo te digo yo; mira al cielo, y no lo dejes por el infierno; mira al infierno, y no te precipites en él por gozar de unos momentos; contempla
a Jesucristo, y no reniegues de Él por el mundo, y, cuando la
tribulación de la vida devota te parezca dura, canta con San Francisco:
«Mientras espero bienes mejores, el trabajo de ahora es pasatiempo».
¡VIVA Jesús! Al cual con el Padre y el Espíritu Santo, sea honor
y gloria, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Así sea.
Ave María Purísima
Cristiano Católico 21-12-2012 Año de la Fe
Sea Bendita la Santa e Inmaculada Purísima Concepción de
la Santísima Virgen María