Liturgia Católica
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Quinta parte de la Introducción
a la vida devota
CAPÍTULO II
CONSIDERACIÓN SOBRE EL INMENSO BENEFICIO QUE DIOS
NOS HACE AL LLAMARNOS A SU SERVICIO, SEGÚN LA PROMESA YA CITADA
1. Considera, los puntos de tu promesa. El primero es haber
dejado, rehusado, detestado, renunciado, para siempre, todo pecado
mortal; el segundo es haber dedicado y consagrado tu alma, tu corazón,
tu cuerpo, con todo lo que de él depende, al amor y al servicio de Dios;
el tercero es que, si llegases a caer en alguna mala acción, te
levantarías enseguida, mediante la gracia de Dios. ¡Qué resoluciones tan
bellas, justas, dignas y generosas! Reflexiona bien en tu interior cuán
santa, razonable y deseable es esta promesa.
2. Considera a
quien has hecho esta promesa: la has hecho a Dios. Si la palabra
razonable dada a los hombres nos obliga estrechamente, cuánto más la
palabra dada a Dios. « ¡Ah, Señor! -decía David-, es a Ti, a quien mi
corazón ha hablado; mi corazón ha dicho una buena palabra; jamás la
olvidaré».
3. Considera en presencia de quien, pues ha sido
delante de toda la corte celestial. ¡Ah! la Santísima Virgen, San José,
tu Ángel bueno, San Luis, toda esta bendita compañía te miraba y, al oír
tus palabras, exhalaba suspiros de gozo y aprobación, y, con una mirada
de amor inefable, veía tu corazón, que, postrado a los pies del
Salvador, se consagraba a su servicio. En la Jerusalén celestial hubo un
gozo muy particular, y ahora se celebrará allí la conmemoración, si de
corazón renuevas tus propósitos.
4. Considera por qué
procedimiento hiciste las promesas. ¡Ah! ¡Qué dulce y generoso fue Dios
para contigo en aquel tiempo! Mas díme ¿no fuiste invitada por los
suaves atractivos del Espíritu Santo? Las cuerdas, con las cuales
arrastró Dios tu barquichuela hacia este puerto de salvación, ¿no fueron
el amor y la caridad? ¿No te atrajo después con su azúcar divino, con
los sacramentos, la lectura y la oración? ¡Ah, amada Filotea!, tú
dormías y Dios velaba por ti, y pensaba pensamientos de paz sobre tu
corazón, y meditaba para ti. meditaciones de amor.
5.
Considera en qué tiempo te inspiró Dios estas grandes resoluciones; fue
en la flor de tu edad. ¡Ah! ¡Qué gozo conocer tan pronto lo que sólo
podemos saber demasiado tarde! San Agustín, ganado para Dios a la edad
de treinta años, exclamaba: « ¡Belleza antigua! ¿Cómo te he conocido tan
tarde? ¡Ah, te veía y no hacía caso de ti ! » Y tú podrías muy bien
decir: « ¡Oh Dulzura antigua! ¿ Por qué no te he saboreado antes?» Y sin
embargo, todavía no lo merecías, por lo tanto, reconociendo la gracia
que te ha hecho Dios, de atraerte en tu juventud, dile con David: « ¡ Oh
Dios mío, Tú me has iluminado y tocado desde mi juventud, y yo
proclamaré siempre tu misericordia». Y si esto no ha ocurrido hasta tu
vejez, ¡qué gracia, Filotea, que, después de los abusos de los años
precedentes, Dios te haya llamado antes de la muerte, y haya detenido el
curso de tu miseria en un tiempo en el cual, si esto hubiese continuado,
hubieras sido eternamente desdichada!
Considera los efectos
de esta vocación: según me parece, encontrarás en ti muy buenos cambios,
si comparas lo que eres con lo que fuiste. ¿ No sientes gozo en saber
hablar de Dios por la oración, en sentirte inclinada a quererle amar, en
haber sosegado y pacificado muchas pasiones que te inquietaban, en haber
evitado muchos pecados y tropiezos de conciencia y, finalmente, en haber
comulgado con mucha más frecuencia que no lo hubieras hecho, uniéndote
con esta soberana fuente de gracias eternas? ¡Ah! ¡Qué grandes son estas
gracias! Es menester pesarlas con el peso del santuario. Es la diestra
de Dios la que ha hecho todo esto. «La bondadosa mano de Dios, exclama
David, ha hecho la virtud; su diestra me ha levantado. ¡Ah! no moriré,
sino que viviré y proclamaré con el corazón, con la boca y con mis obras
las maravillas de su bondad».
Después de todas estas
consideraciones, las cuales, como ves, inspiran gran abundancia de
buenos afectos, es menester acabar sencillamente con una acción de
gracias y con una plegaria, anhelando sacar mucho provecho de ellas,
retirándote con humildad y confianza en Dios; reservando el esfuerzo que
exigen las resoluciones para después del segundo punto de este
ejercicio.>
Ave María Purísima
Cristiano Católico 21-12-2012 Año de la Fe
Vida Devota
Sea Bendita la Santa e Inmaculada Purísima Concepción de
la Santísima Virgen María